La explosión en la mina de carbón de Cerredo, en Asturias, ha causado una gran conmoción entre los habitantes de esta zona, de histórica tradición minera, por el trágico desenlace: la principal hipótesis es que una bolsa de grisú habría causado el estallido por el que han fallecido al menos cinco personas. Este tipo de accidentes mortales cada vez resultan más frecuentes en el sector minero en España, pese a que las medidas que se han implementado en las últimas décadas.
Según el último Informe de Siniestralidad Minera, publicado por el Ministerio para Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en 2023 se produjeron ocho accidentes mortales en el sector minero. Un año antes fueron 10. No se había registrado una cifra más alta que esta última desde 2013, cuando tuvieron lugar hasta 12 accidentes mortales, al igual que en 2008. Aquel año se observó un ligero descenso, puesto que en 2006 y 2007 se registraron un total de 36.
Con dos accidentes mortales, 2016 situó la siniestralidad mortal en minería en su mínimo histórico. Ese año había empleadas 22.122 personas en el sector minero, según las cifras del Ministerio de Trabajo y Economía Social (MITES). En 2023, la cifra cae hasta los 21.404. Por ello la incidencia de accidentes mortales en el sector minero ha experimentado un repunte en este periodo. Si en 2016 la incidencia fue de 7 accidentes mortales por cada 100.000 trabajadores, en 2023 fue de 37; es decir, un aumento del 311% en los últimos siete años.
En el informe del MITECO también se comparan los índices de siniestralidad mortal del sector minero con el de otros sectores. A excepción del ya mencionado 2016, en el que la situación del sector minero se igualó a la de los sectores agrarios y de la construcción, la minería es el sector que presenta los índices de siniestralidad mortal más elevados de los últimos 17 años.
"Un trabajo muy duro"
"Aunque ha mejorado una barbaridad, el trabajo de la mina sigue siendo muy duro", señala a EL ESPAÑOL Rubén Esteban, coordinador de la Comisión de Minería del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG). Pese al aumento en la incidencia de accidentes mortales registrado en los últimos años, este experto en geología minera reconoce que en la seguridad minera ha habido "un cambio enorme": "Hemos pasado de no tener seguridad a contar con unos estándares muy elevados en todo los tipos de explotaciones mineras".
La Ley de Minas data del año 1973. Con ella, se establecieron las instrucciones técnicas complementarias (ITCs), con las que se regulaban las medidas de seguridad y salud laboral que debían seguir los trabajadores mineros. Aunque "el refuerzo a la normativa de seguridad minera" no llegó hasta dos décadas después, con la Ley de Prevención de Riesgos Laborales.
Aun con las legislaciones aprobadas, se han seguido produciendo accidentes mortales en las minas españolas. Durante la década de los años 90, al menos 18 personas fallecieron en el Principado de Asturias a causa de dos accidentes mineros. La mina de Cerredo también fue noticia en julio de 2015, después de que un trabajador perdiera la vida al quedar sepultado por un derrumbamiento en lo hondo de la mina.
Bomberos trabajan tras una explosión en una mina de Cerredo este lunes.
Para Esteban, que los accidentes mineros se suelan dar en el norte peninsular no sólo se debe a la tradición histórica que existe en esta zona, por la que hay un mayor número de minas, sino que también influye el tipo de minería, la mayor parte es de interior y de carbón. Esta combinación de factores es lo que provoca que en esta región "pueda haber más accidentes".
Aun así, "los protocolos de seguridad son lo primero y se deben cumplir a rajatabla sin que quepa la posibilidad de sortear la seguridad en cualquier operación de una mina". Para ello cree que es necesaria, además de una mayor inversión por parte de las empresas de seguridad, más formación tanto para los trabajadores como para quienes dirigen equipos en las minas.
Mortalidad según la mina
Este geólogo también entiende que las administraciones deben actuar ante este "aumento sustancial" de accidentes mortales en el sector minero, que a su juicio responde a "un motivo coyuntural", puesto que "todas las minas pueden ser parecidas en siniestralidad".
Aunque, según el citado informe del MITECO, la incidencia es mayor en minería subterránea. En 2020, por ejemplo, fue de 65 accidentes mortales por 100.000 trabajadores, en comparación con los 11 que se registraron ese mismo año en minería a cielo abierto. En minería de interior, sin embargo, no se produjo ningún accidente mortal en cinco años desde 2012, mientras que en cielo abierto nunca se ha dado esta situación en la última década.
En las minas subterráneas, explica Esteban, la seguridad es mayor ya que una vez dentro, hay que tener en cuenta más riesgos que no se encuentran en las de exterior, como la inhalación de gases o las atmósferas explosivas, que "se pueden dar con mucha más facilidad".
No obstante, en ambos casos los estándares de seguridad son "muy elevados", teniendo en cuenta sobre todo que hay grandes minas, como las que se ubican en Andalucía o Extremadura, que pueden llegar a tener una vida útil de un siglo. Para garantizar que durante todo este tiempo no suceda ningún accidente, los factores de riesgo se estudian desde que se empieza a proyectar la actividad minera.
Es entonces cuando se analiza, por ejemplo, si en la mina se va a utilizar explosivos para volar en la roca o en mineral. En este último caso, también habría que valorar si puede producir partículas dañinas para la salud de los trabajadores. A todo ello hay que añadirle el papel de la Policía Minera, que se encarga de verificar que las empresas de este sector operan de manera segura. Para que se cumpla con este cometido, Esteban ve fundamental que "se refuerce la administración minera".
