Castilla y León

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Opinión

Dos tardes siertes

19 octubre, 2020 18:13

Proclamados los seis semifinalistas del I Circuito de Novilladas sin picadores de Castilla y León por un jurado en cuyas valoraciones no entro ni salgo, Ismael Martín, Juan Pérez Marciel (que entró en lugar de Mario Navas, con la clavícula rota) y El Dody se acartelaron con cuatro vega-villar de Valrubio y dos valdeflores en Villoria, pueblo salmantino de la comarca de Cinco Villas, mientras el domingo lo hacían Daniel Martín, Jesús de la Calzada y Sergio Rodriguez frente a los aldeanuevas de los Hermanos Boyano en Cantalejo, la villa segoviana de los trillos y la gacería,  jerga  de sus briqueros y tratantes que siempre me ha fascinado. 

GALERÍA DE IMÁGENES de Fermín Rodríguez

Sinifaro, guardia civil; bayuca, taberna; man de cortosa, barbero; sierte, buena; jardó, dinero; o pitoche, poco. Pues bien, hablando gacería resulta que con pitoche jardó hemos tenido dos tardes siertes, pero siertes de verdad de la buena: de la taurina.  

Mi mujer y yo llegamos con tiempo a Villoria, así que nos encaminamos hasta su iglesia de San Pedro para disfrutar del ábside románico-mudéyhyjar, uno de los mejores de Salamanca. Estábamos contemplándolo cuando se nos acercaron tres jóvenes.

            -¿No les sobrará alguna entrada?

            -Pues no, y ya lo sentimos.

            -¿Y saben dónde podríamos conseguir alguna?

            -Me temo que ni pidiéndoselas a San Antonio.

Poco antes, cuando aparcábamos, dos señoras salieron de su casa para plantearnos lo mismo.

            -Pero pueden verla por televisión, la retrasmiten.

            -Ya, pero a ver como la dan, los de la televisión de aquí son nuevos en esto y a saber, a lo peor ni enfocan al toro.

Impresionante el ambientazo, con Cantalpino en pleno movilizado en apoyo a su torero, Ismael Martín, causa compartida por la mayoría de los villorejos. Ahora bien, y quiero subrayarlo, qué partidismo tan noble, entregados con su torero, pero  cariñosísimos con sus compañeros de terna, espejo en el que tal vez debieran de mirarse esos políticos que siempre están desvergonzada y hasta encanalladamente a la gresca.

La gente se mostró muy receptiva con El Dody, cuyo oficio ponía la competencia muy cara, y sumamente cariñosa con Marciel, que se lució en portagayolas valientes, pareó con riesgo a novillos que le cortaban, se quedó peligrosamente en la cara a la hora de matar y acusó la falta de rodaje, o sea,  “verde, que te quiero verde”, pero con argumentos para seguir.

Indudablemente preparado para empresas mayores, en el toreo de El Dody quizás pese más el oficio que el alma.  En cuanto a Ismael Martín, ojalá creciera un palmo, porque la estatura le perjudica en la suerte suprema, obligándolo a romperse en  saltos que lo dejan vendido cuando el novillo da un quiebro, faena que su segundo astado le hizo dos veces, birlando alguna dimensión a su triunfo, que fue grande.   

Por lo demás, qué buenos los novillos de Valrubio, con la excepción del primero de El Dody, que era de devolución y cuya lidia hubiera sido imposible de caer en otras manos.

¿Cómo es que los vega-villar no estén en el circuito de las grandes plazas y las figuras no se los disputen? 

En fin, salimos de la plaza, llegamos al coche  y allí nos encontramos de nuevo con las señoras de antes, que andaban de cháchara amable pero encendida, acérrimas de Ismael.

            -¿Qué tal la retrasmisión?

            -Muy buena, ese Castaño se explica de maravilla y las entrevistas del callejón han estado estupendas.

            -¿Y enfocaban al toro?

            -Tan bien como los de Castilla La Mancha, daba gusto, a ver si siguen con las retransmisiones.

Y en Cantalejo, al día siguiente, qué novillada tan lucida, con los aldeanuevas, vía Pedraza de Yeltes, de Hermanos Boyano, entipados y serios, poniendo de manifiesto que la nobleza brava está en las antípodas de eso que algunos graciosos llaman toreabilidad. Siempre pendientes de las telas y buscándolas por abajo, al menor descuido pedían el carnet. Dos novillos de matrícula, otros dos de sobresaliente, uno de notable y solo un suspenso, menudo balance.

Daniel Martín atesora el concepto del toreo clásico, aunque, eso sí, lo luce desde la distancia, porque eso de ceñirse de momento no va con él. Pero da gusto verlo. A mi amigo Jesús Martínez, buen aficionado práctico, le recordaba a Morante, a mí me sonó a Julio Robles.

Jesús de la Calzada, por el contrario, sí que se los pasa cerca, mas perdió lo que había ganado con las telas al dejarse dar inexplicablemente los tres avisos a la espera inactiva de que el novillo cayera, y eso no puede ser.

A su vez, Sergio Rodríguez maneja mejor que bien las muñecas y con el primero dictó un recital de derechazos y naturales, equilibrando las series con  madurez  precoz.  Daniel Martín y Sergio Rodríguez pisan fuerte.

Y que sorpresa, pasando del ruedo a los tendidos, la que nos regaló Gregorio Muñoz, alma mater de este ciclo, cuando Jesús de la Calzada le enderezó un brindis:

            “Gregorio, va por ti este toro por haber organizado esto y darnos la oportunidad de torear”. Dicho lo cual se volvió y le arrojó la montera…

 Se la arrojó sobrado de fuerzas, alta y un tanto desviado del objetivo. Bueno, pues visto y no visto. Gregorio trazó un escorzo felino que ni el Casillas de los mejores tiempos y la atrapó con  seguridad.

-¡Eso no lo hace el portero del Barcelona! –exclamó un aficionado.

-¡Y que siga sin hacerlo! -replicó otro.

Un sueño: novillos extraordinarios, novilleros sólidamente prometedores, la banda de música (se me olvidaba) sembrada, el secretario de Cultura demostrando una condición física envidiable y los aficionados contentos, olé.

Además, CyLtv -he podido comprobarlo- superando la prueba con creces. En resumidas cuentas, dos tardes siertes. Atención a la gran final.   

Fotos: Fermín Rodríguez