En 1900 se celebró en París el Segundo Congreso Internacional de Matemáticas. Lo más granado del área se juntó en la Ciudad de la Luz y, entre ellos, un científico alemán, David Hilbert, conocido entre otras cosas por desarrollar la teoría de invariantes. Cuando llegó su turno, Hilbert deslumbró a los asistentes con una insólita propuesta: definió 10 desafíos (en la publicación correspondiente se ampliarían a 23) que marcarían el avance de las Matemáticas en el siglo que comenzaba. Su idea resultó ser correcta y la resolución de algunos de los 23 desafíos de Hilbert supuso un avance para su área reconocido universalmente.

Más de un siglo después, la primera organización benéfica en la lucha contra el cáncer -Cancer Research UK- ha decidido imitar al matemático alemán, en esta ocasión con un importante incentivo económico por medio. La entidad, que convoca regularmente ayudas para investigación, acaba de lanzar su Gran Desafío, abierto a grupos de todo el mundo. La oferta: 100 millones de libras (139 millones de euros) a repartir entre aquellos grupos que presenten las propuestas más atractivas para cubrir siete áreas que han identificado como las más necesitadas para darle la vuelta al abordaje del cáncer.

Son siete puntos flacos, que la ciencia aún no ha conseguido abordar de forma satisfactoria, aunque decenas de grupos llevan años trabajando en ellos. Los investigadores que convenzan a los nueve miembros del exigente jurado de que tienen más posibilidades de resolverlos podrán recibir hasta 20 millones de libras (27,8 millones de euros).

El desafío está abierto a todo el mundo, también a centros de investigación españoles. Eso sí, estos deben aliarse con entidades británicas, porque el 25% del proyecto tendrá que llevarse a cabo por ciencia inglesa, por hacer honor al UK de su nombre.

El sueño de curar todo tipo de cáncer. Ilustración: Sergio Bermejo.

La investigadora principal del Grupo de Modelización de Terapias Antitumorales en Ratón en el Vall d'Hebrón Institute of Oncology (VHIO) Laura Soucek comenta a EL ESPAÑOL: "Creo que aceptaremos el desafío". Para Soucek, que cree que podrían tener posibilidades al menos en dos de las siete áreas, se trata de retos "que se pueden llevar a cabo". "No son necesariamente desafíos imposibles", destaca y añade que esas prioridades pueden cambiar el abordaje del cáncer.

También tiene una opinión muy positiva de la iniciativa la jefa del Grupo de Melanoma del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), Marisol Soengas, que destaca que los desafíos cubren un área muy completa "desde mejorar el diagnóstico a revolucionar el tratamiento".

Estos son los siete desafíos del cáncer, cuya resolución -a la que sin duda ayudarán los 100 millones de libras- podría cambiar el curso de la enfermedad, segunda causa de muerte en todo el mundo. Quedan 109 días para aspirar a hacer historia.

1. Vacunas contra el cáncer

Las vacunas han revolucionado el manejo de muchísimas enfermedades, hasta lograr incluso erradicarlas. La teoría es muy sencilla: ante un patógeno invasor, el sistema inmunológico lucha y puede o no vencerlo. Pero si previamente se ha inoculado una forma debilitada del microorganismo y se ha enseñado al organismo a reconocerlo, la lucha acabará en una victoria garantizada. 

Hasta la fecha no se ha conseguido esa bala mágica contra los tumores malignos. La razón también es extremadamente simple: el cáncer no lo causa un organismo invasor, sino las células del propio cuerpo humano. Atacarlas sería como atacarse a uno mismo, pero esto puede cambiar o al menos así lo piensa Cancer Research UK. 

Para Soucek, la idea de que las células cancerosas puedan tener diferencias con las células normales y presentar antígenos específicos, es una idea "que aún se podría explotar". La investigadora no sueña en un futuro en el que un pinchazo rutinario acabe con el riesgo de cáncer, pero sí que se utilicen vacunas en combinación. 

"A mí me encanta la idea de derivar células del sistema inmune del paciente, entrenarlas fuera del mismo para hacerlas reconocer marcadores de células cancerosas y después volver a introducir en el organismo para que las ataquen", señala y destaca: "Es un abordaje que ya ha empezado en EEUU". 

Soengas, por su parte, cree que se puede soñar con vacunas específicas para personas de riesgo y las señala más como herramientas para prevenir las metástasis. "Antes de que ocurra el cáncer es difícil, porque aún no conocemos bien los mecanismos de inducción de la enfermedad", comenta. 

2. La enfermedad del beso 

A menudo se habla erróneamente de las vacunas contra el cáncer y se definen como tales las inmunizaciones dirigidas a patógenos asociados al riesgo de tumores malignos, como el virus de la hepatitis B -ligado al cáncer de hígado- o el del papiloma humano -asociado al cáncer de cuello de útero. 

Uno de estos agentes sigue libre y sin vacuna que lo pueda atacar, y es el virus de Epstein-Bar (EBV), el causante de la mononucleosis o enfermedad del beso,  al que se atribuyen 200.000 casos de cáncer al año en todo el mundo. 

"El 90% de las personas tenemos el virus en forma latente; no es algo preocupante en circunstancias normales, pero puede serlo en combinación con otras enfermedades, sobre todo porque se queda latente y se puede reactivar cíclicamente. Se podría pensar en evitar esta reactivación y esa media se podría aplicar a nivel mundial", destaca Soucek.

3. La 'lotería' del cáncer 

Se sabe que hay distintos eventos que causan mutaciones asociadas al cáncer. Pero ¿por qué le sucede a unas personas y otras no? Descubrirlo, y he ahí el desafío, podría revelar causas del cáncer aún desconocidas. 

Para Soucek, saber con antelación qué mutaciones podrían hacer que alguien desarrollara cáncer en un futuro -según su exposición a distintos carcinógenos- daría algunas pistas sobre por dónde empezar a prevenir la enfermedad. 

Soengas advierte: aunque se identifiquen esos cambios genéticos, estos pueden predisponer "en poca proporción". "Ésa es la dificultad, que no va a haber un único factor sino varios, y no parece que vayan a ser uniformes para toda la población", comenta. 

4. ¿Tratar o no tratar?

El cáncer no siempre se comporta de la misma forma pero, como resalta Soucek, ahora mismo prima la estrategia más segura: tratar a todo el mundo por igual para no correr ningún riesgo. "Ahora tenemos muchos más datos y podemos compartirlos con más gente; podríamos reducir el abordaje agresivo en algunos casos y ahorrar sufrimiento", destaca. 

La investigadora del CNIO reelabora el reto de la entidad británica: "El desafío será establecer una jerarquía en las alteraciones que podamos tener, porque van a ser muchas y que ese patrón jerárquico sea funcional, se pueda utilizar para decidir el tratamiento". 

5. El mapa

Aunque se habla del cáncer en singular, la ciencia cada vez ve más claro que dentro de un único tumor hay diferentes secciones, que pueden responder diferente a tratamientos y evolucionar de forma distinta. El quinto reto es ambicioso: encontrar una manera de mapear los tumores a nivel molecular y celular. 

Soanges lo tiene claro: el cáncer no sólo afecta al lugar donde se forma, sino que reorganiza todo el entorno y alterna el sistema inmune, entre otros efectos. Además, algunos mandan señales a zonas a distancia para favorecer la colonización posterior en forma de metástasis. 

Para Soucek, las actuales técnicas de análisis genómico, que permiten analizar cada célula del tumor de forma individual, será la clave para "cambiar la imagen del cáncer" y avanzar en este desafío. 

6. El súper oncogen

A la investigador del VHIO le suena, y mucho, este desafío. De hecho, su grupo fue pionero en demostrar que se podía atacar a Myc, un gen involucrado en la mayoría de los tipos de cáncer. "Daba miedo abordarlo porque Myc tiene una función central también en los tejidos normales, pero nosotros demostramos que se podía", recuerda la investigadora. 

Un ratón en su laboratorio lo atestigua. Tras inocularle no uno sino muchos cánceres de pulmón se consiguió con terapia génica inhibir a Myc. Adiós al cáncer y sin apenas efectos secundarios. Lograrlo en humanos es el desafío que propone Cancer Research UK y uno de los que probablemente acepte el centro catalán. 

Soengas reconoce el papel de este oncogen, aunque comenta que hay otros muchos del mismo tipo. Cree que se ha escogido a Myc porque aún no se ha conseguido atacar a la proteína en células humanas. 

7. Macromoléculas

El ARN y la proteínas son moléculas de gran tamaño que podrían ser muy buenos tratamientos contra el cáncer. Sin embargo, hasta ahora no se ha encontrado una forma eficiente de introducirlas en las células. 

Precisamente el inhibidor de Myc que está desarrollando el VHIO es una de estas macromoléculas. "Ya se ha conseguido llevarlas a la superficie de las células, pero no al núcleo que es donde está este gen", comenta Soucek, que señala el papel de la nanotecnología para que estos compuestos viajen por el organismo sin degradarse. 

Soengas cree que cumplir este desafío tendría otras ventajas, como hacer que el medicamento se concentre en torno a la célula tumoral o poder ver adónde está llegando el medicamento, si está siendo o no efectivo.