Castilla y León

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Opinión

Ideas frente a sentimientos

4 julio, 2021 22:21

La transición democrática constructora de la constitución dejó abierta la definitiva estructura del Estado, creando un sistema autonómico de dos velocidades y sin terminar de edificar, claramente, cuáles eran los limites y marcos del modelo de Estado.  En ese momento, el propósito de consenso, de eliminación de escollos y de construir sin enfrentamientos, permitió dejar el modelo de este modo.

Tras esos primeros años, los sectores rupturistas se hicieron fuertes, consiguieron la educación, la cultura y el control de ello sin revisión del resto y crearon una mentira en la que existían como nación, se diferenciaban por una lengua, estaban oprimidos por el Estado Español y los inocularon en las mentes de los más jóvenes, creando no un constructo (que es un término psicológico para identificar un conjunto de comportamientos, que ahora se utiliza indiscriminadamente para la chorrada que se le ocurre al primer tonto de turno) sino una mentira o realidad ficticia, utilizada por los políticos, de uno y otro signo, para lograr su lucro, olvidando o desdeñando la necesidad nacional.

Cataluña, las Vascongadas, Galicia, han tenido una lengua y una cultura diferenciada y muy rica, siempre dentro de la unidad de la Nación, que han podido desarrollar sin enfrentamientos, incluso durante el régimen anterior. Jamás han sido ni reinos, ni naciones independientes, y las guerras que en algunos de ellos cursaron fueron más una diferencia entre dos casas monárquicas y no, nunca, sobre dos modelos de Estado en el que se admitiese la segregación de una parte, por ser dos casas que pugnaban por regir en todo el territorio sin divisiones.


Hoy, han construido una fantasía en la que existen tensiones entre dos supuestos estados: "ellos" y el "Estado Español", como existe un paso diferenciado en el que fueron sometidos, son sometidos hoy y la libertad se obtendrá con la separación del resto de Españoles, ocultando que son lo mismo que el resto, que fueron beneficiados con industrializaciones generadas por el anterior régimen para apaciguar los territorios que, dentro de la diferencia, la riqueza de la España que nace en 1492 es la grandeza de su realidad y que la división (vid los reinos de taifas) sólo alcanza la derrota como entidad y un futuro más oscuro y triste.

El problema es que la falacia generada no es de orden político, económico, ni siquiera social, en cuyo caso la solución tendría caminos sencillos que recorrer; lo realmente preocupante, y de difícil solución a corto o medio plazo, es el sentimiento que, por más que falso, es un sentimiento generado contra el que es imposible luchar.

Me puedes convencer o, al menos intentarlo, de que el Estado es mejor que la libertad, que el intervencionismo es mejor que el liberalismo, pero de lo que no me puedes convencer jamás es de que quiero a mi padre, de que amo a mi mujer, de que me gusta el azul, pues nada de eso depende de una construcción intelectual, sino de un sentimiento irracional, indiscutible y profundamente interiorizado al que no estoy dispuesto a renunciar.

Tu mujer te hace daño, tu padre te repudia, el color azul es casi negro, pero los amas, los sientes y te dolerá, pero no dejarás ni de quererlos, ni de considerarlos irrenunciables.

La solución pasa por la definitiva construcción del Estado democrático y constitucional, eliminando superposiciones de modelos anteriores, la definición de los marcos de convivencia de forma definitiva, la identificación de la unidad de España como criterio indiscutido e indiscutible, así como la del pueblo español como único detentador de la voluntad popular y el desarrollo administrativo de una nueva estructura única, austera, sólida, controlada por el pueblo, seria, solvente y eficaz, que acabe con duplicidades, incumplimientos legales, mentiras de uno y otro lado y construyendo un modelo educativo único, objetivo, en el que la historia, la lengua común, la literatura y la cultura se fortalezcan, dando cabida a todo lo autóctono y defendiendo lo idiosincrático de cada pueblo para, desde el corazón, alcanzar el corazón, pues no existe una disputa entre ambos, sino una diferencia de visión que se puede aunar, siempre que se rechace esa lucha que, para la movilización social, utiliza la izquierda rupturista, que precisa de un supuesto modelo de opresión, que se genera cuando no existe, cual es el caso.