Las voces se vuelven a oír, en medio del silencio, en los lugares que hasta ahora estaban deshabitados en la provincia de Burgos. Estos rincones "vaciados" vuelven a ser foco de miradas curiosas, sorprendidas por su belleza decrépita y el halo misterioso de un pasado de esplendor. Aquí van seis paradas de obligada visita si lo que quieres es escapar del bullicio de la vida urbana.

La primera de ellas es Valdearnedo, donde el viento y la lluvia llevan siglos erosionando Las Tocas, un paisaje en mitad de la Bureba burgalesa. Este escenario se extiende entre marrones, naranjas, rojos y ocres llegando a alcanzar una realidad onírica, de otra realidad. Una fusión de la geología más explosiva y la naturaleza más agreste. 

En este lugar, entre Lermilla y Carcedo de Bureba, se encuentra Valdearnedo, un pueblo que vio marchar a sus últimos habitantes en los años 80 y que, desde ese momento, no ha hecho sino proteger entre sus ruinas a grandes tesoros.

El explorador podrá disfrutar imaginando la vida de aquellos que habitaron las casonas de piedra que aún perduran en pie en este típico pueblo castellano. Allí también se erige aún parte de la estructura de un templo románico del siglo XII.

La segunda parada es Castil de Carrias, una localidad que cuenta con una historia que puede resultar estremecedora y, en otras ocasiones, romántica. Situada en la comarca de Montes de Oca, todavía sobrevive un esqueleto arquitectónico en esta localización a 44 kilómetros de Valdearnedo, que te invitará a conocer más y más sobre el que fue el último bastión de Florentino González, un labrador humilde que no quería abandonar su pueblo a pesar de la soledad.

Este labrador estuvo más de 10 años habitando este lugar hablando solo y cocinando para uno mismo. En 1994, tras su muerte, su alma pasó a la eternidad de Castil.

La siguiente parada la situamos en San Pedro de Arlanza, la joya de la corona. Un escenario místico, hipnótico y de una delicadez sobrecogedora. Los detalles de este lugar son infinitos y su belleza celestial. El monasterio benedictino del siglo X, declarado Monumento Histórico-Artístico en el año 1931, todavía resiste a las inclemencias del tiempo en el municipio de Hortigüela, en plena sierra de las Mamblas.

El recorrido por Burgos continúa en el Túnel de la Engañada, una cueva perfecta que atraviesa las montañas entre Cantabria y la provincia burgalesa. Ante su boca, en el municipio de Pedrosa de Valdeporres, curiosidad y temor a partes iguales invitan a adentrarse en las entrañas de la imponente montaña: 6.976 metros por los que tenían que haber viajado trenes que nunca llegaron a salir.

Este túnel nunca llegó a utilizarse, al menos para este propósito. No obstante, el contrabando de mercancías sí que llegó a cruzar de lado a lado. Dos décadas de excavaciones y muchos años de ilegalidad dejan ahora este lugar lleno de señales y recuerdos. Además, en 1999 sufrió un derrumbe que impidió recorrer el túnel en su totalidad, pero todavía son muchos los que se conforman con hacer un tramo. 

En el penúltimo de los casos está Bárcena de Bureba, una pieza de coleccionista. Este pueblo abandonado en Abajas, a tan solo 20 minutos de Aranda de Duero, está a la venta. Por ello, si hay un momento para regodearse en cada detalle, recorrer y vivir este lugar abandonado es ahora y disfrutar así de la iglesia románica del siglo XII. 

Por último, el colofón final llega con Ochate, levantada en el siglo XI en el Condado de Treviño. Es conocido como 'El pueblo maldito' por ser escenario de leyendas e historias relacionadas con la ufología, el ocultismo o el mundo exotérico. Sin embargo, lo único cierto es que su último habitante está fechado en 1936.

De su iglesia de San Miguel Arcángel todavía sobrevive su torre, siendo una testigo excepcional de todo cuanto hay de verdad o leyenda sobre lo que se dice de Ochate. Algo más arriba perduran los restos de la ermita de Burgondo.