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El médico residente José Puig Buendía ha explicado en un vídeo publicado en sus redes sociales que un sueldo base sin guardias "puede rondar los 1.000 o 1.100 euros", e incluso bajar hasta los 900 en algunas comunidades. Su testimonio refleja la precariedad de los médicos internos residentes (MIR), una situación sobre la que EL ESPAÑOL ha venido informado en los últimos años.
La brecha salarial entre comunidades autónomas y la pérdida de poder adquisitivo del personal en formación es un tema recurrente. Los datos del Sindicato Médico Andaluz de Granada (SMA) confirman que el sueldo base neto de un residente de primer año se sitúa en torno a los 1.094 euros mensuales, cifra que apenas ha variado desde 2019 pese al aumento del coste de la vida.
El sistema de Médico Interno Residente (MIR) combina formación y asistencia hospitalaria. Durante este periodo, los médicos trabajan a jornada completa y realizan guardias que pueden superar las 80 horas al mes. Estas horas adicionales son un componente esencial de su salario y reflejan una estructura retributiva muy dependiente de la carga asistencial.
La vida del Médico Interno Residente se define por la intensidad. Aunque la dermatología suele percibirse como una especialidad tranquila, sus residentes también realizan guardias. La afirmación ha sorprendido a muchos usuarios en redes, pero Puig Buendía explica que esta práctica forma parte esencial de su aprendizaje.
Según su testimonio, las urgencias permiten enfrentarse a una variedad de patologías que no aparecerían en una consulta ambulatoria. “En urgencias hay un montón de pacientes y un montón de cosas que en una consulta normal no se verían”, resume. Esa exposición continua al contacto con casos complejos convierte cada guardia en una experiencia formativa imprescindible.
Puig Buendía subraya que la presencia de dermatólogos en urgencias también responde a las necesidades asistenciales de los hospitales. Su participación ayuda a atender un mayor número de pacientes y refuerza la plantilla en momentos de alta demanda. En ese sentido, la guardia es un requisito funcional y formativo dentro del Sistema Nacional de Salud.
Precariedad económica
Más allá de su valor educativo, las guardias representan un componente decisivo en la economía de los MIR. El propio residente de Dermatología lo expresa con claridad: “Nos conviene hacer guardias, porque si no el sueldo se nos queda bastante escaso”. Su testimonio pone de relieve la precariedad con la que inician su carrera miles de médicos jóvenes.
José Puig Buendía calcula que el salario base de un MIR sin guardias puede rondar los 1.000 o 1.100 euros netos, e incluso bajar hasta los 900 en algunas comunidades. Esta cifra, obtenida tras más de siete años de formación universitaria y preparación, apenas supera el Salario Mínimo Interprofesional vigente.
El SMA confirmó esta percepción en su informe de 2024. Según sus datos, la retribución neta mínima base de un residente de primer año (R1), sin incluir horas extra, se sitúa en los 1.094 euros mensuales. Una cantidad que respalda la denuncia del residente sobre la insuficiencia del sueldo fijo.
Ante esta situación, las guardias se convierten en la principal vía para alcanzar un ingreso digno. Los residentes deben participar en el sistema de Atención Continuada, que incluye turnos nocturnos, fines de semana y festivos. Estas horas adicionales, aunque extenuantes, son imprescindibles para elevar la nómina mensual.
El informe del sindicato toma como referencia una media de 80 horas de guardia al mes. Con esa carga, el salario neto mensual del mismo residente pasaría de 1.094 a 1.854 euros. Es decir, un aumento de más del 60 % que permite a muchos médicos llegar a fin de mes. Las guardias, más que un complemento, son un salvavidas.
Sin embargo, esta mejora tiene un coste fiscal elevado. El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) es progresivo, de modo que entre el 30 % y el 37 % del importe bruto de cada hora de guardia se destina a Hacienda y a la Seguridad Social, según explica la Confederación Española de Sindicatos Médicos. La remuneración neta real es mucho menor de lo que sugiere el bruto.
Además, la central sindical detalla que la hora de guardia en día laborable se paga entre 7,75 y 9,80 euros netos. Para un trabajo que implica decisiones clínicas urgentes y atención a pacientes graves, esta remuneración resulta baja. Los residentes asumen una gran responsabilidad a cambio de una compensación limitada.
Una reivindicación colectiva
Convertirse en MIR exige un esfuerzo extraordinario a lo largo de seis años de carrera universitaria, un año de preparación intensiva y una oposición altamente competitiva. Pese a esa exigencia, los sindicatos denuncian que los residentes españoles han perdido poder adquisitivo desde 2009. Según el SMA, la pérdida acumulada para un R1 asciende a 6.333 euros anuales.
Este deterioro económico, unido a la falta de estabilidad laboral, ha generado preocupación entre los profesionales. El sindicato advierte del riesgo de que los jóvenes especialistas formados en España opten por marcharse al extranjero. La inversión pública en su formación acaba beneficiando a otros sistemas sanitarios con mejores condiciones.
En palabras de José Puig Buendía, hacer guardias es “parte de la formación”, pero también una obligación económica. Sin ellas, el salario base se mantiene en niveles mínimos, muy por debajo de la responsabilidad y la carga de trabajo que asumen. Su testimonio y los datos del Sindicato Médico de Granada revelan una paradoja: la vocación médica sigue siendo esencial, pero la realidad económica la pone a prueba.
