Se acerca Halloween, la víspera del Día de Todos los Santos en España, pero la noche de las brujas y los muertos en la cultura anglosajona, cada vez más extendida en nuestro país. Sobre todo en una ciudad como Salamanca, con una importante fiesta nocturna dada la masiva presencia de universitarios.

Por eso, durante los días previos son muchos quienes se acercan hasta las tiendas de disfraces para adquirir uno con el que enfundarse el atuendo para las diversas fiestas que cada vez más proliferan. Los más pequeños alternarán los tradicionales trajes de esqueleto y bruja con princesas y superhéroes, con la irrupción del dibujo animado Ladybug, como comentan en algunas de las tiendas consultadas por este diario.

Pero sobre todo está de moda la decoración de las caras. En algunos casos de tal forma que se ofrece una sensación de heridas en tres dimensiones. Y es que el maquillaje profesional es cada vez más solicitado para presentar el mejor atuendo terrorífico estos días.

Los jóvenes optan más por pintarse de zombie, disfrazarse de pirata o de payaso diabólico, que regresa debido al furor de la película ‘It’, recientemente estrenada en los cines. Aunque habrá quienes no se ciñan al contexto mortuorio que pide la ocasión y optarán por trajes ligeros de tela, tanto ellas como ellos, en busca de la provocación.

Y como al final se trata de una fiesta grotesca, la transgresión de la realidad también está presente en las máscaras, cada vez más solicitadas. Ahí triunfan las de los políticos, sobre todo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. “Del primero sí tenemos, pero del segundo no se han llegado a hacer aún y es raro porque si a alguien se le hubiera ocurrido se habrían forrado”, comenta una vendedora. Por eso, “lo que sí se han vendido son pelucas morenas”.

Junto al conflicto independentista de Cataluña, la careta del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es otra de las más buscadas. Todo sea por hacer de Halloween un segundo carnaval en el que también poder reírse de la realidad y aprovechar la noche de los muertos para precisamente no morir de aburrimiento.