La Luna volverá a ser la protagonista en la noche del 31 de enero, cuando una superluna, la segunda del mes, producirá un eclipse total. Estos dos fenómenos astronómicos coincidirán además con una luna de sangre y una luna azul, algo que no se repetía desde 1866, hace 150 años.

La coincidencia de una superluna, que además será la segunda Luna llena del mes y eclipse total se llama en algunos medios estadounidenses Luna azul, algo que nada tiene que ver con su color, explica el Instituto Astronómico de Canarias (IAC) en un comunicado.

Los cálculos indican que desde 1982 no se produce esta coincidencia, que no tendrá ninguna implicación para la Tierra. Desde el punto de vista astronómico, el mayor interés reside en las observaciones y medidas tomadas durante el transcurso del eclipse total, añade la nota de prensa.

Los eclipses lunares ocurren cuando pasa por la sombra de la Tierra, lo que no sucede todos los meses porque la órbita de la Luna está ligeramente inclinada con respecto a la de la Tierra-Sol (eclíptica). A diferencia de los eclipses solares, los lunares son visibles desde cualquier lugar del mundo, una vez que la Luna está sobre el horizonte en el momento del eclipse, recuerda el Instituto de Astrofísica de Canarias.

Durante la totalidad, la Luna no desaparece de la vista, sino que adquiere una tonalidad rojiza, razón por la que en las redes sociales se la conoce como "Luna de sangre". La atmósfera de la Tierra, que se extiende unos 80 kilómetros más allá del diámetro terrestre, actúa como una lente desviando la luz del Sol, al tiempo que filtra eficazmente sus componentes azules, dejando pasar solo luz roja que será reflejada por la Luna, dándole un resplandor cobrizo característico.

Según datos proporcionados por la NASA, en 2018 se producirán dos eclipses totales de Luna, el 31 de enero y el 27 de julio. El primero de ellos será visible, completamente, desde Australia y el Oriente asiático, mientras que su observación desde Europa no será posible.

Para el segundo, se podrá ver la fase final desde Europa y habrá que esperar hasta el 21 de enero de 2019 para ver todas las fases de un eclipse total de Luna. Debido a que la órbita de la Luna es una elipse, hay momentos que se encuentra más cercana a la Tierra -perigeo- y otros más alejada -apogeo-. Durante las superlunas (la Luna llena se produce cerca del perigeo), el diámetro lunar puede aumentar hasta en un 14 %, y su brillo, alrededor de un 30 %, respecto a una Luna llena en el apogeo.

En la situación más favorable, una superluna tendrá un diámetro de cuatro minutos de arco mayor que una Luna llena en el apogeo; es decir, el incremento de diámetro angular de la superluna es de solo la quinceava parte del tamaño angular de nuestro dedo meñique si se observa con el brazo extendido, lo que es muy difícil distinguir a simple vista, concluye el comunicado. 

Para los observadores en América del Norte, Alaska o Hawái, el eclipse será visible antes del amanecer del 31 de enero. Para aquellos en el Medio Oriente, Asia, Rusia oriental, Australia y Nueva Zelanda, la "superluna de sangre azul" podrá ser vista durante la salida de la luna en la mañana del 31.

En Europa Occidental y la mayor parte de África y América del Sur el espectáculo será parcial, ya que serán zonas no afectadas por el eclipse. En España, esta superluna podrá verse "sin ningún problema" en la noche del 30 al 31, según aseguró el divulgador científico Antonio Pérez Verde, si bien no podrá apreciarse el eclipse, al coincidir su máximo a las 14.30 horas de la tarde.