El inicio de 2025 vino acompañado de la entrada en vigor una nueva normativa para regular el uso y otras actividades relacionadas con los medicamentos veterinarios. Afecta a la distribución, la prescripción y la dispensación de fármacos que prescriben estos profesionales de la sanidad animal. Entre otras cosas, implica que ya no pueden vender medicamentos a los tutores de sus pacientes. Ahora, deben recetarlos y enviarles a comprarlos a la farmacia.
Aunque el objetivo de quienes han elaborado la legislación es garantizar el control de uso de los antibióticos, para los profesionales es un problema, cuenta Delia Saleno, veterinaria clínica y expresidenta de la Confederación Empresarial Veterinaria Española (CEVE). "Ha colmado el vaso de una mala regulación histórica en torno a esto". Para ella, esta normativa "ata de manos y pies" al veterinario y da todo el control de los medicamentos para animales a los farmacéuticos.
Las limitaciones que ha establecido esta nueva norma han llevado a la muerte de Selva, una perrita de Galicia que falleció el pasado 13 de febrero a causa de una sepsis. Otro perro de raza grande le mordió y los profesionales no pudieron llegar a tiempo de frenar la infección por culpa de los protocolos. Los resultados del cultivo que permitiría darle al can el antibiótico necesario llegaron varios días después su muerte.
Este es el ejemplo de lo que cuentan Feo y Saleno. Los protocolos que tienen que seguir ahora pueden retrasar la atención de los animales. Si los tutores de la mascota enferma acuden a la farmacia y no pueden encontrar la medicación que necesitan, puede empeorar la situación. "Si tratas una patología en las fases iniciales, hay mayor posibilidad de respuesta positiva".
El problema, dice la profesional, es que en medicina animal muchas veces no llegan a tiempo y las complicaciones pueden acabar con el animal antes de que ese antibiótico llegue a casa. "Está en juego la vida de nuestros pacientes", lamenta Feo, que también es Director Médico del Hospital Veterinario Anicura Ars Veterinaria.
Uno de los puntos fuertes de la normativa y contra el que más luchan los profesionales es con la regulación del uso de antibióticos. Las clínicas y hospitales han quedado muy limitados. Este fármaco está dividido en cuatro categorías, siendo la A la más alta y la D la más baja. Saleno no entiende por qué se ha tomado esta decisión: "En veterinaria hemos reducido un 70% el uso de antibióticos sin estas restricciones".
Ahora, los veterinarios solo pueden usar los del último grupo en primera instancia y no pueden usar otro más fuerte hasta que no falla el primer tratamiento. "A veces tenemos que pautar una opción que sabemos que no va a funcionar"
Para usar los de las dos primeras categorías, tienen que realizar un cultivo al animal. Esta prueba puede demorarse entre tres y siete días, aunque a veces se puede tardar hasta 21 días en tener los resultados. Todo esto retrasa el tratamiento de animal y puede llevarle a un empeoramiento, cuenta Luis Feo, presidente del Grupo de Medicina Interna de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (AVEPA).
El profesional explica que los veterinarios sí que pueden administrar los fármacos en su consulta y proporcionar a los tutores del animal algunas dosis para cubrir el tiempo hasta que acudan a la farmacia a por él. Aun así, el texto no deja claro cual es el tiempo máximo.
Feo entiende que no es lo mismo vivir en un pueblo pequeño que en una gran ciudad (en cuanto a la accesibilidad de las farmacias), pero también cuenta la confusión dentro del sector. No saben el tiempo máximo que pueden cubrir con esa medicina provisional.
El veterinario también cree que las sanciones contempladas en la norma (entre 60.000 y un millón de euros) pueden hacer que sus compañeros se muestren reticentes a aplicar esta excepción.
Los restos de medicamento que se acumulan
Además de los riesgos para la salud de los animales que implican estas limitaciones a los veterinarios, Saleno expone también que esta normativa va a crear un gran excedente de fármacos veterinarios. Antes de esto, cuando podían dar los medicamentos a los tutores, lo que hacían era proporcionar la cantidad justa que necesitaba la mascota para curarse.
Ahora, cuando alguien acuda a la farmacia a por los fármacos prescritos, le darán el envase entero. Esto hará que vayan acumulando en casa los restos y se pueda producir un mal uso o, también, una mala gestión si no te desechan de manera adecuada las cantidades que sobran.
La profesional agrega que estos restos pueden acabar en el medio ambiente con el consiguiente impacto que causaría. Esto es, también, otra gota que se añade al vaso del riesgo de resistencia a los antibióticos, señala.
Feo entiende que se debe legislar y garantizar el mejor uso posible de los fármacos, pero cree que se debe "flexibilizar" la normativa. "No podemos perder el sentido común", dice. Para Saleno, parece que "hasta 31 de diciembre" ella y sus colegas estaban usando mal los antibióticos. Los dos coinciden en que esto pone en riesgo jurídico a su profesión y los deja entre la espada y la pared. "Tenemos que elegir entre cumplir la ley o dar el tratamiento más adecuado", concluye el profesional.