Sheila González, vestida de mantilla por las calles de Valladolid.

Sheila González, vestida de mantilla por las calles de Valladolid. Sergio Serrano

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'Manolas': la sobriedad de las camareras de la Virgen

Sheila González, de la cofradía de la Preciosísima Sangre, asegura que vestir de mantilla supone "un lazo de unión" con sus raíces familiares

12 abril, 2022 07:00

En el imaginario colectivo de las personas conocedoras, en mayor o menor medida, de la Semana Santa, se encuentra la figura de las 'manolas', esas mujeres tocadas con mantilla y vestidas de un sobrio y riguroso negro, representando el luto por la muerte de Cristo. Sheila González, de 27 años, y natural de Cogeces del Monte, aunque reside desde los cuatro años en Valladolid, pertenece a la cofradía vallisoletana de la Preciosísima Sangre, con sede en la iglesia de Santa María de la Antigua, y es una firme defensora de una prenda que, asegura, supone "un lazo de unión" con sus raíces familiares.

González asegura desconocer el origen concreto del término 'manola' pero aclara que "viene un poco con la moda costumbrista, los festejos taurinos, como algo profano". "Yo creo que en un inicio era un término peyorativo, luego se populariza y se denomina así a las mujeres de mantilla. Pero el término más formal es hermanas de devoción", señala. Con todo, esta cofrade asegura no ver "mucho sentido" al término en la actualidad, ya que hoy en día tanto hombres como mujeres son cofrades. "Es en el siglo XX cuando se empieza a dejar salir a las mujeres en las procesiones, al crearse las secciones de hermanas de devoción, y la primera mujer que sale en Valladolid con hábito es a finales del siglo XX", concreta.

Esta joven considera la mantilla "una prenda de vestir" que debería poder usarse en cualquier contexto de la vida cotidiana, no solo en las procesiones de Semana Santa. "Nace como una prenda de vestir normal, de paseo, y se usaba para todo tipo de eventos. Luego se va relegando un poco más para eventos concretos como las bodas, eventos taurinos, eventos militares", afirma. Además, señala que la mantilla no solo se usa en Semana Santa, si no también "en otro tipo de actos religiosos". "La diferencia es que la mantilla en Semana Santa se usa como prenda de luto y se viste todo de negro y en otro tipo de eventos se puede introducir color, por ejemplo", comenta.

Sheila González, vestida de mantilla por las calles de Valladolid.

Sheila González, vestida de mantilla por las calles de Valladolid. Sergio Serrano

La mantilla: un vínculo sentimental y familiar

González recuerda como empezó a sentirse atraída por esta prenda tan característica. "El tema de la mantilla empezó a significar algo más especial cuando yo, rebuscando por las cosas del pueblo, encontré la mantilla de mi abuela. Para mi es algo muy especial porque mi abuela fallece cuando yo tenía 3 años y no la llegué a conocer", señala.

Ese vínculo con su abuela paterna va mucho más allá de los meros lazos de sangre para esta cofrade. "Mi abuela era una mujer devota, de misa diaria, que se parecía muchísimo a mí en lo físico, en la forma de ser y en la devoción, ya que soy la única creyente practicante de la familia. La mantilla fue un lazo de unión con ella y fue muy especial para mí el hecho de ponérmela tal y como ella lo hacía", afirma.

Durante la Semana Santa de 2021, González fue la protagonista de la campaña 'Vístete de pasión' que defendía el uso de la mantilla como prenda de vestir más allá de las procesiones y que, según comenta esta cofrade, fue "un absoluto éxito". "Se vistieron muchas mujeres de mantilla, sobre todo jóvenes, pero la gente mayor también estaba encantada", señala, incidiendo también en el carácter sentimental que tuvo para ella esta campaña a nivel personal, como recuerdo de su abuela, que utilizaba esta prenda en su vida cotidiana. "Para mí la mantilla es una prenda de vestir muy especial que se usa para ocasiones muy especiales", asegura. 

Sheila recuerda que la mantilla de encaje "nace en el siglo XVII y nace de las mujeres del pueblo" y que sería la reina Isabel II y las damas de la Corte "las que después la popularizan" en el siglo XIX, hasta su completa instauración en las cofradías de Semana Santa entrado el siglo XX, cuando comenzó a permitirse a las mujeres participar en las procesiones.

María Santísima de la Caridad, primera imagen de la Virgen a la que rinde culto la Preciosísima Sangre.

María Santísima de la Caridad, primera imagen de la Virgen a la que rinde culto la Preciosísima Sangre.

La polémica decisión de no dejar salir de mantilla en la Procesión General

Esta cofrade considera que "no tiene sentido" la decisión de no permitir salir de mantilla a las mujeres cofrades durante la Procesión General de Viernes Santo en Valladolid. "Muchas mujeres no tienen el hábito penitencial, entonces así las estás restringiendo que salgan un día", comenta. Aunque comprende que es algo que "se ha votado por las cofradías" con lo que "poco se puede hacer".

"Si los directivos de las cofradías han votado y se ha decidido que no en la Junta de Cofradías, hay que aceptarlo", señala. Pero insiste en que, a su juicio, se debería permitir su uso durante esta importante procesión vallisoletana del Viernes Santo. "A mí me parece una prenda de vestir que se puede usar también en el contexto de pasear por la calle. Yo me la voy a poner el jueves y el viernes por la mañana", asegura.

La vuelta a la normalidad en 2022 tras dos años atípicos

González asegura afrontar la vuelta a la normalidad en la Semana Santa de 2022 "un poco agobiada". "Hemos pasado de nada a todo, y es coger el ritmo y es un no parar", asegura. "Yo llevo desde el 6 de marzo con certámenes, no he parado ningún fin de semana, tenemos conciertos, actuaciones y ensayamos todo el año. Es un poco volver a todo", insiste.

Para esta cofrade, la suspensión de la Semana Santa en 2020 por la pandemia de la covid-19 fue "un momento muy difícil". "Fue muy duro, para mí una cofradía es una comunidad de creyentes y el hecho de estar sola sin poder ver a nadie pues es muy duro", afirma. Y describe algunas de las iniciativas que llevaron a cabo durante esos días. "Se compartían los altares que cada uno había hecho en casa y veíamos vídeos de años anteriores", señala.

La Semana Santa de 2021, sin confinamiento pero aún con restricciones, fue, según Sheila, "un poco más tranquila". "Te da más tiempo a reflexionar, a hacer hermandad, pero no dejó de ser una Semana Santa atípica", señala.

Esta cofrade se muestra agradecida por la acogida que le brindó su cofradía actual, la Preciosísima Sangre, que cuenta con unos 800 miembros en la actualidad, a su llegada hace tres años. "Para mí una cofradía es una comunidad de creyentes en la que yo me siento acogida y puedo vivir mi fe a gusto y de la que me siento parte", afirma. Anteriormente, había formado parte de la Sagrada Cena. "Yo soy cofrade desde los 8 años pero empecé en otra cofradía y llegó un momento en el que no me sentí a gusto y sentía extraña lo que tenía que ser mi casa y no lo era. Una cofradía tiene que ser una comunidad donde todos nos cuidemos", comenta.

En cierto momento decidió cambiar de aires. "Yo la cofradía de la Sangre ya la conocía y me gustaba como trabajaba, la conocía desde fuera y conocía a mucha gente y la banda también era un aspecto importante. Para mi es una forma de servicio a la cofradía muy sacrificada pero muy bonita, porque la música es un símbolo de la Semana Santa", señala, ya que forma parte de la banda de música de la cofradía.

Una forma de vida

Sheila González tiene un calendario repleto de eventos durante esta Semana Santa. "Salgo con la cofradía el Domingo de Ramos con los niños al ser de banda, el Lunes Santo en la procesión propia de la cofradía, el Jueves Santo, que es la que más ilusión me hace este año, el Viernes Santo en la Procesión General y el Domingo de Resurrección salimos todas las cofradías", resume. "Para mí, el día más especial este año es el Jueves Santo porque es la primera vez que la Virgen va a salir en procesión, después de haberse aprobado este mismo año", destaca.

Esta cofrade define la Semana Santa como "una forma de vida" para ella, que la fascinó desde su primera infancia. "Tengo recuerdos con tres o cuatro años de estar esperando en la ventana después de comer a la procesión que pasaba a las 19 u 20 de la tarde, de estar lloviendo a cántaros y hacer salir a mi madre a ver la procesión. Para mí es una forma de vida, es mi mundo", concluye.