"Ciborg viene de la unión de dos palabras, cibernética y organismo. Yo soy una unión entre las dos cosas. Yo siento que no estoy usando tecnología ni usando tecnología, sino que soy tecnología" - explicaba Neil Harbisson a los concursantes del popular programa de cocina de RTVE y, por ende, a su audiencia. Caras de estupor, exabruptos ("Qué fuerte me parece..." "Buah, eso no puede ser...") y movimientos de negar con la cabeza a medida que el artista describía el sistema que le permite distinguir los colores.

Este inglés criado en Cataluña padece acromatopsia, también llamada monocromatismo, un trastorno congénito por el que percibe el mundo en blanco y negro. "Quería crear un nuevo sentido para el color, que no usase mis ojos" - contaba en antena. "Un órgano nuevo". Se trata de una antena, el eyeborg, que pende sobre su cabeza y conecta con un chip que tiene implantado en el cráneo. En función de la frecuencia del color detectado, el chip vibra creando un sonido particular que Harbisson puede reconocer.

El "nuevo sentido" del que presume el artista le permite captar frecuencias fuera del espectro visible para el ojo humano; dicho de otro modo, ver colores invisibles. E incluso colores del "más allá", ya que está conectado por Internet para recibir desde la Estación Espacial Internacional las radiaciones cósmicas. "Pero este hombre más que p'a la cocina es p'a la NASA", comentaba con gracejo Elena. El papel de Harbisson entre fogones era el de interpretar la "música" cromática de sus platos.   

Pero. ¿qué es exactamente lo que escucha un ciborg cuando entra en la cocina? Tal y cómo lo describía Harbisson para El País, es una experiencia sinestésica de proporciones gloriosas. "La comida no solamente es gusto, también tiene que ver con cómo se ve y en mi caso también con cómo se oye (...)  En mi caso, me gustan platos que suenan armónicos, con los que se crean acordes. Con las ensaladas es muy fácil. Si tienes un tomate y una aceituna, te suena fa y la, dos notas que suenan armónicas".

Pero en realidad el artista ha tenido que recorrer un largo camino desde que se implantó en 2004, no sin controversia médica, para interpretar las señales que recibe en términos musicales. "No comemos la nota do, el do sostenido" - explicaba al atribulado Nathan, al que le había tocado cocinar con el color azul. Un plato con ingredientes amarillos, en cambio, le congratula. Es un tono "muy de Mozart, o de Justin Bieber". 

Pero lo que está oyendo en realidad es una gama de pitidos, como ilustró él mismo publicando en 2011 su escala musical sonocromática. Los colores cálidos (rojo, amarillo) tienen un tono más profundo que se va a agudizando a medida que se enfrían hacia el azul y el púrpura. Se puede comprobar que efectivamente cada uno tiene un sonido distinto que permite a una persona entrenada distinguirlos, pero el estímulo sensorial para un neófito puede resultar angustioso.

Harbisson's Sonochromatic Music Scale

Pero, ¿cómo se traduce esto en el día a día de Harbisson? Lo demostraba él mismo en una de sus conferencias más famosas, en la que iba retransmitiendo los sonidos que le provocan una serie de cartulinas de colores e incluso un "calcetín sucio" amarillo. Su "nuevo sentido" le permite traducir en sonidos a personas, como Leonardo DiCaprio o Montserrat Caballé, y a la inversa, traducir canciones a colores. Efectivamente, Baby es muy amarilla (y rosa).  

NEIL HARBISSON - I listen to color

Aunque Harbisson es el primer hombre reconocido oficialmente como ciborg a raíz de la famosa anécdota de cómo consiguió que aceptaran su fotografía con la antena para su pasaporte británico, no es el único. Rob Spence tiene su propio eyborg, implantado en la cuenca vacía de su ojo derecho. Y Kevin Warwick, de la Universidad de Reading, es pionero en experimentar el 'transhumanismo', la amplificación cibernética de nuestras capacidades, en sí mismo.

Pero el invitado especial de Masterchef no se duerme en los laureles. Harbisson desarrolla un nuevo órgano sensorial para la percepción del tiempo que gire en torno a su cabeza en un ciclo de 24 horas. Así, su posición le hará percibir el paso del tiempo, "como el Sol con respecto a la Tierra".