Opinión

Sobran nacioncillas y leyes, y faltan conductas ejemplares

5 septiembre, 2017 20:48

La curiosidad es algo natural porque la gente siempre está ansiosa por conocer; pero cuando pensamos en Cataluña no podemos dejar de caer en el pesimismo de la inteligencia....

Hace unos años la gente estaba ansiosa por conocer las propuestas concretas que el presidente del gobierno de turno iba a hacer para sacar al país de la crisis. De momento ya lo hemos visto, en lo económico como nos ha ido de regular. Pero en el secesionismo la estrategia electoral consistente en arriesgar lo mínimo y huir de los compromisos precisos ha respondido a un concepto excesivamente cauteloso suele conducir a la derrota o a la victoria raspada, ya que la claridad, la sinceridad y la firmeza dan mejores réditos en las urnas que la ambigüedad y la indefinición.

Agotada esta vía parece que se pretende pasar a la dar la cara detrás del capote de unos ciudadanos desorientados por una sociedad que los ha convertido en unos meros chanclistas y chandalistas abrazabanderas, que carecen del más elemental conocimiento socioeconómico y político.

La desesperación de los ciudadanos y su irritación tras legislaturas de disparates monumentales, y errores de bulto, han hecho que a día de hoy, en Cataluña se esté como estamos. El ciudadano en general está harto de sonsonetes y diretes. Por lo que al final el ciudadano acaba pasando, y el que no pasa se lleva el gato al agua.

Nuestra presente ruina material y moral es fruto de un marco conceptual y ético perverso en sus mismos fundamentos, que requiere una verdadera catarsis colectiva. En otras palabras, que nos hace falta una nueva estructura mental, o recuperar la verdadera, ya perdida, en lo institucional, territorial y normativo, y alguien que esté decidido a emprenderla sin temor y sin concesiones. En definitiva la mentalidad de país y patria, que empuja al ciudadano a remar en la misma dirección.

La definición de enemigo la podemos ver en la fenomenología del falso y de los grandes falsos de la historia de la humanidad. La historia del falso es la historia del enemigo incluso cuando no lo hay, porque el odio es la emoción que calienta por dentro. Cualquier –ismo que estudiemos vemos que cuando ya no hay dictadura ni cortapisas se las inventa para poder desarrollar su política. El falsario tiene mayor poder, o es más potente, en cuanto que está vacío de contenido y no se puede descubrir o desvelar.

El problema catalán o mejor dicho la farsa catalana es muy grave. Más grave de lo que parece a los mesetarios españoles, como nos llaman desde allá. Se ha dejado rodar la pelota, el famoso laissez faire, se ha dejado inflar por parte de un granujerío político preocupado por temas particulares, y se le ha dejado campar a sus anchas. Con el “España nos roba” acompañado de muchas más falsedades e injurias, y se ha dejado crecer un totalitarismo encubierto cuyos protagonistas tenían que estar en la cárcel.

La democracia, la de los ciudadanos tranquilos y honrados, está secuestrada en Cataluña desde hace muchos años. Desde que no se respeta la lengua del Estado, que es España, desde que se obliga a los comerciantes y empresarios a borrar todo vestigio de español, desde que se enseñan falsedades en las escuelas, en los medios, etc, una serie de disparates que avergüenzan a cualquier persona un poco cultivada. La sociedad catalana está adormecida en una realidad virtual, teñida de un fondo soterrado racismo a lo que no es lo correcto.

Es conocida la frase de Gramsci sobre el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad. Vivimos tiempos que nos demandan un optimismo basado en el coraje, porque al final ante la farsa catalana si los gobernantes y las instituciones no exigen cumplir la legislación vigente a los máximos representantes de la administración, a la mayoría de los ciudadanos de todo el país poca esperanza nos queda; y más después de tantas y tantas evidencias y desplantes..., pues acabaremos por tener que pagar el mal generado y que se generará entre todos. Nada es gratis. Lo que no se mantiene y defiende cuesta.