El terremoto de Kamchatka (Rusia), con una magnitud de 8.8, ha sido uno de los 10 mayores seísmos desde que tenemos estimaciones. Los primeros análisis indican que una superficie de ruptura de unos 600 km en la falla –fractura rocosa– produjo el seísmo, con desplazamientos de más de 10 m.
A pesar de que el temblor se produjo el pasado 30 de julio, desde los sismógrafos instalados en San Pablo, Toledo, registramos que aún sigue haciendo vibrar la Tierra más de 20 días después, ocasionando la dilatación y contracción del radio del planeta cada 20,5 minutos.
En caso de grandes terremotos, las ondas sísmicas que generan se registran por sismómetros instalados en todo el mundo, como los de la estación PAB, instalada en San Pablo, que forma parte de la red sísmica española y se integra en la red sísmica global GSN. La llegada de estas ondas puede identificarse durante varias horas.
Las ondas generadas por el terremoto
Las ondas de mayor amplitud son las que viajan cerca de la superficie del planeta. En el caso del terremoto de Kamchatka, estas ondas llegaron a Toledo casi una hora después de la primera fase.
Las ondas procedentes del terremoto que circunvalan la Tierra, al atenuarse lentamente, se pueden observar cada vez que pasan por cada estación sísmica, aproximadamente cada tres horas.
En la estación sísmica cercana a Toledo, se pueden identificar las llegadas correspondientes a cuatro vueltas en cada sentido. Dado que la circunferencia terrestre es de unos 40 000 km, esto significa que las ondas sísmicas generadas por el terremoto de Kamchatka se detectan después de recorrer 150 000 km, más de una tercera parte de la distancia entre la Tierra y la Luna.
Las llegadas impares se refieren a las ondas que llegan desde Kamchatka a España por el camino más corto, propagándose desde el epicentro hacia el norte y pasando cerca del polo norte. Las pares son las que se propagan en sentido contrario, partiendo de Kamchatka hacia el sur.
Estudiar el interior de nuestro planeta
Después de terremotos de gran magnitud, la Tierra vibra (resuena) en unos periodos determinados durante días o incluso semanas.
Cada uno de estos periodos corresponde a un modo de deformación de la Tierra, así que su análisis permite estudiar las propiedades físicas del interior del planeta.
