Las claves
nuevo
Generado con IA
Tanto la dieta como el ejercicio son dos pilares básicos en la prevención de enfermedades crónicas a medio y largo plazo, como es el caso de la diabetes, la hipertensión arterial o incluso la demencia.
Sin embargo, las recomendaciones van actualizándose a medida que aumenta la evidencia científica sobre sus efectos. Así, las dietas bajas en grasa llevan décadas recomendándose con el objetivo de reducir nuestro riesgo cardio y cerebrovascular.
Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Neurology sugiere que precisamente el consumo de queso y lácteos grasos se asociaría con un menor riesgo de demencia.
Los quesos más densos contienen alrededor de un 20% de grasa, mientras que los lácteos grasos llegan a un 30-40%. En los comercios suelen etiquetarse como versiones "enteras" o "normales", dado que no se trata de productos enriquecidos.
"Durante décadas, el debate sobre las dietas altas en grasa frente a las bajas en grasa ha moldeado los consejos de salud, llegando incluso a categorizar el queso como un alimento poco saludable que se debe limitar", explica la Dra. Emily Sonestedt, de la Universidad de Lund en Suecia
"Nuestro estudio descubrió que algunos productos lácteos ricos en grasas pueden, de hecho, reducir el riesgo de demencia, lo que desafía algunas suposiciones arraigadas sobre la grasa y la salud cerebral", prosigue.
Para llegar a esta conclusión, el equipo de Sonestedt analizó datos de 27.670 personas durante un promedio de 25 años. Su edad media era de 58 años al inicio del estudio. Durante este tiempo, 3.208 participantes desarrollaron demencia, cuya principal causa es el alzhéimer.
Durante el estudio los participantes registraron su alimentación durante una semana y respondieron preguntas sobre la frecuencia de alimentos consumidos durante los últimos años. También se evaluó su forma de preparación.
Los investigadores compararon a aquellas personas que consumían 50 gramos o más de queso rico en grasa cada día con personas que consumían menos de 15 gramos de queso diario.
Recordemos que 50 gramos equivaldrían a dos lonchas de queso cheddar. La porción habitual de queso -el típico "triángulo" o cuña de queso recién cortado- suele rondar los 28-30 gramos.
Tras ajustar por edad, sexo, nivel sociocultural y calidad general de la dieta, los investigadores descubrieron que las personas que consumían más queso rico en grasa tenían un 13% menos de riesgo de sufrir demencia en comparación a los que consumían menos.
De hecho, los 'grandes consumidores' de queso tenían hasta un 29% menos de riesgo de demencia vascular en particular cuando se analizaron los diferentes tipos. También menor riesgo de sufrir enfermedad de Alzheimer entre aquellos que portaban la variante del gen APOE e4.
Respecto al consumo de lácteos grasos, aquellos que consumían el equivalente a 1,4 cucharadas de crema batida espesa tenían hasta un 16% menos de riesgo de demencia en comparación con los que no consumían nada.
No hubo asociación entre el riesgo de demencia y el consumo de quesos bajos en grasa, cremas bajas en grasa, leche con alto o bajo contenido en grasa, mantequilla o leche fermentada, incluyendo yogur, kéfir y suero de leche.
"Estos hallazgos sugieren que, en lo que respecta a la salud cerebral, no todos los lácteos son iguales. Si bien consumir más queso y crema con alto contenido graso se relacionó con un menor riesgo de demencia, otros productos lácteos y alternativas bajas en grasa no mostraron el mismo efecto", concluye Sonestedt.
Sin embargo, el estudio no carece de limitaciones, como apunta Tara Spires-Jones, directora del Centro para el Descubrimiento de las Ciencias del Cerebro de la Universidad de Edimburgo y jefa de la división del Instituto de Investigación sobre la Demencia del Reino Unido, en sus declaraciones a Science Media Centre:
"Una de las mayores limitaciones de este estudio es que el consumo de queso se registró a partir de un diario alimenticio y una entrevista realizada en un momento concreto, 25 años antes del análisis del diagnóstico de demencia. Es muy probable que la dieta y otros factores relacionados con el estilo de vida hayan cambiado en esos 25 años".
"Existen pruebas sólidas en todo el campo que indican que una dieta saludable, el ejercicio y las actividades que estimulan la cognición (educación, trabajo, aficiones estimulantes...) pueden aumentar la resistencia del cerebro a las enfermedades que causan demencia", concluye.
