En estos días estamos padeciendo el blanqueo definitivo de los asesinos de ETA, que son aceptados en las listas electorales, pese a tener las manos manchadas de sangre, mientras espurgamos en los partidos para que no existan, ni siquiera en la proximidad, personas que fueron acusadas de algo, por más que no estén condenadas, en una doble vara de medir muy propia de los expertos en blanqueo de todo tipo.

Nos producen arcadas las legalidades que permiten a los asesinos entrar en las instituciones sin el más mínimo pudor para destruirlas desde dentro con su basura ideológica de la dictadura del proletariado.

Pero, en ese marco de repugnancia, hemos tenido al Sr. Petro, presidente de Colombia, paseando por nuestro país no para construir puentes de diálogo, negociación y apoyo entre los pueblos, sino para potenciar la leyenda negra, para manipular la historia y culpar a los españoles de las masacres de indígenas, manifestar ante nuestras autoridades que España fue y es un yugo para Colombia; es decir, a este presunto narcotraficante y asesino, demostrado antidemócrata por perseguir a jueces y fiscales, se le permite el lujo, como a los terroristas de Bildu, de presentarse ante los Españoles y darnos lecciones de falsedad y exigir que nos sometamos ante él.

Nuestro Jefe de Estado lo recibe, como corresponde a un Presidente de un país, se ve obligado a escuchar lo que la diplomacia debió de evitar y comprobamos cómo nuestra “hadas” de la izquierda se refrotan con el macho alfa gozando de su presencia y de su cuerpo, cuales perrillas en celo, en una imagen que provoca sonroja y asco, bien es verdad que las citadas “vestales rojas” hacen lo propio y gozan con los asesinos, los terroristas, mientras sus machos alfa las conminan a “la cacería de fachas”, en una derroche de testosterona machista que por ser de ellos se transmuta en gloria feminista… ¡manda güevos!

Lo que ya supone una guinda en el pastel es que la Universidad de Salamanca, cuna de la Escuela de Salamanca, de las Leyes de Indias y entraña en la que surge el cigoto de los Derechos Humanos, se plantee, organice y conceda la medada de la institución al Sr. Petro, que reniega de la labor evangelizadora, culturizadora, de mestizaje y defensa del indígena que España realizó en las Américas, en las que el indigenismo aún está muy vigente, frente a lo que hicieron otros países que exterminaron a los habitantes autóctonos, los esclavizaron e impusieron culturas extranjeras produciendo unas naciones exentas de sus antepasados o para mantenerlos en el siglo XXI en pequeñas comunas.

El Rector de la Universidad de Salamanca, y el claustro que apoyó la concesión y organización de la citada condecoración al Sr Petro, como Judas por unas monedas de plata, lo podrán encubrir con las sedas que deseen, pero resulta absolutamente inapropiado, inadecuado e improcedente, dejando entrever una visión de la historia, un planteamiento político trasnochado y una posición ante la situación internacional y nacional que se acerca de forma peligrosa a quienes buscan la destrucción de un pasado, de un presente y la construcción de un futuro exento de libertad, ciencia, conciencia y valores humanos, para someterse a una visión ideológica de la postverdad o la mentira estructural muy lejana a lo que debiera de ser la universitas en la que nace la Universidad.

Prueba de que no estoy muy errado serán las represalias que se adoptarán desde la institución, la falta de diálogo que en el seno de la misma existe y los apoyos que esta facilita a quienes muestran una tendencia, eliminando o aplicando “cordones sanitarios” no a los asesinos, no a los narcotraficantes, no a los delincuentes, sino a los que no piensan de una determinada manera o no se someten a las reglas de la “corrección política” que marcan los cánones impuestos por los que buscan someternos, rompiendo la visión de universalidad, de integración, de disenso y disputa dialéctica que la misma debe de tener.