'Sálvame' en la entrega en la que homenajearon al 'Un, dos, tres'.

'Sálvame' en la entrega en la que homenajearon al 'Un, dos, tres'.

Bluper ANÁLISIS

'Sálvame', el programa de corazón que dejó una huella en televisión a la altura del 'Un, dos, tres'

El “hasta aquí puedo leer” y el “campana y se acabó” contemporáneos son “por mi hija ma-to” o “hasta luego, Mari Carmen”.

23 junio, 2023 02:08

El pasado miércoles, Sálvame recibió a un grupo de estudiantes de Periodismo y Comunicación Audiovisual para que hiciesen alguna pregunta a los colaboradores y presentadores del espacio, como si fuese una rueda de prensa. El primer chico en hablar, Raúl, de Murcia, explicó que para él Sálvame ha sido “el Un, dos, tres de mi generación”. Una afirmación que en un primer momento me resultó chocante, pero que, tras masticarla un poco, he llegado a la conclusión de que es completamente cierta.

La huella que dejó el Un, dos, tres en televisión es innegable. El concurso de Chicho Ibáñez Serrador, que se emitió en diez temporadas entre los años 1972 y 2004, fue un fenómeno del que todo el mundo hablaba por la calle. Que pegaba a la gente a la pantalla, que gustaba a los mayores, a los niños, del que se hacían juegos de mesa, libros y lo que correspondiese. Que dejaba frases que se incluían en el vocabulario del día a día, como el “hasta aquí puedo leer” o “campana y se acabó”.

Con Sálvame sucede lo mismo. A lo largo de sus 3.638 tardes acompañando a la audiencia durante más de 14 años, el programa de corazón de La Fábrica de la Tele ha hecho que toda España hablase de sus temas en el día a día. Nos ha tenido pegados a la pantalla, y ha hecho que nos sepamos la canción esa de “sálvame, ven nadando a mí” casi tan bien como la de “un, dos, tres, aquí estamos con usted otra vez”.

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Rascando un poco en la superficie, y dejando a un lado que comparamos un concurso con un magacín de salseo, Sálvame ha bebido, y mucho, de todo aquello que instauró el Un, dos, tres. Si Chicho Ibáñez creó a Las Tacañonas como personajes a los que había que temer, Óscar Cornejo y Adrián Madrid se inventaron El Eje del Mal, formado Kiko Matamoros, Kiko Hernández y la difunta Mila Ximénez (de cuya muerte se cumplen hoy dos años, precisamente).

El “hasta aquí puedo leer” y el “campana y se acabó” contemporáneos son “por mi hija ma-to” o “hasta luego, Mari Carmen”. Si el personaje de La Bombi nos hablaba de sexo con la expresión “y eso duele”, en Telecinco se preguntaba si eras de mortero o de monedero. Y el baile chuminero de Lydia Lozano era lo más parecido que se podía ofrecer a aquellas coreografías con las que nos deleitaban Silvia Marsó, Lydia Bosch y compañía. Porque Sálvame no tenía azafatas, pero supo dejar su hueco a compañeros con funciones concretas como Germán González o Mayte Ametlla. Incluso hizo que a algunos los conociésemos como apodos; así, César Toral será siempre en nuestros corazones Escaleto, como Manolo Sarriá y Juan de la Rosa eran El Pulga y el Linterna.

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Si el Un, dos, tres tuvo una colección de merchandising de lo más variada (la Botibota, el Choca-toke, el cuerno del Chollo), Sálvame no fue menos. Ha tenido juego de mesa, revista de corazón, de pasatiempos. Hasta lanzaron un complejo vitamínico, un robot de cocina, un colchón o un bingo en el que los números los cantan Kiko Hernández y Lydia Lozano.

Hay mucha gente que por culpa de Sálvame lo ha pasado mal, empezando por los propios colaboradores que acudían al plató. Pero el Un, dos, tres tampoco era un camino de rosas para todo el mundo. Para llegar a su parte final, la subasta, había que hacer pruebas físicas en las que los concursantes se caían, se reventaban huevos en la cabeza, o tenían que quedarse ligeros de ropa. Sin olvidarnos aquellas apariciones de las Hurtado en la que embadurnaban de talco a los concursantes, o les cortaban la ropa, o les hacían cosquillas en los pies, o lo que correspondiese. Eso sí, parece que el universo creado por Ibáñez Serrador nadie resultó herido, y en Sálvame raro es el colaborador que no se ha caído en directo o se ha partido algo con un descuido.

A lo largo de su historia, Un, dos, tres, responda otra vez tuvo una buena colección de presentadores: Kiko Ledgard, Mayra Gómez Kemp, Miríam Díaz-Aroca, Jordi Estadella, Josep María Bachs, Luis Larrodera. Casi como le sucede a Sálvame, que ha estado en manos de Jorge Javier Vázquez, Paz Padilla, María Patiño, Adela González, Terelu Campos, Carlota Corredera, Nuria Marín, hasta David Valldeperas de forma ocasional condujo el espacio (y seguro que alguno me dejo, que lo estoy escribiendo de memoria y no mirando la Wikipedia).

Eso sí, a veces había cambios, ajustes, secciones nuevas, que se testaban un tiempo, y si no funcionaban, se eliminaban. Jorge Javier a domicilio, Lo de Belén, Quiero dinero, La pequeña Ruizseñora, Rosa Pepi quién baila (sí, existió, con Rosa Benito haciendo coreografías). En Un, dos, tres, Chicho Ibáñez Serrador también probó a hacer cambios, y si no le gustaba el resultado, daba marcha atrás. Como aquella temporada en la que decidió prescindir de Las Hurtado como Tacañonas y creó el personaje de Eugenia Enchufols, protagonizado por Eugenia Roca, y que a las pocas semanas desapareció para recuperar a Paloma, Teresa y Fernanda Hurtado. Y es que Chicho era mucho Chicho, y más de una vez le veíamos en pantalla, o le escuchábamos dando órdenes desde realización. Lo mismo que pasa en Sálvame, vaya.

Desde que el concurso de la calabaza Ruperta nació han pasado más de 50 años, y a pesar de ello sigue instalado en la cultura popular, entre recuerdos felices. De hecho, el hijo de Ibáñez Serrador lo va a rescatar para darle una nueva vida en Twitch con The Grefg como presentador. Quién sabe si dentro de diez, veinte, cuarenta años, Sálvame vuelve a tener una segunda vida. Si es que no la tiene antes. Mientras, no les queda más remedio que decir eso de campana, y se acabó.