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Sociedad

El sector taurino de Castilla y León confía en recuperar el número de festejos previo a la pandemia

"Tras dos años desastrosos", el presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, el burgalés José Antonio Bañuelos, destaca que “hay muchas ganas de volver a ver toros” 

23 abril, 2022 09:59

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El sector taurino de la Comunidad confía en recuperar esta temporada el número de festejos previo a la pandemia, tras dos años desastrosos en los que la actividad fue mínima. Así, de los 2.337 festejos celebrados en 2019 en Castilla y León, se pasó a los 68 de 2020 y a los 358 del pasado año.

El presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia (UCTL), el burgalés José Antonio Bañuelos, destaca que “hay muchas ganas de volver a ver toros” y que la expectación va creciendo a medida que se van confirmando y conociendo los carteles de las ferias más importantes, y lo mismo ocurre con los festejos populares.

No obstante, Bañuelos advierte de que todas las ganaderías de lidia se han resentido, incluso algunas han desaparecido, dado que al parón por la pandemia, se ha sumado en los últimos meses un incremento de los costes de producción “insostenibles”. El presidente de la UCTL recuerda que desde la organización se recomendó de forma general reducir un 30 por ciento el número de vacas nodrizas y, a la vez, fueron muchos los astados que se malvendieron a los mataderos, según informa Ical.

Bañuelos también reprocha al Gobierno que mientras algunas comunidades autónomas como Andalucía, Navarra y Castilla y León pusieron en marcha ayudas específicas, el Ministerio del Cultura, que ingresa del sector 140 millones anuales en IVA, “nos dio la espalda”. Además, “por si fuera poco”, resalta que en medio de esta situación el sector tuvo que luchar en Bruselas contra la “discriminación sectaria” del Grupo de los Verdes en su intento de eliminar las ayudas a las vacas de lidia de la PAC.

La opinión de Bañuelos también es compartida por Conchita Hernández, propietaria del hierro salmantino Domingo Hernández, que asegura que aunque el número de festejos se recupere esta temporada, las ganaderías de reses bravas tardarán años en superar los efectos de la pandemia y la situación límite con la que han tenido que luchar.

Además de la caída en picado del número de festejos en los dos últimos años, Hernández apunta que las ganaderías se tienen que enfrentar desde hace meses a un incremento desorbitado de los costes de producción, especialmente de los cereales y del precio del gasóleo, que provocará que en este año, “a pesar de las buenas perspectivas en cuanto a corridas y festejos, no llegaremos a cubrir los gastos”.

Conchita Hernández también advierte que debido al elevado número de reses enviadas al matadero será difícil poder cubrir la demanda de astados. “En mi caso tengo claro que no voy a poder atender todas las demandas para festejos populares que estoy recibiendo” aseveró.

Pero además de la pandemia y el incremento del precio de los cereales y la energía, Conchita Hernández asegura que en su caso el peor enemigo de los últimos dos años han sido los lobos, dado que los repetidos ataques han provocado más de un centenar de bajas en su ganadería. “La situación  ha sido tan insostenible que tuve que trasladar a otra finca el ganado que tenía en Chagarcía Medianero -localidad cercana a Alba de Tormes-.

El empresario taurino Martín Perrino, que gestiona la plaza de Arévalo (Ávila), también se muestra optimista y considera que este año se volverá a alcanzar el número de festejos populares previos a la crisis, aunque reconoce que la peor parte de la crisis la han tenido que afrontar las ganaderías.

Iturralde

Por su parte, el picador vallisoletano Pedro Iturralde, con 25 años de profesión a sus espaldas, reconoce que han sido dos años muy duros, especialmente 2020, dado que el pasado año pudo trabajar en 31 festejos, “algo que en condiciones normales sería media temporada”, pero está convencido de que en esta temporada se rozará la normalidad, ya que los aficionados “tienen muchas ganas de volver a ver toros”.

No obstante, Iturralde reconoce que él se vio obligado a reinventarse y cuando dejaron de llamarle para torear decidió, junto a su hermano, abrir un estanco en Valladolid. “Yo necesita torear para vivir, y no me quedó más remedio que buscarme otro forma de vida. Después de 25 años viviendo de los toros, en febrero del pasado año cobré mi primera nómina que nada tenía que ver con los toros”.