Imagen de la Torre de San Miguel, en Yangüas

Imagen de la Torre de San Miguel, en Yangüas Ayto de Yangüas

Soria

El infravalorado pueblo de Castilla y León con una singular torre más típica del paisaje del Pirineo Catalán

National Geographic se ha hecho eco de este municipio en una de sus últimas publicaciones.

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De la misma manera que a la Catedral de Palencia se le llama la bella desconocida, un apodo similar podría dárselo a Castilla y León en su conjunto, que sorprende y supera las expectativas de cualquier visitante. Sus rincones históricos y patrimoniales enamoran a cualquiera y hasta National Geographic, que se ha hecho eco recientemente de uno de los pueblos más infravalorados de la región.

Y es que la prestigiosa revista le ha dedicado una publicación a raíz de un secreto que guarda: una torre de vigilancia de 16 metros de altura que pudo ser clave en plena Guerra Numantina y que su arquitectura corresponde más bien al Pirineo Catalán.

En medio de la nada, a un kilómetro del núcleo poblacional del de este municipio, la torre se levantó allá por 1146, según explica el redactor de Viajes National Geographic Juan Pedro Chuet-Missé. Presenta una estética románica lombardo-catalana, pero se encuentra en la provincia de Soria.

Los estudios arqueológicos hacen deducir que las raíces de esta torre se remontan a una atalaya de defensa romana, durante la Guerra Numantina, que posteriormente sirvió como punto de vigilancia de la vía que unía Numancia con Calahorra.

La torre se ubica en el municipio de Yanguas (Soria), conocido como el pueblo de los arrieros. En sus calles aún conservan algunos restos de murallas de tierra de la época romana.

En contra del paisaje serrano de las Tierras Altas, esta torre solitaria formaba parte de un complejo que se conocía como la iglesia de San Miguel, de la que ya no queda rastro. Tampoco del pueblo que posiblemente la rodeaba. Es el único ejemplo de estética románica con influencia lombarda que hay presente en la provincia de Soria.

Yanguas se repobló en el siglo XI tras el avance cristiano sobre los reinos musulmanes. En el XIII recibió un privilegio real que cambió su vida económica durante siglos. Fue Alfonso X el Sabio quien otorgó a los vecinos de este pueblo la exención del portazgo.

Es decir, los habitantes de Yanguas no tenían que pagar por entrar a los pueblos del reino. De esta manera, se dedicaron a ser arrieros, transportando mercancía a lomos de mulas, burros y bueyes entre las ferrerías de Vizcaya y hasta Sevilla.

Hay que remontarse varios kilómetros hacia el sur para concienciarse sobre la importancia de la labor de los habitantes de este pueblo. Y es que la senda que atravesaba buena parte de la Mancha, en pueblos de Ciudad Real, Albacete o Toledo, era conocida como Camino de los Yangüeses.

La actividad de los arrieros dejó Yanguas allá por el siglo XIX. Sin embargo, durante su época se levantaron diversos edificios como el castillo, lo que simbolizaba el poder de los señores de Yanguas. Se construyó entre los siglos XIV y XV en sillería y mampostería.

Resistió a las tropas napoleónicas, que lo prendieron fuego, y en la actualidad conserva aún sus altos muros, a resguardo por cuatro torres en cada extremo.

Yanguas fue declarado conjunto histórico-artístico y cuenta con la iglesia de San Lorenzo, ejemplo del gótico tardío del siglo XVI. También aquí estaba el archivo de la Villa y la Tierra y un museo de arte sacro.

Su iglesia más importante es la de Santa María, con origen en el siglo XVI, y que pertenece a Yanguas y a una comunidad de 25 pueblos de la región, habiendo sido ya muchos de ellos abandonados.