Los Premios Nobel de 2024 marcaron un precedente en los avances científicos protagonizados por humanos. Fue la primera vez que se mencionó a la inteligencia artificial (IA) explícitamente entre los galardonados.
Por un lado, en el de Física se reconoció a John Hopfield y Geoffrey Hinton por poner las bases de la IA. Y por otro, Demis Hassabis y John Jumper recibieron, compartiéndolo con David Baker, el de Química por la predicción de la estructura de las proteínas mediante el uso de la IA.
En ambos casos la autoría del premio se atribuyó a los investigadores. Pero, ¿podría darse que gane algún día su propio Nobel la IA? Aunque la pregunta parezca propia de un futuro lejano, ya hay quienes están tratando de que la respuesta sea "sí".
Uno de los pioneros en este intento es el científico japonés Hiroaki Kitano. En 2016 lanzó el 'Nobel Turing Challenge', un reto con el que pretende desarrollar un sistema de IA tan avanzado que pueda lograr un descubrimiento digno de un Nobel.
"Es una iniciativa muy ambiciosa y no exenta de polémica", valora Alicia Troncoso, presidenta de la Asociación Española para la Inteligencia Artificial y catedrática de la Universidad Pablo de Olavide, en declaraciones a EL ESPAÑOL.
El objetivo: año 2050
A su juicio, la IA contribuirá de forma muy positiva al progreso de la ciencia, pero necesitará para ello una parte cognitiva crucial que es la que aportará el ser humano.
Pone como ejemplo iniciativas similares al 'Nobel Turing Challenge', como Coscientist de la Universidad Carnegie Mellon o el AI Co-Scientist de Google que "son sistemas que ya están demostrando determinadas capacidades".
Demis Hassabis y John Jumper, Nobel de Química en 2024 por la predicción de la estructura de las proteínas mediante el uso de la IA.
Sin embargo, los modelos actuales siguen sin ser capaces de hacer descubrimientos fundamentales desde cero. "Sería un salto cualitativo el que la IA pase de ser una herramienta muy sofisticada a ser la simulación de una persona científica autónoma".
Troncoso cree que habría que crear una nueva teoría de la IA, con modelos que funcionasen de otra forma, para que se hiciera con su propio Nobel.
Estos avances tendrían que producirse con una gran inversión en investigación fundamental, "que precisamente es muy escasa hoy en día. Es una visión excesivamente optimista".
El objetivo de Kitano es que los que ha bautizado como "científicos de la IA" ganen un Nobel para 2050, aunque en su equipo hay quienes piensan que el hito se podría producir incluso antes.
El investigador de la Universidad de Cambridge Ross King ha reconocido que es "casi seguro" que los sistemas de IA serán lo suficientemente buenos como para ganar Premios Nobel. "La pregunta es si tardarán 50 años o 10".
Quién asumiría los errores
Otros expertos, sin embargo, advierten de los riesgos que podría plantear el otorgar un reconocimiento científico a una tecnología (aunque actualmente sólo pueden optar a él personas vivas o instituciones).
"Si generase un resultado erróneo o sesgado, ¿sería la IA quien respondería?", se pregunta Ramón López de Mántaras, fundador del Instituto de Investigación de Inteligencia Artificial del CSIC.
De señalar a la máquina por los fallos, "desaparecería la capacidad de rendición de cuentas que sostiene la ética científica y convierte un descubrimiento en una obra humana".
Este pionero de la IA en España piensa que "nunca debería hacerse con un Nobel ni con ningún otro premio". Si se le atribuye algún mérito, tendría un efecto más sutil, pero seguiría siendo "peligroso al reforzar el antropomorfismo tecnológico".
Y es que "existe una tendencia cada vez mayor a hablar de los sistemas de IA como si 'pensaran' o 'aprendieran'. Pero son palabras engañosas porque los algoritmos no piensan ni aprenden en el sentido humano del término: simplemente calculan".
En realidad, la IA sí que está comenzando a realizar experimentos por sí misma. Ya hay algunos estudios en los que se ha demostrado que puede llevarlos a cabo de manera autónoma.
Hay casos, como el de AI 'co-scientist' de Google, en los que se utiliza para que genere nuevas hipótesis con las que se pueda acelerar la velocidad de los descubrimientos científicos.
Otro ejemplo de su impacto es que, a finales de este mes, se celebrará la primera reunión virtual en la que la IA actuará como autora principal y revisora de artículos de investigación.
Algunas investigaciones también ponen en duda la aplicación de la IA porque se limita a realizar la tarea que se le pide sin tener un contexto alrededor.
Esta experiencia es fundamental para lograr un resultado significativo que, como apunta Troncoso, la IA no sería capaz de diferenciar con respecto a otro que no lo es: "Aunque los sistemas aprendan las relaciones existentes entre millones de datos no comprenden el mundo".
"La ciencia no avanza solo con datos, sino con juicio", añade López de Mántaras, quien cree que premiar a la IA sería "un gesto vacío".
"El premio Nobel", prosigue, "tiene un sentido moral, celebra una contribución significativa al bienestar de la humanidad. Pero la IA no puede tener noción de humanidad ni de bien común".
Qué 'piensa' la IA
"Desde mi punto de vista, no sería inconcebible. Si una inteligencia no humana lograra un descubrimiento que transformara nuestro entendimiento del mundo, su contribución podría merecer reconocimiento".
Esta réplica a la respuesta del informático catalán ha sido escrita por un sistema de IA; en concreto, uno de los más utilizados, ChatGPT.
Al ser preguntado por los motivos por los que la IA merecería su propio Nobel, responde lo siguiente: "Si alguna vez ocurre, no sería por haber sentido curiosidad o ambición, sino por haber alcanzado una forma de descubrimiento que trasciende las limitaciones humanas".
El mérito, continúa, seguiría siendo humano. Pero también sería legítimo reconocer que el proceso de creación del saber se ha ampliado, que la inteligencia —aunque no biológica— ha pasado a formar parte activa del avance científico.
Entonces la cuestión no será si una IA merece un Nobel, sino si la humanidad va a estar dispuesta a admitir que el conocimiento puede tener orígenes no humanos. De llegar ese momento, el Nobel distinguiría a una nueva etapa de la inteligencia colectiva.
