
Beatriz Casuña y Ricardo Cisneros junto a su hija Ariadna.
Ariadna, diagnosticada con neuroblastoma con un año de vida: "Todo desaparece a tu alrededor y se para el mundo"
Ahora, con 6 años, es considerada una superviviente tras pasar cinco años desde que dejó de tener actividad tumoral.
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"Estadísticamente es una superviviente". Aliviado y contento lo celebra el padre de Ariadna Cisneros, una niña zaragozana de 6 años que con tan solo un año fue diagnosticada con neuroblastoma. Atrás han quedado los días ingresados en el Hospital Infantil de Zaragoza, pero siguen emocionados cuando recuerdan cómo fueron los combulsos meses en los que su vida se redujo a la atención y cuidados de la pequeña y que no sabían cómo iba a ir todo el proceso.
"Justo antes de cumplir un año, se puso mala y no sabíamos de qué era, y la pediatra tampoco", comienza contando Ricardo, padre de la pequeña. Así, comenzaron a realizarle pruebas, como la de celiacos, "que nada tenían que ver" con lo que resultó siendo. La ecografía que cambió su vida la noche a la mañana llegó una semana después de que Ariadna cumpliera un año: "Nos dijo el ecógrafo de Monzón que era una masa grande y teníamos que ir a la pediatra", cuenta Ricardo.
La visita con su pediatra en noviembre del 2019 cambió todo: "Fuimos a la pediatra y nos estaba esperando y ya había hablado con Zaragoza. Ya estaba todo preparado y nos dijeron que teníamos que hacer las maletas porque teníamos que ir unos días a Zaragoza", recuerda Beatriz Casuña, madre de Ariadna.
Pocos días después, un tal 6 de noviembre de 2019, este matrimonio junto a su hija Ariadna pisaron el Hospital Infantil de Zaragoza: "Me acuerdo que cuando entramos ahí nos empezaron a explicar donde estaba todo, las habitaciones, las salas de juego, los servicios de Aspanoa, y solo pensaba que por qué nos explicaban todo esto porque pensaba que me iban a decir que no era nada grave", expresa Beatriz.
La madre de Ariadna admite que tras conocer el diagnóstico se encontró varios días en estado de negación: "Todo desaparece a tu alrededor, se para el mundo". Después de ese proceso recuerda que solo podía pensar en cosas malas y qué iba a pasar y a imaginarse lo peor.
El primer diagnóstico que le dijeron "pintaba todo muy negro": "Parecía más grave de lo que luego fue, porque al ser tan grande, había posibilidad de metástasis", explica Ricardo. El tumor que padecía Ariadna tenía un tamaño de 15 centímetros que según señala al inicio lo comparaban como una botella de un litro que tal y como iban avanzando mediante los dos ciclos de químio a los que se tuvo que someter se iba reduciendo: "Pasó de una botella a tamaño de una lata".

Sus padres juegan junto a su hija en el centro de Aspanoa en Zaragoza
Con tan solo un año, Ariadna se sometió a más de un mes de quimioterapia en los que pasaba ingresada de lunes a jueves, tres intervenciones quirúrjicas y un paso por la unidad de cuidados intensivos de un día. Este último señalan sus padres que resultó ser una de las "peores" partes de todo el proceso: "Impresiona verla sola con las máquinas", señalan ambos.
La situación puso su vida en pausa para dedicarse por y para su hija y ambos dejaron de trabajar durante los meses que duró el tratamiento. Ayudados por Aspanoa solicitaron una baja en sus trabajos para poder estar con Ariadna. "Nos dijeron las doctoras que teníamos que dedicarnos exclusivamente a cuidarla y estar con ella", explican. No tuvieron la necesidad de mudarse al tener familia en Zaragoza y estuvieron viviendo entre la habitación del hospital y casas familiares.
Tras la quimio siguió la espera y la incertidumbre de cuál sería el siguiente paso y la espera de los resultado aunque señalan que fue un periodo "más tranquilo": "Cuando nos dijeron en junio que ya no había actividad fue un respiro, un no parar de llorar", recuerdan emocioandos los dos padres.
Ahora, con 6 años sigue teniendo revisiones temporales que se han ido espaciando en el tiempo según iba evolucionando, pero aún le quedan minúsculos tumores sin actividad que no se los pueden extirpar por sus tamaño, pero que no se encuentran activos: "El riesgo nunca es cero, pero es un alivio", admiten.
Ariadna por su corta edad no se acuerda del tratamiento, pero si señalan que tiene muy presente el Hospital Infantil: "Cuando ya nos pasaron a planta ella solo quería ir a la zona de oncología porque se acuerda de la zona de juegos", señala divertido Ricardo.
A pesar de que todo lo malo ha quedado atrás y Ariadna es una niña sana y con ganas de comerse el mundo. Estos padres señalan que "el miedo lo tienes siempre como padre", pero desbordan orgullo al ver cómo crece cada día su hija y se ha convertido en toda una "superviviente".