La dieta mediterránea es conocida por sus múltiples beneficios para la salud general. Pero también y de forma más específica para la salud cardiovascular y cerebral.
En este sentido, uno de los pilares básicos de esta dieta sería el aceite de oliva virgen extra (AOVE), el cual ha sido protagonista de multitud de estudios durante las últimas décadas.
Ha sido catalogado como una potencial herramienta nutricional preventiva frente a enfermedades cardio y cerebrovasculares, incluyendo las enfermedades neurodegenerativas.
Sin embargo, gran parte de la población no consume el aceite de oliva de la forma adecuada, como ha advertido el conocido cardiólogo Aurelio Rojas en uno de sus vídeos de TikTok: no vale cualquier aceite de oliva, ni tampoco vale usarlo a altas temperaturas.
Cómo potenciar sus beneficios
El consumo de aceite de oliva ha demostrado reducir el riesgo de sufrir un infarto cardíaco, y también reduce el riesgo de demencia, pero no todo el mundo lo usa de forma efectiva, como explica Rojas:
"Consumir al menos 15 mililitros de aceite de oliva virgen extra reduce en un 30% el riesgo de infarto y en un 28% el riesgo de morir por demencia con tan solo una cucharada de aceite al día. Siempre tiene que ser virgen extra y siempre utilizarlo en crudo".
Como explica el mismo Rojas, existen varios estudios que se hacen eco de estos beneficios, siendo los más importantes y conocidos el Estudio PREDIMED publicado originalmente en 2013 y republicano y corregido en 2018 en The New England Journal of Medicine, en el cual se demostró la importancia del aceite de oliva en la protección cardiovascular.
Otro estudio más reciente llevado a cabo por la Universidad de Harvard y publicado el pasado año 2022, en el cual se volvió a corroborar que una ingesta diaria de más de 7 gramos (15 mililitros) de aceite de oliva se asociaría con una reducción del 28% de riesgo de mortalidad por enfermedad neurodegenerativa, y hasta un 19% de reducción de riesgo de la mortalidad por cualquier causa.
El aceite de oliva contiene compuestos bioactivos como hidroxitirosol y oleuropeína, conocidos por sus efectos antioxidantes, antiinflamatorios y vasoprotectores; oleocantal, una sustancia con propiedades similares al ibuprofeno a nivel molecular, y el sobradamente conocido ácido oleico u omega-9, una grasa monoinsaturada que mejora el perfil lipídico.
"Consumir aceite de oliva virgen extra es tan beneficioso debido a que contiene sustancias clave como polifenoles, olocantal y potentes antioxidantes con efecto antiinflamatorio directo sobre la pared de las arterias, lo que significa menor riesgo de rotura de placa e infarto y menor riesgo de deterioro cognitivo o demencia", explica Rojas.
De hecho, el conocido divulgador insiste en varias ocasiones en tres puntos clave: al menos tomar una cucharada diaria de aceite (10-15 mililitros), siempre que sea posible en crudo, dado que las altas temperaturas pueden degradar parte de sus polifenoles; y siempre virgen extra, dado que un menor procesado implica un mayor contenido en antioxidantes.
El aceite de oliva, además, ha demostrado mejorar el perfil lipídico y glucémico, aumentando la cantidad de colesterol HDL o "colesterol bueno" y reduciendo la cantidad de colesterol LDL o "colesterol malo", además de mejorar los niveles de glucosa o azúcar sanguíneo y la resistencia a la insulina.
También se ha relacionado con un efecto protector frente a determinados tipos de cáncer, como el cáncer de mama o cáncer de colon.
Hay estudios más recientes que relacionan el consumo de aceite de oliva con mejoras a nivel de la microbioma intestinal por sus conocidos efectos antiinflamatorios.
El consumo de aceite de oliva virgen extra, diario y en crudo, no solo sería un básico en la dieta mediterránea, sino toda una estrategia preventiva frente a diversos tipos de enfermedades crónicas, especialmente a nivel cardíaco y cerebral.
