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Desfile de Máscaras de Mogadouro, el momento de inmortalizar recuerdos

30 diciembre, 2019 09:23

Mogadouro acogió esta tarde de sábado su tradicional Desfile de Máscaras. Ahora sí, el momento ideal para las poses, los recuerdos, las fotografías postales y las curiosidades más extravagantes para buscar una gesto, aunque sea forzada, del careto de turno. Este es el sentido de los desfiles y, de paso, dar a conocer un 'rito' o un ritual que existe en las aldeas, donde se asienta su propia esencia y el manantial que fluye de sus habitantes.

Aunque de esta manera, Mogadouro también se suma a la magia del Solsticio de Invierno que engloba todo un elenco de eventos dedicados a la máscara en todo el norte de Portugal. Este sábado, más que nunca, Mogadouro se convierte en la ciudad de la máscara ibérica con sus vecinos en las calles y muchos turistas llegados para disfrutar de este evento que, con la organización de este año, son ya siete las ediciones. Todo estuvo lleno de color, fanfarrones, refunfuñones y hasta, por qué no, fieles al proceso de algarabía y exorcismo que se realizaba en la plaza pública, saliendo de las plazas de las aldeas, pueblos o ciudades se presentaronn en las calles del centro histórico de Mogadouro para exhición, lucimiento, reivindicación y también chanza, alegría, broma, diversión y, algo falto en estos días, permisión y mucha transgresión.

Porque debe tenerse en cuenta que las fiestas de invierno, sobre todo en las tierras transmontanas, son manifestaciones culturales transmitidas de generación en generación, convirtiéndose en costumbres, tradiciones y una forma de vida específica para aquellos que se intengran en la fiesta. Asustando, misteriosas y fascinantes son las máscaras que anduvieron sueltas por las calles de Mogadouro en este último sábado del año.

Es el encuentro con la cultura más ancestral. Con esos ritos asociados al Solsticio de Invierno y que, la Câmara Municipal de Mogadouro exhibe por sus calles en nuestros días. A patir de ese momento, escóndase o participe del akelarre festivo, por corren por las calles de Mogadouro Caretos de Salsas -con una llamativa que representa a la muerte- que irrumpen en la noche de Reyes por las casas de la aldea; Festa dos Velhos de Bruçó (Mogadouro), la realidad de la vida misma, dos parejas, una de viejos y otra de jóvenes, qué artistas! los mascarados, es la interacción total, la fiesta, la chanza, la alegría… es la máscara en su pura esencia y el seguimiento ejemplar del presidente de la Freguesía, João de Deus Possacos; Velho de Vale do Porco (Mogadouro) y Valverde, la inspiración demoníaca en la transición de un año a otro que no para de hurgar en un rincón y otro; Bonitas de Sande de Galizia con esos mantones y ese colorido tan especial y la tertulia sin importar la hora. Y, cómo no, la ancestralidad del Chocalheiro de Bemposta que no hace más que pedir limosna por todo el pueblo. Cómo no este año, Los Sidros de Siero, siempre animando y dejando su hacer con los espectaculares saltos. Pero también La Visparra de Vigo de Sanabria, especiales siempre, coloristas, auténticos y de trato excepcional, tuvieron también representación los caretos de Podence y, finalmente, los siempre queridos y añorados Caretos de Lazarim, esas máscaras tan especiales, artísticas y que siempre impresionan. Junto a ellos, gaitas, bombos y cajas de Pauliteiricos, la Chocalhada de Brunhosinho -siempre el sonido más original emanado de las cocinas del pueblo-, los pequeños Filhos da Terra,  Os Roleses de Urrós y, finalmente, los amigos de Us da Burra.

Las mascaradas, solo a modo de pequeña explicación, ay!

El Concejo de Mogadouro como también el de Miranda do Douro y las aldeas de Brangança -la Terra Fria Transmontana, cachis!- son rico en ritos, tradiciones y, en suma, cultura ancestral. Pero si en algo destaca y trasciende más allá de este territorio es en las mascaradas, donde la careta es el componente esencial de la expresión de un conjunto de rituales e ideas anexas a la identidad de una determinada comunidad. Ellas concretizan y materializan un conjunto de valores y significados que definen la esencia de los pueblos en cuyo seno se manifiestan. Decía Lévi-Strauss que «las máscaras, tal como los mitos, soportan no sólo una interpretación, sino todas las interpretaciones, con un sentido abstracto que acarrea un aura misteriosa».

La máscara da nombre a esta ancestral celebración –la mascarada- y es, a su vez, el elemento principal de este espectáculo tradicional que está muy arraigado en los rituales que se hacían para reclamar la fertilidad o una buena cosecha, aunque también los hay movidos por el miedo y los personajes que tratan de ahuyentar a los malos espíritus con sus danzas y sonidos.

Pese a lo que pudiera parecer en un primer momento, las mascaradas ibéricas no es carnaval, ya que en ese caso, la máscara y el disfraz tienen como fin ocultar la personalidad del que la lleva, mientras que en este caso el objetivo es representar a otro ser y actuar como intermediario entre los dioses y los hombres para que se cumplan los deseos y peticiones que cada mascarada representa.

Cuando llega el invierno, cada una de las mascaradas tiene su propio momento de esplendor, en su gran mayoría desde mediados de diciembre hasta febrero y vinculadas a días festivos e importantes en cada localidad, destacando la Nochebuena, Año Nuevo y Día de Reyes. Cada lugar con su propia identidad que trasciende la mera realidad.

Pequeño recorrido por el Concejo

De esos rituales, amplios, ricos y variados, apenas se mantinen vivos los del ‘Chocalheiro’ de Bemposta, los ‘Velhos’ en Bruçó, el ‘Chocalheiro’ en Vale de Porco, el ‘Careto e Velha’ de Valverde y el ‘Farandulo’ en Tó.

Las solemnidades de Bruçó y de Vale de Porco se realizan el día 25 de diciembre, por la mañana (aunque, el Chocalheiro de Vale de Porco también se viste los días 1 de enero y en la festividad de Reyes). El Chocalheiro de Bemposta tiene lugar el 26 de diciembre (con las esmólas en la noche del 25) y el 1 de enero. El Farandulo de Tó sale a la calle el 1 de enero y el Careto e a Velha de Valverde se echan a la calle el día 25 de diciembre.

Al rescoldo de las brasas que habían servido para asar el cerdo, si bien antes fueron los mozos mordomos de Santa Ana -qué gran almuerzo prepararon con eficiencia y atención-, el viajero y un grupo de transmontanos de las freguesías cercanas como Mogadouro, Bruxó y Bemposta hablaban del ahora en esta tierra dejada de la mano de Dios desde hace muchos años…

Cuando ya caía carámbano del cielo, los apuestos y desenfrenados mozos habían regresado a sus aldeas dejando atrás la transgresión, el viajero, camino del escritorio, barruntó, sin lugar a dudas, que la risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano, cachis!

REPORTAJE GRÁFICO LUIS FALCÃO