Tomas-Hidalgo

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Opinión

Fascista! Quién, dónde?

16 octubre, 2017 14:00

Vengo escuchando cansinamente como la izquierda radical hace un mal uso -interesado lógicamente- del descalificativo “fascista”, la definición del enemigo político “fascista” para ellos,  como alguien que no comulga con sus preceptos, arma arrojadiza para situar al que lo recibe, en el ejercicio de una actividad política o de opinión inadecuada y ajena a sus intereses políticos, a la libertad (dicen), su libertad, opinión, su opinión, democracia, “su democracia”

Fascista! palabra, insulto, descalificación dirigido -en general- a los que no entran en un catálogo político definido, los que no entran por el aro (el suyo, el de la izquierda radical) y, a los que no estando en ninguno, piensan que son también el objetivo de tal palabra, (no se les escapa nadie) descalificación dirigida sobre todo contra la derecha o izquierda, la democrática, la constitucionalista y los liberales.

Por su uso profuso y generalizado, pareciese que los partidarios de la izquierda radical cuando entran a pertenecer, militar en esta ideología, lo primero que aprenden, la primera enseñanza que reciben ya es una mentira: “todo el que no piensa igual que nosotros es un fascista”. Quieren quizás exculparse, quitarse el muerto de encima, bueno, los centenares de muertos que el totalitarismo en general y más concretamente, el totalitarismo de izquierda, trae consigo, que esa carga, esa descalificación suya (sin lugar a dudas) es la herencia de los regímenes totalitarios que hasta ahora se han pergeñado en este mundo, el fascismo, el comunismo, el nazismo y dictaduras de corte similar como la de Maduro.

No es cuestión de demonizar a nadie, es simplemente, y con la historia por delante, que cada uno asuma sus responsabilidades, las históricas y las políticas cuando hacen proselitismo de esas ideas y, no intentar endilgarlas al primero que pasa a tu lado que te haya mirado mal.

Y esta mentira la imponen, la inculcan en mentes aun sin educar por la edad y por la debilidad educativa, debilidad que deviene por la falta de un programa educativo de calidad, fijado y vigilado su cumplimiento por el Estado, asentado en la verdad que trae consigo, conocimiento base para tomar decisiones y libertad para hacerla efectivas.

Para confirmar lo expuesto traigo aquí una breve anotación de Julio César Pineda de un artículo del Universal de Caracas (qué casualidad, otro régimen totalitario de esa cuerda fascistoide) y que con fecha de 9 de mayo de 2013 escribió:

El Fascismo, el Nazismo y el Comunismo representan la misma línea autoritaria con líderes mesiánicos, una ideología totalitaria, una política excluyente y militarización de la sociedad.

Tres expresiones del mismo totalitarismo. Regímenes autoritarios que algunos quisieran resucitar en estos tiempos donde la democracia llegó para quedarse para siempre.

 Mencionar brevemente que don Julio hace aquí alusión a la exclusión como uno de los elementos de los regímenes totalitarios, que duda cabe, que es ésta una caracteristica relevante de los regímenes nacionalistas y por tanto de corte fascista que hoy por desgracia sufre España.

El fascismo nace como una tercera vía en el periodo de entreguerras (eso dicen los expertos) entre las democracias liberales americanas y europeas y el socialismo/comunismo de las repúblicas socialistas rusas y el régimen nazi.

El fascismo como el comunismo y el nazismo se entronca con el control de masas, intervención del estado, intromisión en la vida privada y en la economía del pueblo y  anulación de la división de poderes del estado. Y sin olvidar que, el fascismo, es una variante del marxismo. El fascismo es fundado por Benito Mussolini, militante o exmilitante del Partido Socialista italiano, marxista recalcitrante, amiguito de Lenin, quien alababa los oídos de Mussolini con encendidos elogios a favor del Duce.

Para un demócrata solo existe una vía, “la democracia”, el resto son caminos pedregosos difíciles de caminar que solo llegan a regímenes totalitarios (3º vía, lo llaman) vías de gobierno, que no tienen entre sus valores el entendimiento, la proposición o el debate pero sobre todo, el respeto al contrario. Todo ello es menospreciar la enseñanza de las humanidades, es menospreciar por desconocimiento, la recepción del ius commune y su necesaria unión o imbricación con  las democracias modernas, la dotación en definitiva, que se hace a la sociedad de un Derecho Común para todos, del redescubrimiento del concepto griego de lo que es la democracia. Y es que a los demócratas cuando califican como fascistas a todos los que no piensan igual o están haciendo oposición o denuncia de  gobiernos o partidos que actúan o promueven actitudes totalitarias no debemos abochornarnos, es más, debemos responder con contundencia que son ellos los fascistas, hay que estar siempre en contra de regímenes que controlan lo que escribes o hablas -tu opinión- tu dinero, tu vida privada, tu libertad de decidir, en definitiva, tu existencia como “Persona”

 Debemos entender que la mentira ya no tiene cabida en la democracia, en esta democracia, que los regímenes totalitarios deben estar fuera y combatidos como lo que son, un peligro para la sociedad, para la democracia. Pero a diferencia de ellos, esto se debe hacer, no con la imposición, con la negación a su existencia a su libertad, es más, su experiencia debe ser ejemplarizante para todos como conocimiento empírico de lo que no se debe hacer.

Toda acción o actuación debe contrarrestarse con el conocimiento, con la enseñanza -vuelvo a repetir- esa que ha desaparecido de España y se ha concedido a Cataluña haciendo un uso espurio de ella. Demostrando, eso sí, que cuando se hace con dedicación y con un objetivo cumple sobradamente aunque este objetivo sea equivocado.