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A veces, la paleontología consigue casi un milagro: fosiliza una rareza del desarrollo con tanta claridad que un embriólogo podría "asomarse" al Cretácico. Ocurre con un diminuto Hyphalosaurus de dos cabezas hallado en la Formación Yixian (noreste de China) y descrito en 2006.

Este pequeño reptil acuático muestra bifurcación axial, es decir, una duplicación parcial del eje del cuerpo que produce dos cuellos y dos cráneos sobre el mismo tronco. No es una simple curiosidad: es un registro excepcional que une lo que sabemos sobre cómo se forma un organismo con las condiciones de preservación extraordinaria de ese yacimiento.

Para entender el hallazgo, conviene mirar el escenario geológico. Yixian forma parte de la célebre biota de Jehol: una cadena de antiguos lagos del Cretácico Temprano donde capas muy finas de sedimentos se alternan con niveles de cenizas volcánicas.

Ese 'sándwich' de barro y ceniza selló organismos con un detalle extraordinario: desde dinosaurios con plumas hasta peces, insectos y reptiles acuáticos. Hyphalosaurus, un coristodero esbelto y de vida acuática (un grupo de diápsidos extintos), es allí especialmente común: hay series completas, desde embriones hasta adultos.

Con tantos ejemplares disponibles, es más probable que aparezcan rarezas del desarrollo; por eso la presencia de un individuo con dos cuellos y dos cráneos en el mismo tronco resulta plausible y científicamente inestimable a la vez.

No son animales superpuestos

El fósil mide apenas unos 70 milímetros y aparece encogido, en postura fetal. La columna vertebral avanza con normalidad por el dorso hasta la zona de los "hombros" (cintura escapular); a partir de ahí se bifurca en dos cuellos que rematan en dos cráneos completos.

Eso confirma que es un solo individuo con duplicación anterior del eje corporal, y no dos animales superpuestos. Los autores también remarcan las pruebas de autenticidad: la losa de roca está entera, sin grietas ni pegamentos, y una fina película de sedimento cubre parcialmente los huesos, algo incompatible con un montaje fraudulento.

La bifurcación axial se conoce bien en reptiles vivos. Ocurre cuando, durante el desarrollo, un embrión inicia una gemelación que no llega a completarse: el tronco sigue siendo único, pero se duplican la cabeza y el cuello.

Varias investigaciones —desde informes del siglo XX hasta síntesis recientes— han reunido centenares de casos en serpientes, de modo que el fósil chino encaja como una pieza que documenta una anomalía rara, sí, pero persistente a lo largo de la evolución del linaje de los reptiles.

Diferencias entre un espécimen de 'Hyphalosaurus' normal, a la izquierda, y el de dos cabezas, a la derecha.

Sin futuro como adulto

Que exista la anomalía no garantiza un buen desenlace. En la naturaleza, los animales de dos cabezas (bicéfalos) casi nunca alcanzan la madurez: coordinar el movimiento es difícil, las cabezas compiten entre sí (por comida o dirección) y suelen aparecer malformaciones internas asociadas.

En tortugas, por ejemplo, se han descrito neonatos de tortuga verde con duplicación del cráneo y de las vísceras, un cuadro compatible con supervivencias muy breves fuera del cascarón. El diminuto Hyphalosaurus fósil —embrión o recién nacido— encaja en ese patrón de mortalidad temprana.

Los elasmobranquios —tiburones y rayas— aportan otra pista con números. En 2016, se describió un embrión de tiburón gata atlántico (Galeus atlanticus) con dos cabezas, detectado entre 797 embriones analizados en laboratorio: una incidencia del 0,13% (aproximadamente 1 de cada 800).

Más allá de la especie concreta, la idea es clara: cuando se examinan muchos individuos con lupa, aparece una fracción mínima pero real de duplicaciones axiales.

Por qué estos desdoblamientos

Para descubrir qué hay detrás de estos "desdoblamientos" parciales, la embriología humana lleva décadas debatiendo entre fisión (un embrión que intenta dividirse en dos y se queda a medio camino) y fusión (dos embriones que, tras formarse por separado, se unen después).

En una revisión de referencia, un investigador defendió esta segunda opción para muchos gemelos unidos, apoyándose en la anatomía comparada de más de mil casos clínicos.

Otros estudios han mostrado que la señalización de los cilios —unos "pelitos" microscópicos— y la corriente de fluido hacia la izquierda que establece qué es derecha e izquierda en el cuerpo siguen funcionando, aunque con resultados peculiares, incluso en embriones unidos.

Con ese marco, el doble cuello de Hyphalosaurus sugiere un fallo muy temprano en el proceso: o bien la partición del eje anterior se interrumpió, o bien hubo una coalescencia (reencuentro) parcial de estructuras ya separadas.

En reptiles y otros vertebrados que ponen huevos (ovíparos), se sospecha que el ambiente de incubación —temperatura, humedad, química del sustrato o estrés del entorno— puede modular el riesgo de malformaciones, aunque demostrar una causa directa es muy difícil.

Común entre los reptiles

En serpientes neotropicales, un estudio halló una amplia variedad de anomalías, incluida la bicefalia, y señaló que factores de historia natural (como el lugar de anidación) y variables ambientales podrían actuar como cofactores, con la debida prudencia.

Esa cautela encaja al mirar al Cretácico: sin huevos ni tejidos blandos conservados, el fósil nos define con precisión el "qué" (la duplicación), pero el "por qué" sigue abierto.

Desde el punto de vista de cómo se fosilizan los seres vivos, este hallazgo es casi un golpe de suerte. En Yixian, los lodos finos de antiguos lagos cubrían con rapidez a los organismos y los "sellaban", lo que explica que allí se conserven embriones completos, piel, filamentos e incluso plumas.

Sin un yacimiento de conservación excepcional como este, captar en fósil una malformación de vida tan breve sería prácticamente imposible. Por eso el Hyphalosaurus de dos cabezas es un dato extraordinario que, sin embargo, encaja con lo que hoy sabemos sobre el desarrollo embrionario de los reptiles.

Lejos de quedar como algo del pasado, siguen apareciendo casos actuales que afinan las hipótesis. En 2023, se encontró en el Cáucaso un embrión bicefálico de un lagarto partenogenético (hembras que producen crías sin fecundación).

Este caso ofrece una pista clave: en poblaciones con reproducción asexual pueden confluir factores genéticos y ambientales que favorezcan duplicaciones del eje corporal.

No es una ley universal, pero sí una pista prometedora: estudiar cómo se reproducen estas especies puede ayudar a entender por qué surgen determinadas malformaciones.