Castilla y León

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Opinión

“Jarabe democrático”

12 abril, 2020 09:15

Frase escuchada a Pablo Iglesias, vice del Gobierno de Sánchez, en su programa Fort Apache en 2013. Venía a decir el líder de Podemos que “los escraches son el jarabe democrático de los de abajo”. Y resulta que el ahora socio de Gobierno, que está arriba, recibe su propia medicina.

Pero resultará interesante hacer una cronología de los hechos, para conocer de dónde vienen y hacia dónde van estos pseudo políticos nacidos de los movimientos sociales.

Todo comenzó en 2011 a raíz del Movimiento15-M que fundara Iglesias junto a Errejón, y Monedero de ideólogo, con la intención de promover una democracia más participativa, alejada del bipartidismo PSOE-PP (binomio denominado PPSOE), y del dominio de bancos y corporaciones, así como una «auténtica división de poderes» y otras medidas con la intención de mejorar el sistema democrático.

Parte de aquellos movimientos se transformaron en partidos políticos como el de Podemos en 2014, que se presentó a las elecciones europeas de ese año obteniendo cinco diputados, lo que lo convirtió en el cuarto partido más votado de España. En las elecciones generales de 2015, las listas presentadas por Podemos, en solitario o en coalición con otras formaciones políticas, obtuvieron 69 diputados.

En 2016 nace Unidas Podemos, donde se une Alberto Garzón (procedente de la arruinada Izquierda Unida) tras el desplome de su partido en las elecciones autonómicas de 2015. En las últimas elecciones, la formación de Iglesias ha ido bajando paulatinamente hasta los 42 diputados. En la actualidad la coalición morada tiene 35 señorías.

Y desde el pasado año es uno de los partidos que forman parte del Gobierno tras alcanzar un acuerdo con el PSOE, por lo que la conclusión es bien sencilla: ni España ha podido caer tan bajo, ni Iglesias ha podido llegar más alto.

“No dormiría con ministros inexpertos en el Gobierno”, dixit Sánchez.

Unidas Podemos no entraría a formar parte de ningún gobierno presidido por el PSOE", replicaba Iglesias.


Puro egoísmo, pura ambición de poder. ¡Hipócritas!


Volviendo a la cronología, durante este camino han ido dejando en las cunetas a muertos como Iñigo Errejón, Carolina Bescansa y Tanía Sánchez (esta por la vía del amorío) entre otros, además de algunos dirigentes regionales que decidieron apartarse de las directrices de Iglesias.

Y han ido ascendiendo a otros como Pablo Echenique, que ahora ostenta la portavocía del Grupo Confederal en el Congreso de los Diputados.

Echenique, es un físico español de origen argentino que va en silla de ruedas por su atrofia muscular espinal. Su discapacidad fue una de las razones por las cuales su familia emigró a España, probablemente porque aquí lo atenderían mejor que en su Rosario natal.

El ahora portavoz del grupo morado y sus aliados fue condenado judicialmente por haber tenido a su servicio a un asistente personal al que pagaba “en negro”, sin contrato, y sin dar de alta en la Seguridad Social.

Si esa ilegalidad la comete un político de otro partido ajeno a la izquierda, más de un escrache tenía que haber aguantado. Ítem más: había tenido que dimitir de sus cargos. Pero a este político apenas le han molestado, y ha seguido ascendiendo en cada legislatura bajo la protección de su jefe de filas.

Para conocer las ideas transmitidas por los líderes de Podemos y según Santos Juliá, catedrático de Historia Social y del Pensamiento Político en la UNED, podían concretarse en la “lucha por la hegemonía, de Gramsci; la razón y la mística del populismo, de Laclau; algo de Lenin y mucho de Carl Schmitt”.

Pero todo aquello ha quedado en intenciones. Es decir en verborrea y en demagogia, que es lo que conlleva el populismo. Sobre todo a raíz del “abrazo del oso” con el acuerdo entre Sánchez e Iglesias para formar un Gobierno de coalición.

Antes, Iglesias tuvo que admitir que “ha habido pérdida de intimidad” desde que saliera a la luz su adquisición inmobiliaria, tras dejar el pisito de protección oficial de Vallecas. Nadie, que yo haya leído, ha osado hacer ningún escrache en la mansión de Galapagar, donde por cierto en su puerta hay una caseta permanente donde se cobijan de las inclemencias del tiempo varios números de la Guardia Civil. 

Obviamente, protegiendo a la pareja gubernamental y a sus tres niños.

Y aquí, en este punto, cabe recordar los escraches que sus correligionarios han ido haciendo durante estos años a Rosa Díez, Gallardón, Sáenz de Santamaría, Rajoy, Cristina Cifuentes, Rita Barberá.

Ahora, Iglesias vive momentos de tensión por los escraches que viene sufriendo. El último ocurrió a principios de marzo pasado en la Complutense. “Fuera vende obreros de la universidad”, le gritaba un grupo de estudiantes del “Frente Obrero”.

Ultraderechistas provocaron en Santander un altercado durante la celebración de un mitin de Pablo Iglesias (2017). Y en Barcelona, durante la presentación de un libro, un grupo de jóvenes con banderas de España irrumpieron en la sala con gritos hacia el líder de Podemos (2018).

Esto es el fruto que Iglesias ha venido germinando (el odio germinó en su mente) durante estos años cuando “luchaba” por hacerse hueco en el panorama político. El “jarabe democrático” se le ha vuelto en contra, ahora que ya es de la “casta”.

A última hora leemos en distintos medios que Iglesias ha metido la pata con la patronal, y ésta desmiente al vicepresidente del Gobierno, y niega haber mantenido contactos con él sobre el ingreso mínimo vital temporal (IMV) que ultima el ejecutivo.

Estos eran los titulares de prensa de tres diarios al respecto:

 “Los empresarios desmienten a Sánchez e Iglesias: niegan haber negociado la puesta en marcha de una renta mínima vital” (OK, Diario).

“CEOE y Cepyme plantan a Trabajo en la reunión de hoy por no ser consultados sobre la renta mínima”. (El País).


“Los empresarios acusan a Pablo Iglesias de manipular con la renta mínima vital y rompen el diálogo social”. (El Mundo)


Ni Gramsci, ni Laclau, ni Lenin, ni Carl Schmitt. Nos quedamos con la frase de Cervantes: Pocas o ninguna vez se cumple con la ambición que no sea con daño de tercero.