Primera plantilla de trabajadores de Ambar en 1900.

Primera plantilla de trabajadores de Ambar en 1900. La Zaragozana

Cultura

Ladislao Goizueta, el alcalde que trajo a un alemán a Zaragoza para crear la mejor cerveza del mundo, que cumple 125 años

La historia de Ambar comenzó en 1900 a orillas del Ebro, por un excedente de cebada.

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Zaragoza
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Zaragoza es ampliamente conocida por la Basílica del Pilar, y por su zona de tapas, el Tubo. Es curioso que no lo sea por su cerveza. Ambar acaba de cumplir 125 años y ha revalidado su título, por segundo año consecutivo, como la mejor cerveza del mundo.

Su historia no empieza con un genio en un garaje, pero es igual de impresionante. Comienza con un grupo de jóvenes a orillas del Ebro.

Nada más estrenarse el siglo XX, en el año 1900, en Zaragoza hubo una superproducción de cebada. El alcalde de la ciudad en aquellos tiempos, Ladislao Goizueta, con un puñado de amigos adinerados, vio la oportunidad de subirse a la corriente cervecera de la época.

Había materia prima, dinero y talento. Antonio Mayandía, ingeniero militar y conocedor de la industria alemana, puso sobre la mesa los planos, y la fábrica de Ambar marcó un hito en la industrialización de la capital aragonesa.

Importaron maquinaria y conocimientos desde Múnich, e incluso trajeron a un maestro cervecero alemán: Charles Schlaffer.

Una cerveza Ambar.

Una cerveza Ambar. La Zaragozana

La cabezonería aragonesa y la metodología germana casaron bien, y en abril de 1901 ya se brindaba con las primeras botellas de líquido dorado.

La mejor cerveza del mundo de este 2025 se acostumbró a los galardones bien temprano. En 1902 mandaron de viaje la cerveza a Madrid, Londres y París, volviendo a casa con tres medallas en la etiqueta.

La distribución de la cerveza en aquella época se hacía con caballos y carretas. Lo que ahora tanto glamour tiene en la Feria de Sevilla ya se hacía en Zaragoza a comienzos del siglo XX.

La estampa de los caballos y la carreta llena de toneles es ahora emblema de la firma, pues durante años formó parte, como un elemento más, de las calles y plazas de Zaragoza.

Una carreta de Ambar a comienzos del siglo XX.

Una carreta de Ambar a comienzos del siglo XX. La Zaragozana

España iba modernizándose y la cervecera también. En 1922 las botellas de cerveza dejaron de utilizar el corcho y se pasaron a las chapas. Los camiones Chevrolet sustituyeron a los caballos y el vidrio serigrafiado reemplazó a las etiquetas.

La Guerra Civil y la posguerra pasaron factura a la sociedad y a las empresas. La pequeña cervecera zaragozana siguió produciendo cerveza, buscando la materia prima allá donde hubiera.

En los años 70 cogieron carrerilla y se puso en marcha una nueva planta embotelladora, con maquinaria totalmente automatizada, pasteurizadores y etiquetadoras a gran velocidad. La ciudad creció a la par que la fábrica, engulléndola y convirtiéndose casi en uno. Ambar no se entiende sin Zaragoza; y Zaragoza sin Ambar no tendría luz ni alegría.

La velocidad vino de la mano de la innovación. Una relación que desde entonces se mantiene, tanto en maquinaria y diseño como en los tipos de cerveza.

Camión del distribuidor de Albalate del Arzobispo ‘Tradiscoy’.

Camión del distribuidor de Albalate del Arzobispo ‘Tradiscoy’. La Zaragozana

En 1976 sacaron la primera cerveza sin alcohol de España. En 1980 lanzan Ambar Export, la deliciosa tostada rojiza. En 1996 la Ambar 1900, la primera cerveza de alta fermentación en España.

En el 2000 no se acabó el mundo, pero el panorama estaba oscuro y lanzaron Ambar Negra, la única con azúcar de caña. En 2007 surgía la primera mixta con auténtico zumo de limón de la mano de La Zaragozana. En 2011 Ambar lanzó al mercado la primera cerveza sin alcohol y sin gluten del mundo. En 2018 se perdieron por el Pirineo y sacaron Monteperdido.

Y podríamos seguir con nuevos lanzamientos hasta nuestros días. 125 años dan para mucho.

Esos años de trabajo se fueron viendo recompensados con galardones que no se hicieron esperar. Las diversas cervezas fueron ganando medallas y premios. Tanto es así, que las copas deberían cambiar de forma y asemejarse a una botella de cerveza.

Ambar Export.

Ambar Export. La Zaragozana

El bronce, la plata y el oro en los World Beer Challenge y World Beer Awards hacen un bonito arcoíris en el palmarés de Ambar.

Un palmarés internacional, con medallas de oro para variedades como Ambar Especial, Export, 10, IPA o 1900 Sin Filtrar. También destacan reconocimientos recientes como la máxima puntuación (100/100) para Ambar Especial en el World Beer Challenge.

Además, sus cervezas sin alcohol y Triple Zero han obtenido oros, platas y bronces en certámenes como los World Beer Awards. Vamos, la marca celebra más de un siglo recibiendo premios por calidad, innovación y excelencia cervecera.

Aun siendo alabada y reconocida por todo el mundo, La Zaragozana no se hincha de orgullo; sigue siendo pequeña y a mucha honra.

"Ser pequeños entre grandes no es una desventaja, es un estímulo. Nos obliga a ser ágiles, a arriesgar, a anticipar tendencias y a mantener un contacto muy directo con nuestros consumidores. Significa crecer de otra manera: con autenticidad, con orgullo por lo local y con una visión global", aseguran desde la empresa.

Ser pequeño no impide hacer cosas grandes. Respecto a la innovación tampoco supone ir por detrás, qué va. El último avance de Ambar lo presentaron esta misma semana y es un sistema pionero de limpieza automatizada llamado Vortex-I. Se han aliado con la firma irlandesa Qualflow para garantizar la máxima pureza microbiológica de sus cañas desde el barril hasta la copa.

Este método, certificado por la firma de control Bureau Veritas, automatiza el control de presión, temperatura, caudal y concentración de detergente en el sistema de tiraje, asegurando limpieza, trazabilidad y consistencia del sabor en cada servicio.

Vortex-I

Vortex-I Ambar

Su aplicación permite reducir notablemente el recuento microbiano en los grifos, además de generar un ahorro significativo de agua y CO₂, y prolongar la vida útil de las instalaciones. '

Historia, innovación y premios. Y, sin embargo, nada de eso es su sello de identidad.

Una persiana que sube, un camarero que tira con arte la caña, amigos, un primer sorbo largo y refrescante, bigote blanco, risa tímida, carcajada despreocupada… Ambar reivindica el bar como elemento humanizador de la sociedad.

Ante un mundo digitalizado, que corre y se comunica a través de una pantalla, el bar (en Zaragoza, en Aragón, en España y en el mundo entero) se presenta como un salvavidas.

Los bares son verdaderos lugares de encuentro, puntos de reunión donde las amistades se fortalecen, las historias se entrelazan y la sociedad se humaniza. Ambar brinda por eso y defiende que todo lo bueno acaba en bar.

Cumplen 125 años. Algo de la vida sabrán.