Los efectos del cambio climático ya se dejan notar y, de seguir así, numerosos estudios científicos prevén que la situación irá a peor. Entre los años 2030 y 2052, la temperatura media global podría aumentar hasta 1,5ºC. Desde el siglo XIX a la actualidad, ya lo ha hecho un grado. 

Para mayor preocupación, hace unas semanas conocíamos de mano de la Organización Meteorológica Mundial un nuevo dato de concentración de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano y óxido nitroso) en la atmósfera. En 2018, esta marcó un nuevo máximo histórico. Concretamente, la concentración de CO2 en 2018 llegó a las 407,8 partes por millón, un 47% más que en la época preindustrial; la de metano a las 1.869 partes por mil millones, un 159% más que en el mismo periodo; y la de óxido nitroso a las 331,1 por mil millones, un 23% más. 

La realidad es que para volver a ver estos niveles hay que remontarse a tres millones de años atrás, cuando ni siquiera existía la raza humana. Entonces, la temperatura era entre dos y tres grados más cálida y el nivel del mar casi 20 metros mayor. 

Otro dato preocupante es que, en tan solo 36 años, se han perdido 2,5 millones de kilómetros cuadrados de superficie en el Ártico, según la NASA. A este ritmo, en 100 años habrá desaparecido todo el hielo marino

Tal es la realidad, que Europa se ha convertido en el primer continente en decretar la situación de “emergencia climática”. La Eurocámara ha advertido que, de no tomar las medidas oportunas, corremos el riesgo de adentrarnos en un panorama de “no retorno”. 

Cumbre del Clima en Madrid 

Para abordar el problema del cambio climático en el marco del cumplimiento del Acuerdo de París, desde el 2 de diciembre y hasta el día 13 se está celebrando en Madrid la Cumbre del Clima. 

Un evento que reúne a los máximos mandatarios internacionales y activistas como la joven Greta Thunberg. La COP25 hace referencia a la vigésimo quinta conferencia en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. 

El espacio para su celebración es el recinto ferial de IFEMA de la capital española, que se ha dividido en una zona azul y verde. En la primera tienen lugar las sesiones de negociación y la segunda aglutina al púbico, donde se puede asistir a numerosos eventos. 

El principal objetivo de la COP25 es que todos los compromisos que se adquirieron en la firma del Acuerdo de París no queden en papel mojado, sino que comiencen a ser verdaderamente vinculantes, ya que, aunque algunos países sí han implantado medidas de acuerdo a la consecución de esos objetivos, a otros les queda un largo camino por recorrer. 

Un escenario que no se caracteriza precisamente por su sencillez, sobre todo después de que Estados Unidos formalizase su salida del Acuerdo. A pesar de ello, los líderes internacionales son conscientes de que tienen la obligación de cumplir con algo que les exige la sociedad. La meta más inminente es estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera y situarlos por debajo de los 2ºC

De la misma manera que los gobiernos mundiales e instituciones tienen la obligación de contribuir a la preservación de nuestro planeta, también deben adquirir un compromiso las empresas

Banco Santander, banco sostenible

La entidad presidida por Ana Botín está totalmente comprometida con la protección del medioambiente, trabajando en diferentes proyectos para reducir al máximo su huella ambiental en aquellos países en los que opera. 

Como parte de su compromiso, Banco Santander ha definido 10 metas de banca responsable hasta 2025. Una de ellas es la movilización de 120.000 millones de euros de aquí a 2025 para financiar la transición hacia una economía más verde. 

Ya en 2016, Banco Santander lanzó su plan de eficiencia a través del cual se han desarrollado 250 iniciativas con una inversión de 69,8 millones de euros con el que consiguió reducir el consumo eléctrico en edificios un 9%, un 9% las emisiones de gases productores del efecto invernadero y un 26% el consumo de papel, todo ello en países del G10.

Asimismo, el Banco también es referencia en la financiación de proyectos de energías renovables, a través de Santander Corporate & Investment Banking (SCIB). Esta división ha consolidado su posición de liderazgo en transacciones de energías renovables, con 6.689 MW de energía limpia financiados, equivalentes al consumo de 5,7 millones de hogares desde 2016 hasta 2018.

Además, el año pasado la entidad firmó una línea de crédito de 200 millones de euros para la construcción de centrales de energías renovables con el Banco de Desarrollo del Consejo de Europa. Un préstamo que forma parte de la estrategia “Europa 2020” para ayudar al gobierno español a alcanzar sus objetivos sostenibles. 

De la misma manera, en Brasil también firmó otra línea de crédito para financiar la compra de equipos fotovoltaicos por valor de 84 millones de euros. 

La entidad que preside Ana Botín quiere además impulsar el cambio de comportamiento de sus más de 144 millones de clientes en todo el mundo, para lo que ha puesto en marcha distintos productos y servicios encaminados a fomentar hábitos sostenibles. Por ejemplo, con la bonificación en España de la hipoteca a quienes compren casas eficientes.

Por iniciativas como estas, y por otras más, la entidad ha sido elegida la más sostenible del mundo por el Dow Jones Sustainability Index 2019, en base al análisis de   los ámbitos medioambiental, económico y social de la compañía. 

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