Nacho Lahorga

Nacho Lahorga

Opinión

Cómo aplicar esta frase de Víctor Küppers a tu vida

Nacho Lahorga, secretario general de ADEA
Publicada

¿Alguna vez te has sentido desconectado de ti mismo? Como si estuvieras haciendo muchas cosas, pero nada terminara de tener sentido. Como si te faltara algo… pero no supieras exactamente el qué.

A mí me pasó.

Y no fue por una ruptura, ni por un fracaso, ni por nada “grave”. Fue simplemente que, un día, me di cuenta de que hacía mucho que no me sentía tranquilo.

De no tener esa sensación de estar donde tienes que estar, con quien tienes que estar, haciendo lo que realmente importa.

Y ahí, entre tantos logros que no llenaban y tantas prisas, entendí algo que me removió por dentro: había dejado de regar las relaciones con mis seres queridos.

Durante años, había estado obsesionado con crecer. Con avanzar. Con hacer más. Pero, sin darme cuenta, en ese camino me alejé de lo que realmente era importante.

Me olvidé de esas mañanas de domingo en casa de mis abuelos, del sabor de las migas que me preparaban, de esas tardes por el pueblo. Me olvidé de celebrar mi cumpleaños con gente que quiero. Me olvidé de disfrutar haciendo artes marciales en el gimnasio de mi barrio sin preocuparme de lo que tenía que hacer después.

Ayer me vino a la cabeza una frase que escuché hace tiempo de Víctor Küppers, porque desde ADEA le traemos a Zaragoza a final de mes para que la gente que quiera, se sienta inspirada.

“Planta que no riegas, planta que palma.”

Cada dos semanas, me reservo toda una mañana con mi pareja.

Vamos a una buena cafetería o a la naturaleza, y tenemos una conversación profunda sobre nosotros.

Y resulta que en ese “regar” poco a poco la relación, con constancia, de repente se ha convertido en unos resultados que jamás hubiéramos imaginado.

Tenemos definidas las áreas de vida que queremos trabajar. Si se nos ha escapado alguna conversación incómoda, la tenemos ahí. Si vemos que el otro no está tan involucrado como debería en lo que ha elegido hacer, lo hablamos.

Y siempre empezamos con una pregunta.

“¿Cómo estás?”

Pero no un típico ¿cómo estás?

Un cómo estás, preocupándonos de verdad por entender cómo ha vivido la otra persona las últimas dos semanas.

Prestándole atención.

Hasta le hemos puesto un nombre bastante curioso a este momento, pero eso será para otro artículo.

Y hablando de prestar atención, la semana pasada estuve con una amiga que acababa de dimitir de su trabajo.

Me dijo que viniendo hacia la cafetería, estaba alucinada con el día tan espectacular que hacía. Los árboles, el sol, el viento suave…

Y no solo eso, sino que su hijo pequeño le había ido a despertar esa mañana a despertar, y era la mujer más feliz del mundo.

Y le pregunté: ¿hace cuánto que no dabas un paseo así o te sentías así con tu hijo?

Y ella me dijo: ni me acuerdo.

Adivina qué.

Si ella no hubiera tomado esa decisión importante, ese día y su hijo hubieran estado ahí, y ella ni se hubiera dado cuenta.

Antes de que lo pienses, no te estoy diciendo que dejes tu trabajo. Ni que tengas un hijo.

Pero sí que pares, y veas si tiene sentido ir corriendo de un lado a otro todo el día. Porque eso, entre otros motivos, te está impidiendo regar las relaciones con tus seres queridos.

Así que te pregunto…

¿Cuándo vas a coger la responsabilidad de cuidar las relaciones con tus seres queridos?

¿Cuándo vas a decidir ser tú?