
Montserrat Sierra Jaimes, presidenta de la Asociación de Afrontamiento activo del Dolor Miguel Ángel Galán
El día a día de Montserrat tras 28 años con dolor crónico: "Me partió en dos, pero aprendí a tener rachas maravillosas"
Es la presidenta de la Asociación Afrontamiento Activo del Dolor Miguel Ángel Galán donde cantan, ríen, bailan y hacen ejercicios para tener la mente activa y "dejar a un lado la enfermedad".
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El dolor crónico paraliza. Aparece cuando menos te lo esperas y te enseña a vivir una realidad que nunca antes habías experimentado. A veces lo identificas desde el principio y otras tienes que esperar años hasta conocer el verdadero diagnóstico de tu vida.
Esta es la historia de Montserrat Sierra Jaimes, presidenta de la Asociación Afrontamiento Activo del Dolor Miguel Ángel Galán, quien con 38 años comenzó con dolores intensos pero no tuvo un diagnóstico certero hasta los 40. Ahora, a los 66 recuerda cómo ha sido este proceso de su vida que le "partió en dos".
Volvía de vacaciones y empezó a notar que no se encontraba bien, pensando que podía tener lumbago, una sensación que nunca había experimentado. Tardó un tiempo en ir al médico confiando en que se le pasaría, pero no hubo mejora. En un inicio le diagnosticaron fibromialgia: "No se conocía como ahora, me hicieron muchas pruebas y durante años creí que ese era mi problema, pero no".
Años más tarde y tras cientos de pruebas le diagnosticaron una sacroileitis y no ha sido hasta hace dos años cuando ha descubierto que tampoco lo tiene. Recuerda esos primeros años con mucha angustia porque el dolor limitaba cada paso de su día y de su vida. "Tenía que coger el autobús para todo. No me tenía en pie", confiesa.
Ha probado todo tipo de terapias e, incluso, ha acudido a profesionales de fuera de la Comunidad confiando en unas manos salvadoras que pudieran ayudarla en este arduo proceso. En ese momento, tenía un hijo de 13 años y recuerda con tristeza que "no podía ir con él a los museos ni a ningún lado", tampoco era capaz de "parar en la calle a hablar con un conocido" ni siquiera poder juntarse con sus amigos.
"Te va tirando para atrás porque no quieres ser una carga, no quieres impedir a nadie que deje de hacer algo. Te mete en casa. Te corta la vida y los médicos, con 41 años, me dijeron que tenía que aprender a vivir con dolor, que esto era para siempre", subraya.

Algunos de los miembros de la Asociación de Afrontamiento activo del Dolor Miguel Ángel Galán
Durante años vivió con incertidumbre y miedo por los diagnósticos que le habían dado. En aquel entonces, recorrió las bibliotecas en busca de información para conocer la enfermedad que tenía y también escribió a asociaciones con el fin de encontrar una mano amiga.
"La depresión la curé, pero la ansiedad convive un poco conmigo. Yo no critico los errores que he podido pasar porque tengo muchos éxitos. Entiendo que los médicos tienen una profesión de continuo aprendizaje porque el cuerpo humano y sus enfermedades son un misterio", asegura.
En una etapa de oscuridad, recuerda como un rayo de luz a su fisioterapeuta de la Seguridad Social Federico Montero. "Fue la luz de mis días y la de muchas personas con dolor crónico. Me presentó un programa nuevo de Sacyl, junto con Miguel Ángel Galán, otro grandísimo fisioterapeuta. Se implantó a principios de 2017 y trata sobre el aprendizaje a través de charlas en neurociencia del dolor", explica.
De este modo, los pacientes pueden entender cómo funciona el cuerpo, el cerebro y el dolor. Además de ejercicios dirigidos por estos profesionales donde cantan, ríen y bailan; lo que les lleva a "dejar a un lado el dolor sin darte cuenta de las cosas que estás logrando".
El caso de Montserrat es un dolor crónico por sensibilización central del sistema nervioso, "más neuronal que físico". Durante años ha estado con un sinfín de tratamientos y pastillas, que nunca consiguieron aliviarle.
Ahora, tras haber descubierto un programa que le ayuda -sobre todo a desconectar la mente- grita alto y claro: "Dolor crónico no significa dolor para siempre, yo aprendí a tener rachas maravillosas".
Desconectar la mente
Montserrat ha aprendido a desconectar la mente con actividades que le hacen feliz. Desde la asociación realizan juegos, estiramientos, relajación, "que es muy importante para el dolor crónico". Asegura que el estar con otras personas ayuda a olvidarse durante un rato de esta enfermedad.
"El nivel de incomprensión muchas veces es grande porque, aparentemente, no tienes nada. Es algo que no se ve", afirma. En estos grupos participan personas de todas las edades desde 30 hasta 80, indistintamente.
Además, también realizan danza meditativa o danza del corazón, que es con música. Algunas de las coreografías que bailan han llegado hasta grandes artistas. Una de las canciones es de Rozalén, quien pudo ver a este grupo de personas realizando su mejor baile para ella. Un recuerdo que guardan con un inmenso cariño.

Montserrat junto a Rozalén cuando le enseñaron el baile que habían hecho con su canción
Por todo ello, anima a todo el mundo que se vea en una situación similar a consultarlo con el médico de cabecera y a acudir a esta asociación donde encontrarán un refugio y una mano amiga.