"Busca tu felicidad, pero no intentes reducirla a una fórmula". Estas son las sabias palabras que nos deja Claudi Alsina, doctor en Matemáticas por la Universidad de Barcelona, catedrático en la Universidad Politécnica de Cataluña y autor de medio centenar de obras de divulgación.
Su obra más reciente, El tercer lunes de enero es el día más triste del año, es tristemente el último: Alsina nos ha dejado este mismo mes de noviembre de 2025 a los 73 años. En su libro, con su estilo ameno y socarrón, nos prevenía sobre los múltiples errores en los que nos hace caer el anumerismo.
Efectivamente, la dificultad extendida a nivel social para entender las matemáticas al nivel más básico nos hace vulnerables a caer en eslóganes o afirmaciones inveraces, como la que da título al libro. Se trata del mito del 'Blue Monday' que presuntamente responde a un cálculo, pero que fue inventado para que la gente empezase a reservar sus vacaciones desde enero.
Otro aspecto en el que asoman matemáticas dudosas es el de las 'fórmulas de la felicidad' que tanto se prodigan. El propio Albert Einstein tenía la suya: 'F=x+y+z', donde 'x' es trabajo, 'y' es azar y 'z' es silencio. "Podríamos resumirlo en trabajar, buscar y callar", explica Alsina.
Sin embargo, que haya sido formulado por un genio no significa que el postulado resuelva la problemática de la felicidad. "La presencia de fórmulas otorga de inmediato un claro aval al tema tratado", advierte Alsina.
Estas fórmulas "transmiten al observador un alto grado de seriedad, una muestra inequívoca del trabajo bien hecho, y por tanto parecen dar validez a la noticia, anuncio u oferta". Y, en paralelo, la felicidad ha sido motivo de reflexión por parte de grandes pensadores clásicos y líderes religiosos, y actualmente es campo de investigación de la psicología y la sociología.
"Cualquier persona con un poco de sentido común ambicionará poseer ese estado emocional al que llamamos 'felicidad'", establece el matemático. Y es un hecho que esta felicidad "se encuentra asociada a distintos factores, tanto personales como colectivos".
El problema es que estos factores resisten al cálculo puro. "Desde el punto de vista de las matemáticas, es posible evaluar, a través de una buena encuesta, la felicidad cualitativa de una persona, pero resulta absurdo pensar que existe una fórmula cuantitativa general".
"La felicidad tiene un pequeño problema: resulta imposible de calcular", resume Alsina. "Sabemos qué factores influyen en ella, pero piensa que con ninguno se pueden hacer operaciones matemáticas. ¿El resultado? Un catálogo de despropósitos".
Ni siquiera las fórmulas más populares, como la de Martin Seligman, son matemáticamente exacta. Esta establece que la felicidad depende en un 50% de los genes, en un 10% del ambiente y en un 40% de nuestra actitud. "Las matemáticas elaboran índices y medidas en relación con temas esenciales en ciencias sociales, pero este no es el caso de la fórmula de Seligman".
Matemáticas y felicidad
Como explica Alsina, las matemáticas cobran importancia en el estudio social del bienestar. Sin embargo, al requerir datos exactos, tienden a basarse en criterios como los ingresos. "En muchos estudios sociales sobre la felicidad en grandes poblaciones, el factor económico tiene una importancia exagerada".
Pero existen alternativas. "Un índice curioso es el del planeta feliz, que pondera la longevidad o la esperanza de vida, el bienestar personal (datos de la encuesta Gallup) y la huella de carbono (toneladas de CO2 por habitante y año), sin que intervenga directamente el PIB económico", explica Alsina.
"Algo falla", advierte con humor el matemático. "El mejor país resultó ser la República de Vanuatu, un pequeño archipiélago del Pacífico Sur con solo 300.000 habitantes. Y aparecen en buenos lugares países que tienen enormes déficits. Un uso adecuado de las técnicas estadísticas permite sacar conclusiones sobre temas sociales. Así pues, más estadísticas y menos fórmulas inventadas".
