Hablábamos aquí esta misma semana del linchamiento mediático al que está siendo sometido Pedro Sánchez para que permita gobernar al Partido Popular. En este contexto, el diario El País ha publicado este domingo un editorial titulado "Ni Rajoy ni Sánchez". Básicamente, el diario del grupo Prisa defiende que los líderes de PP y PSOE estorban para la formación de Gobierno porque se han revelado incapaces en dicha tarea, que es la gran prioridad nacional porque sería intolerable, a su juicio, que se convocasen unas inauditas terceras elecciones.
El rotativo presidido por Juan Luis Cebrián da un paso más allá de los dados hasta el momento contra Pedro Sánchez. El editorial recuerda que hasta ahora El País ha pedido la abstención del PSOE, posibilidad que no ha fructificado por "la terquedad de Sánchez en su viaje a ninguna parte". En su legítima opinión, "si algo ha quedado claro en todos estos meses turbulentos es que ni Rajoy ni Sánchez reúnen las condiciones adecuadas para gestionar esta crisis". Al presidente del Gobierno en funciones le reconoce sus victorias en las urnas, pero también recuerda que es "la figura que simboliza a un partido que debe pagar un precio por la corrupción". Por ello, le pide un "sacrificio personal" justificado por la razón de Estado.
Más duro es el texto con el secretario general del PSOE. "En cuanto a Sánchez, su incapacidad para hacer buen uso de esos 85 diputados que le han dado los ciudadanos ha sido palpable. Ya debería haber renunciado tras dos derrotas históricas consecutivas. Pero él mismo se ha cargado de razones para hacerlo durante este periodo en el que ha conducido al PSOE a la irrelevancia". O sea, Cebrián quiere la cabeza de Sánchez. Es solo una deducción, pero apuesto un billón de euros a que Alfredo Pérez Rubalcaba coincide con esta tesis guillotinante esgrimida precisamente cuando el propio Sánchez apela a un posible acuerdo con Podemos y Ciudadanos y cuando José Luis Rodríguez Zapatero irrumpe en escena para hablar de "pactos entre tres los cuatro partidos".
Es una deducción, repito, pero basada en hechos. Ya hace algunos años, en Los mil secretos de Rubalcaba dedicábamos un capítulo a las conocidas relaciones entre Cebrián y Alfredo, dos pilaristas unidos por el destino y por Jesús Polanco. Recogíamos al detalle, por ejemplo, la leyenda sobre "el cierre Rubalcaba" que describió José García Abad en su obra El Maquiavelo de León. Pero ya se sabe que en España la mejor forma de que alguien no se entere de algo es escribirlo en un libro.
Recientemente Manuel Jabois escribía precisamente en El País que Rubalcaba está "en la paz y en la guerra" porque "corrige exámenes de día y golpea de noche". El brillante articulista gallego, que no da puntada sin hilo, decía también que la estampa del ex líder del PSOE en la campaña electoral le recordaba una conocida secuencia de Michael Corleone en El Padrino III.
Ahora que los amigos de Paramount Chanel han emitido durante el fin de semana la trilogía de Francis Ford Coppola, resulta casi obligatorio entremezclar la realidad con la ficción. Y no es complicado imaginar a Cebrián y Rubalcaba charlando maliciosamente con su común amigo Felipe González sobre la forma más conveniente de llevar a cabo la operación que consiste en decapitar (políticamente, por supuesto) a Sánchez. Claro que estas cosas solo ocurren en las películas.