Jane Goodall (etóloga, conservacionista y Mensajera de la Paz de las Naciones Unidas)

El mundo, tal y como lo conozco, se acaba. Cierro los ojos y experimento de nuevo el milagro de la selva tropical, los arroyos susurrantes, el murmullo de las hojas y la infinidad de sonidos animales: el piar, los cantos, los zumbidos. Destellos de color: pájaros, mariposas, peces que brillan en el agua. Monos que se alimentan en las alturas. El olor de la tierra húmeda y las flores. Cada una de las especies, sin importar su tamaño, desempeñando su papel en el suntuoso tapiz que es la vida.

En mi cabeza veo humedales, montañas, arrecifes de coral, praderas doradas. El sol centelleando sobre el hielo del Ártico. Los pinos de los acantilados que escalé de niña. En estos escasos minutos, la belleza del mundo que conocí es real de nuevo.

Abro los ojos a regañadientes. Estoy rodeada de tierras y aguas muertas, contaminadas, saqueadas. El mundo natural ha sido destruido. Nuestras ciudades se han desmoronado. Los seres humanos fuimos avariciosos y le robamos a la naturaleza sus riquezas; ella ha contraatacado con huracanes, inundaciones, sequías, incendios y terremotos.





La belleza de nuestro planeta no está muerta sino durmiente, como las semillas de un árbol muerto

Pero, de repente, me doy cuenta de que, aunque la tierra parezca estar destruida, sigue viva en mi cabeza. Y soy consciente de otro tipo de belleza: la belleza del indomable espíritu humano. Las ansias de ambición y poder han destruido la belleza que heredamos, pero el altruismo, la compasión y el amor no han sido destruidos. Aún queda algo de belleza humana que no ha sido destruida. La belleza de nuestro planeta no está muerta sino durmiente, como las semillas de un árbol muerto. Tendremos otra oportunidad.



Richard Dawkins (biólogo evolutivo y escritor)

Queridos conciudadanos cósmicos: si tenéis la tecnología necesaria para interceptar este último testimonio desde nuestro condenado planeta, existen muchas probabilidades de que seáis más avanzados que nosotros. Probablemente, estéis más evolucionados y vuestros descifradores de códigos sean capaces de decodificar mi lengua.

Sabréis que, como cualquier otra forma de vida, evolucionamos gradualmente partiendo de comienzos sencillos a través de la supervivencia no aleatoria de instrucciones codificadas digitalmente. A esas instrucciones las llamamos genes (sin duda, en los detalles, los vuestros serán diferentes de los nuestros). Sobrevivieron principalmente a través de la construcción de lo que llamamos cuerpos. Nuestra forma de vida se derivaba de la energía de nuestra estrella (el Sol) que era interceptada por cuerpos estáticos llamados plantas, que usaban especializados recolectores de fotones llamados hojas. La energía de las plantas fue robada por unos cuerpos móviles llamados animales.

Algunos animales, a su vez, consumieron otros animales y la energía se transmitió a través de una “cadena alimentaria.” Todos usaban el mismo código genético, una cadena linear de caracteres digitales derivado de un alfabeto de cuatro caracteres. Os resultará fácil calcular que esto era suficiente para codificar una gran diversidad de formas. Este es uno de los extraordinarios esplendores de nuestro trágico planeta.







De entre los muchos millones de tipos de animales, nosotros, los humanos, nos distinguimos por un gran ordenador de a bordo, el “cerebro”





De entre los muchos millones de tipos de animales, nosotros, los humanos, nos distinguíamos por un gran ordenador de a bordo (el “cerebro”) que nos permitió hacer algunos progresos a la hora de entender el universo y nuestros orígenes. Estábamos bastante orgullosos de poder entender cosas como la evolución o el hecho de que la materia se dé en un conjunto finito de “elementos.” Aunque dimos algunos pasos en lo que llamamos teoría cuántica, nos desconcertó bastante, probablemente porque nuestro cerebro no llegó a evolucionar lo suficiente como para entender lo ultrapequeño.

Soñábamos con una Teoría del Todo definitiva y con un conocimiento pleno del origen de todas las cosas, incluido el tiempo. Es posible que vosotros ya lo hayáis logrado. Perecer antes de haberlo conseguido es una de nuestras grandes penas.



James Dyson (inventor, diseñador y fundador de la compañía Dyson)

Es maravilloso poder ser testigo de cómo los ingenieros abordan problemas aparentemente irresolubles con ingenio y coraje.

El mañana es más emocionante que el hoy gracias a los ingenieros. Impulsan el progreso utilizando el cerebro y las manos. Su inteligencia y su persistencia son la mejor muestra del ingenio y la creatividad de los humanos. Son los máximos creadores de riqueza de una economía y son increíblemente ingeniosos.



Los ingenieros no siempre cumplen las normas; enfocan los retos desde ángulos nuevos y con inteligencia e ingenuidad para dar con la solución correcta. No hay reto demasiado grande para ellos. Es por ello que me parece inverosímil que el mundo se esté acabando. ¡Los ingenieros encontrarán la forma de evitar esta catástrofe!



Kyung-sook Shin (escritora coreana)

Fui feliz al poder vivir en esta Tierra como hija de mi madre. Ella me enseñó a andar, a vestirme, a decir mi nombre. Cuando crecí un poco, me enseñó que la lectura es una parte importante de la vida en este mundo. Dando ejemplo con su propia vida, mi madre me enseñó a plantar semillas, me enseñó que uno recoge lo que siembra, y me enseño a consolar a la personas cuando están tristes.

A los 22 empecé a escribir novelas en mi lengua materna, un idioma impregnado de la esencia de mi madre. Escribí sobre todo lo que nace en nuestros corazones y en el mundo, desde la tristeza y la belleza hasta la pasión y el amor. A través de las palabras, me esforcé por recuperar todo lo que había desaparecido. También escribí sobre mi madre que me lo había dado todo pero a quien, en ocasiones, daba por sentada.







La escritura fue la forma que elegí para rendir homenaje a todo lo que estuvo vivo en la Tierra y que ya no está. Si

La escritura fue la forma que elegí para rendir homenaje a todo lo que estuvo vivo en la Tierra y que ya no está. Si hubiera tenido una hija, le hubiese enseñado todo lo que aprendí de mi madre. Ojalá la hubiese tenido.

Mohsin Hamid (novelista paquistaní)

Entidades del cosmos, saludos de parte de los humanos de la Tierra. El mundo, tal y como lo conocemos, está llegando a su fin. Los humanos somos una forma de vida biológica. Nuestra existencia individual se caracteriza por la temporalidad. Vivimos, y después morimos. Nuestro gran logro es no habernos visto del todo superados por la consciencia del aprieto en que nos encontramos.

Sabemos que vamos a morir pero, a pesar de todo, sentimos amor y ternura, asombro y alegría. Nuestra consciencia de la muerte está en la base de nuestra compasión. Sabemos que todos los humanos, al margen de lo diferentes que seamos los unos de los otros, pasaremos por la experiencia de la muerte y esto crea en nosotros un sentimiento de cercanía.







Nuestra consciencia de la muerte está en la base de nuestra compasión





No fuimos menos porque fuéramos a morir. Fuimos más. Pero el deseo de vivir para siempre creció fuerte en nuestro interior. Creamos máquinas con la esperanza de que nos ayudaran a cumplir este deseo. Deseamos fusionarnos con estas máquinas. Ahora, gracias a nuestros esfuerzos por acabar con la inmortalidad, estamos al borde de nuestra propia extinción. Adiós. Espero que nuestro ejemplo os resulte útil.

Oscar Murillo (un artista afincado en Londres)

La búsqueda de nuevas fronteras en nombre de la ciencia y del imperio siempre ha ocurrido a expensas de los demás. Los primeros exploradores, desde el conquistador Cortés hasta el Capitán Cook, viajaron alrededor del globo en aras de la expansión y el conocimiento. Sin embargo, su objetivo no era descubrir más mundo sino difundir una visión del mundo preexistente. Y, por tanto, su camino estuvo plagado de bajas, en forma de comunidades, países, cadáveres.

La historia la cuentan los que más gritan. Y las voces del imperialismo siguen siendo las más altas, incluso hoy en día. Los astronautas de la misión Apolo 11 se entrenaron en el desierto del oeste de los Estados Unidos — tierras que fueron de los nativos americanos — para prepararse para la Frontera Final. Según un viejo chiste, un jefe indio le pidió a los astronautas que le hiciesen llegar un mensaje a los espíritus sagrados que viven en la Luna.







La historia la cuentan los que más gritan. Y las voces del imperialismo siguen siendo las más altas, incluso hoy en día

El hombre le dijo unas palabras en su idioma y, cuando los astronautas le preguntaron lo que significaba, el jefe les respondió que era un secreto entre su tribu y los espíritus de la Luna. Pero los astronautas se las arreglaron para encontrar a alguien que les tradujese el mensaje. El mensaje era: “No os creáis ni una sola palabra de lo que os diga esta gente. Han venido a robaros vuestras tierras.”



Daniel Humm (cocinero suizo, co-propietario de Elven Madison Park)



La belleza definitiva de la vida en la Tierra solo se puede describir en el contexto de las relaciones personales. La belleza natural y verdadera se realza de manera exponencial cuando se comparte.

Como cocinero, tengo la suerte de ser testigo de esto cada noche en mi restaurante: personas de lo más diversas, de todas las etnias, de todas las edades, profundamente unidas alrededor de una mesa. La conexión humana es sumamente bella y nada lo muestra mejor que nuestras experiencias en 2017.







La belleza natural y verdadera se realza de manera exponencial cuando se comparte





A pesar de todos los desastres, tanto naturales como provocados por el hombre, hay una cosa que resultó ser más poderosa que la devastación: la intención, absoluta y tremendamente humana, de mirarnos a los ojos — no el color de la piel, las ideas políticas, o las preferencias religiosas o sexuales — y establecer una conexión en un plano absolutamente conmovedor. Tener el deseo de que otra persona triunfe sobre la adversidad; ayudar a alguien a levantarse cuando está en su punto más bajo; conectar los unos con los otros bajo la superficie. Esta es nuestra máxima expresión de belleza.