
Óscar en su bar.
Óscar y Raquel, los zaragozanos que mantienen vivo el bar de sus padres tras 52 años: "La gente sigue buscando lo clásico"
Sus padres abrieron el bar el día 22 de diciembre de 1972 en el barrio zaragozano de Casablanca.
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Ante los céntricos y modernos restaurantes y bares que aparecen en Zaragoza, resisten los de toda la vida, esos de barrio, tradicionales y con historias familiares detrás. En la capital aragonesa se está presenciando como casi cada semana abre un nuevo establecimiento, pero también como mucha gente sigue optando por los de siempre.
Entre esos bares de barrio que llevan más de medio siglo en las calles de Zaragoza se encuentra el bar Jauja, en Casablanca. Está claro que para seguir vivo 52 años después, sus dueños han tenido que hacer muchas cosas bien. Comida casera, ambiente acogedor y un trato cercano son algunas de las claves.
En la actualidad, los hermanos Óscar y Raquel Serrano son propietarios del bar, tras coger el relevo de sus padres Valentín y Carmen para mantener viva la historia de Jauja. El origen se remonta a 1972, al día de la Lotería de Navidad, ya que su inauguración fue aquel 22 de diciembre.
“Mi padre falleció joven, entonces entré yo primero, en el año 97, y al poco tiempo mi hermana, con mi madre todavía en la cocina. Ella estuvo hasta que se jubiló y desde hace casi 10 años seguimos nosotros dos”, cuenta Óscar.
Sin duda, este bar ha sido parte de la vida Óscar desde bien pequeño. Mucho antes de entrar a trabajar allí. “Antes de que falleciese mi padre, yo ya estaba con él, estaba estudiando, pero iba por la mañana o por la tarde, en verano tocaba siempre ayudar. Cuando me llegó la responsabilidad ya había estado detrás de la barra, sabía un poco el funcionamiento del local”, explica.
Eso sí, en ese entonces no imaginaba que en el futuro ese lugar sería suyo y forjaría tantos recuerdos.

Placa de inauguración. E.E.
La oferta de toda la vida
Tras tantos años, estos hermanos tienen muy claro quienes son sus clientes habituales, aunque también reconocen que se van renovando: “Siempre ha habido mucha gente joven, pero yo creo que últimamente todavía más, del colegio o de la Universidad. Se nota que se va renovando, que va entrando mucha gente diferente, muchos trabajadores, familias de cerca…”.
Ese aspecto de visitantes cotidianos hace que una de las ofertas más demandadas de Jauja sean sus menús del día, pues mucha gente come ahí toda la semana. “Es un menú más tradicional, con los años van entrando nuevos platos, pero sigues teniendo lentejas o judías verdes con patata”.
No obstante, sus bocadillos son una opción que triunfa a cualquier hora del día, ya sea para tomar o llevar. Entre ellos, el clásico Jauja (Jaujín el de menos tamaño), que lleva tortilla de patata con mayonesa y picante. Aunque también el de calamares le hace competencia.
En cuanto a tapas, en la barra se encuentran las clásicas de toda la vida, pero en días festivos tratan de hacer algunas “más elaboradas”. “Si miras las tapas de hace 10 o 15 años, a las tapas de ahora, muchas hace 15 años no se hacían. Las nuevas tienen buena acogida, pero mucha gente busca también la tapa clásica, una croqueta, una empanadilla, una gamba rebozada”, reconoce Óscar.

Bocadillo Jaujín. Reseñas Google.
Por supuesto, tampoco pasa nunca de moda una tortilla de patata: “Cualquier día normal se pueden hacer 20 tortillas. Los viernes, que es el día más potente, podemos hacer 35”.
Así pues, en el limbo entre la esencia tradicional y la renovación vive este histórico bar de barrio que debe su nombre al tío de Óscar. “Un familiar de mi padre tenía un bar en un pueblo de Valencia que se llamaba Jauja. Mis padres también estuvieron ahí un tiempo trabajando con ellos y decidió poner el mismo nombre”, recuerda el maño.
El futuro incierto
Óscar y Raquel son la segunda generación que regenta este local, y aunque todavía no piensan en el futuro, el primero reconoce que preferiría que la historia acabara con ellos. “Las jornadas son de 11 horas, seis días a la semana, es sacrificado. Preferiría que mis hijos no continuarán con esta vida”.
Así pues, el futuro no sé sabe, pero por si acaso, mejor aprovechar el tiempo que le quede a Jauja en Zaragoza, un tiempo todavía duradero y con mucho que ofrecer.