Basta con hablar con algunas mujeres de nuestro entorno para constatar que la migraña afecta a una gran parte de la sociedad.
Quedarse encerradas durante días enteros sin poder comer, ver luz o escuchar cualquier ruido, un infierno que se repite en muchos hogares.
La migraña es una enfermedad neurológica grave y compleja que afecta cada vez a más personas jóvenes y mujeres en particular, transformando su vida diaria y limitando su bienestar y productividad.
Isabel Beltrán Blasco, neuróloga referente en el Hospital Doctor Balmis de Alicante, comparte su visión de la patología, los avances actuales y los retos para el abordaje multidisciplinar, en una entrevista directa y especialmente humana.
No simple dolor
Según destaca, las migrañas deben entenderse como una enfermedad cerebral, con fuerte base genética y prevalencia claramente mayor en mujeres en edad activa y fértil.
Concretamente, afecta a aproximadamente el 18% de las mujeres y al 9% de los hombres en España, lo que se traduce ya en más de cinco millones de personas, de las que casi un millón y medio sufren formas crónicas (más de 15 días al mes de dolor).
No es un simple dolor de cabeza tras un mal día, ni algo que pueda minimizarse con un "tómate un paracetamol y se te pasará".
El malestar incluye dolor debilitante, náuseas, fotofobia, mareos y lo que Beltrán describe como niebla mental, síntomas que persisten y vuelven, afectando la capacidad para trabajar, estudiar o cuidar de la familia.
Una discapacidad invisible
La migraña es la segunda causa de discapacidad en mujeres menores de 55 años, por delante de patologías muy conocidas. No mata, pero quita demasiados años de vida saludable y de calidad.
Además, el estigma sigue muy presente. Las pacientes, mayoritariamente mujeres, sufren incomprensión social, presentismo laboral y una carga emocional enorme, sustentada en la invisibilidad del dolor y la realidad de la genética.
El 60% de los pacientes reconoce antecedentes familiares directos, pues esta enfermedad también es heredada, aunque no siempre identificada.
Avances y límites
A pesar de los avances científicos, como los anticuerpos monoclonales y la toxina botulínica, fármacos subcutáneos mensuales, pastillas y nuevos medicamentos como el ubrogepant, la migraña no tiene aún cura, solo tratamientos preventivos y sintomáticos con eficacia variable.
Según la neuróloga, la clave está en el diagnóstico temprano y el abordaje multidisciplinar. Entre otras recomendaciones, aconseja no abusar de analgésicos, no esperar meses para el neurólogo y dotar a los médicos de atención primaria de herramientas para comenzar las pautas adecuadas desde el inicio y evitar derivar directamente al neurólogo.
"Todos los días me llegan casos no muy graves que podrían haber sido tratados perfectamente en atención primaria", asegura.
Cada vez la financiación es más restrictiva y el acceso, un reto estructural, pero la calidad de vida mejora radicalmente en quienes responden bien al arsenal terapéutico actual.
Falsas esperanzas
Sobre la controvertida cirugía para la migraña difundida recientemente, la postura de Beltrán y de toda la comunidad de neurólogos es clara: la migraña no se opera.
"La raíz está en el cerebro, no en los nervios del cráneo, y las cirugías de liberación solo alivian dolor secundario, no curan la migraña en sí", advierte Beltrán. "Promocionar soluciones quirúrgicas es peligroso y carente de respaldo científico serio.", añade.
Conciencia y prevención
Beltrán subraya la importancia de la concienciación y el autocuidado. El cerebro migrañoso necesita rutina.
Desencadenantes como el estrés, los cambios hormonales, la falta o exceso de sueño, la exposición prolongada a pantallas o los periodos de ayuno son detonantes de crisis que pueden y deben ser reconocidos para minimizar recaídas.
El abordaje preventivo y el apoyo del entorno resultan fundamentales. Las mujeres, especialmente en edad fértil y laboral, deben "reclamar la atención que merecen, sin miedo a caer en el estigma.", asegura la neuróloga.
La migraña, como deja claro la doctora Beltrán, es una enfermedad seria, compleja y altamente prevalente, que necesita de atención multidisciplinar y mayor sensibilización social.
La esperanza reside en la educación, el acceso precoz a tratamientos modernos y la visibilidad, para que ninguna mujer ni persona tenga que sentir que el dolor de cabeza le roba su vida.
