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¿Hay xenofobia en el alquiler de viviendas en Salamanca?

23 julio, 2018 15:03

El verano es una época propicia para el alquiler de viviendas, pues se avecina un nuevo curso universitario y es momento de dejar cerrada la estancia a partir de septiembre. El mercado está en plena efervescencia y eso lo notan los precios, ya que Salamanca es la capital más cara de Castilla y León para alquilar una vivienda.

El informe semestral de precios de alquiler de www.pisos.com muestra que la vivienda tipo de alquiler en Salamanca registró en junio de 2018 una superficie media de 90 metros cuadrados y una renta media de 661 euros mensuales, lo que supuso un incremento del 9% respecto al año pasado.

Quienes encuentran más dificultades para alquilar son las numerosas familias que llegan a la capital charra procedentes del extranjero en busca de nuevas oportunidades laborales para rehacer su vida. Pero no lo tienen fácil pese a contar con ayudas económicas de instituciones, asociaciones y organizaciones no gubernamentales. Así lo explicaba Accem, asociación de ayuda a inmigrantes y refugiados, en un reportaje publicado ayer por este diario. Así, cuando ttermina el periodo de ayuda, con una estancia en pisos de acogida de hasta seis meses, al buscar casa para alquilar con su nombre el precio es muy caro y se encuentran con muchos requisitos. Encontrar un piso por menos de 500 euros al mes es casi imposible en Salamanca.

La primera premisa la demuestran los datos para poder alquiler, con un desorbitado precio del metro cuadrado. Pero NOTICIASCYL ha querido ir más allá para comprobar la segunda, los múltiples requisitos. Así, hemos llamado a cinco ofertas de pisos al azar con dos supuestos diferentes para ver si esos requisitos a mayores tienen que ver con reticencias hacia lo extranjero más cercanas a la xenofobia: una joven estudiante de Medicina de Valladolid y un trabajador natural de Marruecos trasladado desde Madrid. Primeros tanteamos el jueves por la mañana el supuesto de una estudiante y el viernes a la misma hora repetimos con el trabajador. Éste es el resultado.

En el primer piso (omitiremos la zona en que se encuentra cada uno para no ofrecer pistas sobre las actitudes de la persona arrendadora) no hay pegas para la estudiante, tiene las puertas abiertas para poder entrar ya. Las facilidades cambian al día siguiente para el trabajador. De hecho, nada más escuchar la palabra Marruecos se disculpa y dice que lo han alquilado ya hace unos días.

En el segundo piso tampoco hay inconvenientes para la estudiante, pero tampoco para el trabajador, pudiendo ambos concertar una cita para ver el piso antes de llegar a un acuerdo. Al contrario de lo que ocurre en el tercer piso, donde la persona que lo alquiler muestra su sinceridad al afirmar que no le gusta alquilar a estudiantes porque ha tenido otras experiencias de quejas de los vecinos por ruidos y fiestas, y, más proclive a alquilar a familias o trabajadores solteros, empieza a poner requisitos de pago de servicios básicos a mayores del propio alquiler y endurece las condiciones respecto al día anterior al escuchar que se trata de una persona que proviene del extranjero.

En el cuarto piso, la persona que lo alquila es la más interrogadora de todas. A la estudiante le pregunta la especialidad de medicina que va a cursar y por qué ha elegido Salamanca y no otra ciudad. Al trabajador, cuál es el trabajo que realiza, por qué se ha trasladado, si es temporal o fijo… e incluso si su sueldo se mueve entre una determinada horquilla económica.

Finalmente, el quinto piso es el más sospechoso. Cuando llama la estudiante tiene las puertas abiertas para ver la vivienda y poder alquilarla durante el curso. Cuando llama el trabajador y menciona que es extranjero, a la hora de hablar del precio, es unos cientos cincuenta euros más caro que el día anterior. Por tanto, a partir de estos supuestos, juzguen ustedes. ¿Hay xenofobia en el alquiler de viviendas en Salamanca?