En una época dominada por el culto al bienestar instantáneo y a la falsa promesa del control absoluto, el psicólogo Víctor Amat lanza una propuesta que desafía el relato hegemónico del crecimiento personal: asumir que la vida no será fácil. Su alegato, compartido recientemente en Instagram, no es una invitación al derrotismo, sino a desarrollar una resistencia activa ante las adversidades cotidianas. "Una de las maneras en las que puedes surfear en las dificultades es saber que las dificultades van a venir", resume Amat en un post en su Instagram, con un tono entre lo existencial y lo punk.
Esta idea no es nueva, pero sigue siendo contracultural. En un mundo obsesionado con evitar el dolor a toda costa, aceptar que las dificultades son inevitables puede parecer incómodo. Sin embargo, investigaciones en psicología evolutiva y neurociencia respaldan esta visión. Por ejemplo, un estudio publicado en Emotion, concluyó que las personas que aceptan sus emociones negativas, en lugar de evitarlas, presentan niveles más bajos de ansiedad y depresión a largo plazo. La aceptación no es resignación, sino una forma de adaptación activa.
Amat propone una metáfora poderosa: las dificultades como olas del mar. No siempre se pueden evitar, pero se puede aprender a nadar entre ellas. Esta imagen conecta con el concepto de resiliencia, ampliamente estudiado en psicología positiva. La resiliencia se define como la capacidad para adaptarse positivamente a la adversidad, y ha sido vinculada a estructuras cerebrales como el córtex prefrontal medial y la amígdala. Aprender a "surfear" las olas no es simplemente una estrategia poética, sino una competencia psicológica medible y entrenable.
Desde una óptica más filosófica, este experto retoma una antigua disyuntiva: ¿aceptar la esclavitud o rebelarse contra ella? Lo hace desde un enfoque provocador: "Yo soy psicólogo punk", afirma, reivindicando la elección de la rebeldía incluso con el riesgo de ser "crucificado en la Vía Apia como Espartaco". En esta afirmación resuena el pensamiento del existencialismo, en particular de Sartre y Camus, quienes defendían la libertad como acto de creación frente al absurdo de la vida.
Este espíritu de insurrección psicológica encuentra eco en el enfoque terapéutico de la terapia de aceptación y compromiso (ACT), que anima a las personas a comprometerse con sus valores, aunque eso implique malestar, en lugar de evitar las emociones negativas. Un metaanálisis en Behavior Research and Therapy confirmó la eficacia de ACT en una amplia gama de trastornos psicológicos, precisamente por su capacidad para integrar sufrimiento y acción significativa.
Uno de los puntos más sugerentes de Amat es su 'teoría del 7'. Afirma que una vida saludable consiste en tener un 70% de control y aceptar que un 30% será siempre incontrolable. Este marco recuerda al concepto de locus de control mixto propuesto por Julian B. Rotter. La literatura científica muestra que las personas que combinan una sensación de control interno (puedo actuar sobre lo que depende de mí) con aceptación de los factores externos, muestran mayor bienestar y menor estrés crónico.
La obsesión por controlar todo, ese 30% inevitable, puede ser fuente de gran sufrimiento. En psicología clínica se reconoce esto como intolerancia a la incertidumbre, un rasgo común en los trastornos de ansiedad. Un estudio reciente del King's College London mostró que esta intolerancia predice síntomas de preocupación patológica, especialmente en contextos como la pandemia. Aceptar que cierta parte de la vida será siempre caótica no solo es saludable, sino necesario.
A la vez, Amat subraya que cada persona encuentra su propio equilibrio entre estabilidad e inestabilidad. Algunos necesitan estructuras firmes; otros se sienten cómodos en el flujo constante. Esta variabilidad individual es uno de los fundamentos de la psicología contemporánea, que se aleja de los modelos universalistas. Estudios en psicología cultural muestran cómo incluso la percepción del yo varía entre culturas, condicionando también cómo se vive el malestar y la incertidumbre.
La idea de este experto de rebelarse frente a la esclavitud del sistema también puede leerse en clave política y crítica social. En cierto modo, su postura recuerda al enfoque de Byung-Chul Han en La sociedad del cansancio (Herder Editorial), donde se denuncia la autoexplotación como nueva forma de sumisión. Amat, sin citarlo, parece oponerse a esta lógica neoliberal del rendimiento constante, proponiendo la rebeldía como forma de salud mental.
Lo cierto es que este psicólogo no ofrece recetas fáciles, sino una ética de la resistencia. Propone aceptar las olas, saber que a veces ahogan, pero también elegir el acto de rebelarse cuando la pasividad ya no es opción. Su propuesta es incómoda, pero profundamente humana. En un mundo que promete felicidad a cambio de obediencia y consumo, quizá el verdadero secreto de la vida, como dice él, esté en aprender a nadar... y decidir cuándo luchar.
