Villanova. Guía Repsol
El desconocido pueblo de Aragón donde se come muy bien: tiene 170 habitantes y un restaurante con lista de espera
Este municipio, situado en un entorno montañoso, cuenta con un establecimiento reconocido con un sol Repsol este año 2025.
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En Aragón, los pueblos pequeños no solo conservan tradiciones y paisajes únicos, también guardan tesoros culinarios que sorprenden a los paladares más exigentes. Cada rincón esconde su propio encanto, con calles empedradas, aire limpio y una tranquilidad que parece de otro tiempo. Pero además, algunos de estos pueblos albergan auténticos templos de la gastronomía.
Lejos del bullicio de las grandes ciudades, estos destinos rurales han sabido atraer a chefs con talento y visión, que apuestan por ingredientes locales y platos de autor.
Es el caso de Villanova, un pequeño pueblo aragonés situado en el corazón del Pirineo. Con tan solo 170 habitantes, este encantador municipio es conocido por su entorno natural privilegiado, pero también por un secreto bien guardado: el restaurante Casa Arcas, galardonado con un Sol Repsol este año.
Bajo la dirección del chef Víctor Manuel Ovalles, este establecimiento ofrece una cocina de autor que combina productos del valle con técnicas contemporáneas, convirtiendo a Villanova en un destino imprescindible para los amantes del buen comer.
Las reservas pueden realizarse fácilmente a través de la web, no obstante, algunos días puede que las reservas ya estén ocupadas y pasemos a la lista de espera. Lo mejor es reservar con antelación y llamar para confirmar.
Qué hacer en Villanova
Además de su atractivo gastronómico, Villanova destaca por ser uno de esos pueblos que parecen detenidos en el tiempo. Situado en el Valle de Benasque, en pleno Pirineo aragonés, es un lugar donde la naturaleza manda.
Rodeado de montañas, prados verdes y ríos cristalinos, ofrece al visitante un entorno perfecto para desconectar, respirar aire puro y redescubrir el valor de lo sencillo. El casco urbano conserva su arquitectura tradicional de piedra, madera y pizarra, con calles estrechas, casas bien cuidadas y un ambiente tranquilo que invita al paseo sin prisas.
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Puente románico de Villanova: Un bonito puente de piedra sobre el río Ésera, construido entre los siglos XV y XVI. Es uno de los símbolos del pueblo, perfecto para una foto con el paisaje pirenaico de fondo y para empezar alguna ruta a pie. Desde aquí puedes pasear hasta la ermita o seguir el cauce del río.
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Iglesia de San Pedro Apóstol: Pequeña iglesia románica reformada, muy bien conservada. Destaca por su campanario y su ubicación en el centro del pueblo, rodeada de casas tradicionales. Un lugar tranquilo donde se respira historia y recogimiento.
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Ruta al Valle de Estos: A pocos minutos en coche de Villanova se encuentra uno de los accesos más bonitos al Parque Natural Posets-Maladeta: el Valle de Estos. La ruta parte desde el aparcamiento de la Cabaña de Santa Ana y es ideal para senderistas de todos los niveles. Hay cascadas, refugios y vistas espectaculares de alta montaña.
A pocos pasos del centro, se pueden iniciar rutas de senderismo, paseos junto al río Ésera o excursiones que conectan con otros puntos del Pirineo, como Cerler o el Parque Natural Posets-Maladeta. En invierno, la cercanía a la estación de esquí de Aramón Cerler también convierte al pueblo en una base ideal para los amantes del deporte blanco.
Restaurante Casa Arcas
Y tras un día de naturaleza o descanso, llega el momento de sentarse a la mesa. Casa Arcas, el restaurante con un sol Repsol de Villanova, no solo ha puesto al pueblo en el mapa gastronómico, sino que también refleja el espíritu de la zona: respeto por el producto, pasión por la tierra y una hospitalidad sincera.
Su chef, Víctor Manuel Ovalles, ha apostado por una cocina que valora los sabores del Pirineo, reinterpretándolos con técnicas modernas sin perder su esencia.
Casa Arcas, restaurante y Hotel. Guía Repsol
Sus maravillosos menús proponen paseos por las montañas y no de manera figurada, sino literal. La opción más económica es el menú Paseo SL-5, reservada en exclusiva para los clientes alojados en el Hotel y con un precio de 46€.
Los otros dos menús también te llevan de excursión por las montañas, son más completos, de 7 y 10 pasos, denominadas Sendero PR-7 y Gran Recorrido GR-10 respectivamente. El Sendero tiene un precio de 68€ y el Gran Recorrido de 84€.
En sus platos destacan ingredientes locales como el cordero del valle, las setas silvestres, las truchas de río o los quesos artesanos de la zona. Todo ello acompañado de una cuidada selección de vinos y un servicio que hace sentir al comensal como en casa.
El restaurante, integrado en un hotel rural del mismo nombre, es también un ejemplo de cómo la hostelería de calidad puede contribuir al desarrollo de los pueblos más pequeños sin perder su autenticidad.