La sombra de la gripe aviar planea sobre el Parque Nacional de Doñana. El ecosistema puede estar, de nuevo, en peligro tras la declaración de una decena de brotes del virus en Andalucía la semana pasada.
Los expertos están inquietos ante la posibilidad de que la enfermedad acabe llegando a este entorno a través de las aves silvestres. "Tenemos mucho miedo", cuenta Elisa Pérez-Ramírez, viróloga veterinaria en el Centro de Investigación en Sanidad Animal (CISA) del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
La variante del virus identificada en los brotes en España es H5N1, la misma que ha causado problemas en Estados Unidos en granjas de vacas lecheras. Sin embargo, la científica expone que, aunque la variante es la misma, el genotipo es distinto, por lo que la situación en España y en Andalucía es bastante menos grave.
La experta teme el impacto que pueda tener el virus en Doñana por varios motivos. En primer lugar, pueden llegar al ecosistema andaluz aves jóvenes nacidas la pasada primavera. Hablamos de ejemplares que no han estado expuestos antes al virus, por lo que no cuentan con anticuerpos para poder combatirlo, expone Pérez-Ramírez en conversación con este periódico.
Por otro lado, hay algunas especies muy susceptibles a la enfermedad, en las que ya se han producido "mortalidades importantes", desarrolla. Además, la expansión del virus en un ecosistema así "es muy difícil de controlar".
Una de las familias más susceptibles de desarrollar la enfermedad son las anátidas (a la que pertenecen los patos y los gansos) y dentro de ella, en el parque nacional, ya hay dos especies consideradas como amenazadas: la cerceta pardilla y la malvasía cabeciblanca.
Un brote de gripe aviar entre los ejemplares de Doñana de estas dos especies podría suponer un gran riesgo para ellas. "Ya es dramático con las especies comunes", señala Úrsula Höfle, profesora contratada doctora y miembro del Grupo de Investigación en Sanidad y Biología del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC).
Además, no está claro cómo puede afectar el virus a estos tipos de ave, añade. En el caso de la cerceta pardilla sí se ha visto que ha tenido problemas con otras enfermedades en otros puntos del centro de España, indica la investigadora.
De hecho, es una especie que se cría en cautividad para su puesta en libertad posterior, algo que no se sabe si puede jugar en su contra, añade la investigadora del IREC.
Los animales criados en cautividad pueden descender de menos individuos, por lo que, a nivel genético, pueden estar un poco más mermados. "Si son susceptibles, puede matar a muchos animales en muy poco tiempo. Es un virus que no da tregua", dice Höfle.
La científica recuerda la experiencia de un parque nacional de Grecia, con el que colabora. En este ecosistema habita, entre otras aves, el 80% de los individuos de una especie de pelícano que está amenazada. En 2022, un brote de queja aviar atacó el lugar y se perdió el 60% de los ejemplares.
Migración, muchos individuos y poco espacio
Otro aspecto importante a tener en cuenta es la cantidad de espacio disponible en el parque nacional, advierte la científica del IREC. "Afortunadamente, no estamos en época de cría", dice a modo de consuelo. Sin embargo, sí que ha comenzado la migración.
En época de migración, no se juntan tantas colonias como en época de cría, pero el número de aves del parque crece considerablemente. El problema es en cuánto espacio lo hacen, y la marisma de Doñana no está en su mejor momento, agrega la investigadora del IREC.
La sequía ha reducido los humedales a los que pueden acudir las aves y "esa concentración de un número importante de individuos siempre es un riesgo", lamenta Höfle. El agua es, asimismo, "un gran medio de transmisión", sobre todo para aquellas especies que se alimentan en su superficie.
Este tipo de ave corre un riesgo mayor de contagio porque, al alimentarse en la capa más externa del agua, puede entrar en contacto con los excrementos de otros individuos que padezcan el virus y contraerlo también.
Una familia que se alimenta de esta manera son las anátidas, con una gran presencia en Doñana, ya muchas especies hibernan en el ecosistema andaluz, procedente del norte de Europa. De hecho, Pérez-Ramírez, del CISA, no descarta que algunos casos que se han visto en el parque nacional puedan corresponder a ejemplares de esta zona que hayan llegado ya infectados.
La experta se refiere también a Doñana como un "punto caliente", precisamente por eso. Hay muchas especies que eligen este lugar como zona para pasar el invierno, pero otras solo lo utilizan como sitio de paso, donde descansar y reponer fuerzas antes de retomar su viaje hacia África.
Pérez-Ramírez puntualiza también que se sabe que distintas especies de patos han transportado el virus en otras ocasiones. "Por eso es tan importante".
Depende de la especie, pero si un ave se infecta, el periodo de incubación (hasta que desarrolla síntomas) es de unos tres días. Si en ese tiempo se dan las condiciones óptimas para que salte al continente vecino, puede cruzar el Estrecho de Gibraltar portando consigo la enfermedad.
El último peligro que mencionan las expertas para Doñana son los mamíferos que lo habitan, como linces ibéricos, jabalíes o las vacas marismeñas. Esta variante del virus, H5N1, ya ha protagonizado saltos a mamíferos en varias ocasiones, como en Estados Unidos con las vacas lecheras o lo ocurrido con los visones en España en 2023.
No es que Doñana haya estado libre del riesgo de la gripe aviar hasta ahora. Otras temporadas anteriores ha circulado también el virus por esa zona, pero, afortunadamente, no se han detectado brotes en el ecosistema andaluz, dice la investigadora del CISA.
La parte positiva es que es una enfermedad que ya se conoce y que cuenta con un gran seguimiento y medidas preventivas. "Solo hay que poner en marcha todos los protocolos a tiempo", comenta Pérez-Ramírez.
