Cuando Neil Armstrong regresó de la Luna en 1969 se acordó de Emilio Herrera Linares, un español que había diseñado el primer traje de astronauta.  "Me dijo que de no ser por el invento de mi maestro nunca habría llegado a la Luna", relató Manuel Casajust Rodríguez, empleado en la NASA y discípulo de Herrera, fallecido dos años antes.

Nacido en 1879, en Granada, de familia burguesa y castrense –de los Herrera de toda la vida, entre sus antepasados está Juan de Herrera, arquitecto de El Escorial-, hizo carrera militar y se formó en ingeniería aeronáutica en una época fascinante para esta disciplina. Fue piloto de pruebas de dirigible y se convirtió en el primer aviador español en cruzar el estrecho de Gibraltar junto con José Ortiz Echagüe en 1914.

La fascinación que sentía por el aire le encaminó hacia la ciencia. En 1932 predijo que algún día el ser humano pondría su pie en la Luna y un año más tarde preparó un programa de investigación de la radiación cósmica en las capas altas de la atmósfera. Eso significa que necesitaba subir muy alto: su plan incluía una ascensión en globo aerostático hasta una altura de 26 kilómetros, una idea tan extraordinaria para la época que llamó la atención internacional.

Uno de los principales retos de este desafío científico era contar con un traje adecuado para las bajas temperaturas y el aire de aquellas alturas, así que diseñó la escafandra estratonáutica. No existe ningún precedente anterior de la actual vestimenta espacial, puesto que no le faltaba detalle. Una primera capa de lana cubría totalmente el cuerpo del cuello a los pies; la segunda era de caucho, impermeable; y la última, de hilos de acero, placas de duraluminio y pliegues para permitir la movilidad de cadera, hombros, codos, rodillas y dedos.

Infografía de la escafandra estratonáutica de Herrera comparada con un traje espacial de la NASA. Agencia SINC

Un casco de aluminio similar al de un buzo protegía la cabeza, con una visera de tres cristales, uno irrompible y otros dos que filtraban los rayos ultravioletas. Además, incluía micrófono, respiradores, un sistema que filtraba en el dióxido de carbono, termómetros y barómetros interiores y exteriores.

El 18 de julio de 1936 Emilio Herrera estaba en Santander para presentar su proyecto de ascensión a la atmósfera. ¿Les suena la fecha? Ese día estalló la Guerra Civil y con ella se hizo añicos su proyecto científico. A pesar de ser monárquico y haber tenido una estrecha amistad con Alfonso XIII –le llegó a acompañar a su exilio de París-, fue coherente con la legalidad y luchó con los republicanos, llegó a general y la contienda le arrebató un hijo, también aviador.

El franquismo nunca le permitió regresar, así que primero emigró a Chile y después a Francia. Nunca se desvinculó de la República, llegando a ser ministro en el exilio y presidente entre 1960 y 1962, un cargo poco más que simbólico a aquellas alturas. A pesar de su compromiso político, sufrió penurias económicas pero no abandonó la ciencia y llegó a ser premiado por sus colegas franceses de la Academia de Ciencias.

Emilio Herrera con su escafandra estratonáutica. Agencia SINC

Pidió la bandera de España en la Luna

Otro de sus seguidores, el aviador republicano Antonio García Borrajo, desvela que el granadino mantuvo contactos con la NASA que justifican la admiración del propio Armstrong: "Cuando los norteamericanos le ofrecieron a Herrera trabajar para su programa espacial con un cheque sin limitaciones en ceros, él pidió que una bandera española ondeara en la Luna, pero le dijeron que sólo ondearía la de Estados Unidos".

Al final rechazó la oferta y su figura se ha visto sepultada por la historia hasta convertirse en un desconocido para sus compatriotas, al parecer, poco dados a admirar el ingenio y la integridad moral.

Manuel Casajust Rodríguez se trajo un pequeño tesoro de Cabo Cañaveral: el primer hombre que pisó la Luna le regaló una de las rocas que los astronautas del Apolo 11 recogieron en la superficie del satélite para que se la hiciera llegar a los familiares de Herrera. Acabó en el Museo del Aire, pero si ustedes quieren visitarlo por ese motivo, no se molesten: desapareció en 2004 y no se sabe nada de ella.

[Más información: Especial Apolo XI: 50 años de la llegada del hombre a la Luna]