Los avances que han tenido lugar en los últimos años, tanto a nivel científico como social, han conducido a que la anticoncepción haya dejado de ser un fenómeno meramente femenino. Sí que es cierto que tradicionalmente son los hombres los que se ponen el preservativo, pero cuando el tratamiento consiste en medicamentos o técnicas más invasivas, suelen ser las mujeres las que deben someterse a ellas.

Sin embargo, cada vez son más los hombres que estarían dispuestos a medicarse siempre que existiera un fármaco seguro y eficaz para ello. Por eso, muchos equipos de investigadores llevan años en busca de una forma exitosa de anticoncepción masculina.

El problema es que la mayor parte de los métodos estudiados suponen ciertas desventajas que deben ser solucionadas, de modo que se retrasa notablemente su lanzamiento al mercado. Pero, como toda norma tiene una excepción, parece ser que sí que hay un tratamiento de este tipo que podría estar muy pronto en las farmacias.

En 2013 un equipo de investigadores de la Universidad de Monash publicaba en PNAS un estudio sobre un nuevo método anticonceptivo que evitaba la fecundación de los espermatozoides por un mecanismo muy diferente al convencional.

Por lo general, la mayoría de estos métodos evitan la concepción alterando el desarrollo o la madurez de los espermatozoides. Esto suele ser bastante efectivo, pero a menudo también aporta efectos secundarios indeseados, ya que puede generar cambios irreversibles en el esperma, provocando problemas permanentes de fertilidad.

Por eso, este nuevo método resulta tan interesante, ya que, en vez de actuar de este modo, se bloquea el transporte de los gametos masculinos a través del tracto reproductor femenino, impidiendo que lleguen hasta el óvulo.

Se trata de la combinación de dos proteínas, el adrenoreceptor α1a y el purinoceptor P2X1 y su administración sería a través de una píldora, por lo que se eliminaría también la incomodidad que suponen algunos anticonceptivos inyectables en estudio.

Hasta ahora han dado muy buenos resultados en ratones, pero estos investigadores consideran que ha llegado el momento de comenzar los ensayos clínicos en humanos. La primera de estas proteínas ya se comercializa, aunque para el tratamiento de la hiperplasia prostática benigna. Queda saber si esta nueva utilidad que se le ha descubierto es igualmente efectiva. De ser así, se calcula que el fármaco podría estar en venta en un periodo de entre cinco y diez años.

Hasta entonces habrá que seguir confiando en los métodos anticonceptivos disponibles sin olvidar que sólo el preservativo resulta útil también para evitar el contagio de enfermedades venéreas. La anticoncepción es importante, pero la salud sexual lo es aún más y, en estos casos, vale muchísimo más prevenir que curar.