Ocurrió el pasado mes de agosto. Aaron Traywick, el peculiar CEO de Ascendance Biomedical, una compañía de biohacking norteamericana, se subía al escenario durante una conferencia en Texas (Estados Unidos), se bajaba los pantalones delante de todo el público y empujaba el émbolo de una jeringa para inyectarse en el muslo izquierdo un tratamiento experimental que él mismo había diseñado para acabar con el herpes. El gesto levantó una tremenda polémica en Estados Unidos que dura hasta hoy. Hasta tal punto, que ha hecho reflexionar a Josiah Zayner, uno de los gurús de este polémico movimiento biotecnológico, que ha admitido que el asunto se está yendo de madre.

Zayner, de 36 años, doctor en biofísica y ex trabajador de la NASA, saltó a la fama en 2016 después de lanzar una campaña de crowdfunding para que cualquiera pudiese experimentar con el CRISPR, una novedosa herramienta molecular utilizada para editar y corregir el genoma de cualquier célula, desde sus propias casas. No contento con esto, el propio biohacker anunciaba en octubre, durante el transcurso de una conferencia, que iba a ser la primera persona en intentar modificar su ADN con la revolucionaria técnica. Acto seguido, cogía una jeringa y se inyectaba su contenido con un supuesto gen destinado a favorecer el crecimiento muscular.

Sin embargo, Zayner, que ahora dirige The ODIN, una compañía que vende kits de CRISPR por internet al módico precio de 159 dólares (unos 130 euros), parece estar replanteándose sus prácticas. O, al menos, la promoción de las mismas. Así lo ha confesado en una entrevista que ha concedido The Atlantic. "No tengo ninguna duda de que alguien acabará lastimándose", ha asegurado a la conocida revista norteamericana. 

Zayner, que como otros biohackers promueve que cualquier persona de a pie pueda experimentar en el garaje de su casa con su propia biología sin necesidad de tener conocimiento científico alguno, asegura que "uno de los grandes problemas de la ciencia" es que muchos de los revolucionarios avances que se publican en las más prestigiosas revistas pueden no estar disponibles para el público general hasta décadas después. "Para mí eso es ridículo. ¿Cómo esperamos que la tecnología avance si no estamos probando, jugando con ella?", se pregunta.

Uno de los kits que Josiah Zayner vende a través de internet.

El polémico biofísico, que tiene un canal de Youtube en el que narra sus peripecias, reconoce que realizó el supuesto experimento con CRISPR el pasado mes de octubre para llamar la atención. "Lo estaba haciendo para provocar. Fue en SynBioBeta, una reunión de la industria, con el objetivo de provocar a las personas que se dedican a la reglamentación, personas que están involucradas en temas de ética, para que pensaran lo que estaban frenando", explica.

"Imagino que si te hubieran dicho hace un año que recibirías tanta atención por uno de tus proyectos habrías pensado que sería genial. Pero parece que estás lidiando con las consecuencias de ello", le espeta la periodista. "Totalmente. Como dije, antes de realizar ese experimento en mí mismo, no me di cuenta de las consecuencias que tendría. Después, todo se fue de control. La gente escribía artículos diciendo que yo quería ser el Capitán América y el Increíble Hulk. ¿Qué está pasando? De pronto, toda esa gente me sigue en las redes sociales y escucha lo que digo", contesta Zayner.

El biohacker, que trabajó para la NASA diseñando posibles hábitats futuros para Marte, asegura ahora que se siente responsable de las consecuencias que puede traer que personas de a pie lleven a cabo tratamientos experimentales sin ningún tipo de control. "Me siento responsable de esta mierda. [...] Tal vez tú y otros periodistas de ciencia sabíais de mí antes de hacer éste y algunos otros experimentos, pero nadie realmente me estaba prestando atención. No fue como 'Oh, sí, voy a hacer esto y espero que de repente miles o decenas de miles, o cientos de miles de personas me escuchen y vean lo que estoy haciendo'", lamenta.

Zayner dice ahora que su única intención era que la gente conociera lo que el CRISPR puede hacer. Pero que ni quería conseguir unos músculos más grandes gracias a la utilización de este sistema ni intentaba modificarse genéticamente. "La gente lo ve ahora como una forma de obtener publicidad y hacerse famoso. Y se van a hacer daño", insiste. 

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