Alicante

"La magia del gin-tonic está en la proporción, como en cualquier otro tipo de receta que nos han enseñado", explica Toni Ruano. Este alicantino propone una forma diferente de consumir el cóctel más consumido en España y uno de los países que más lo consume en el mundo. Entonces ¿por qué lo bebemos mal?

"A nadie se le ocurriría hacer una paella sin medir las proporciones. Es una cuestión básica. Pues en el gin-tonic ocurre lo mismo", sentencia. Como en toda receta, los números son clave. Y en este caso estaríamos más disfrutando del exceso "si no tenemos una proporción compensada entre el alcohol y el refresco que haya aportado una diferencia aproximada de cuatro veces".

Los fabricantes ya venden las botellas con una medida ajustada para facilitar esa proporción de 1:4 que menciona Ruano. La cuestión es si eso pasa cuando nos sirven la bebida. Y la respuesta es sencilla: no. Servirla a ojo da más valor a la cantidad que a la mezcla final. Eso, señala, perjudica el sabor final.

La alternativa es cumplir, con lo que el combinado tendrá una menor cantidad de ginebra, pero ganará su sabor. "Con ese tipo de proporción, la copa que vamos a realizar no tendrá un sabor de alcohol sino que será muy fácil de beber y en pocos tragos". Sí, porque dejar que se agüe, es el otro error que se comete. Siguiendo estas dos ideas, Ruano ya cree que se puede tomar fácilmente más de una copa. Y ahí es donde Ruano presenta su alternativa, Té Tonic.

Infusión en alcohol

Evitar esas "proporciones totalmente abultadas" son las que abren la posibilidad a experimentar con el gin-tonic. Y el camino para ello está en la infusión de especias. Sí, como el té. Porque la cuestión no es echar una estrella de anís o cardamomo a un vaso en el que ya esté la tónica y el hielo sino dejar que estas le aporten sabor.

El punto de partida surgió hace más de una década. "Tanqueray lanza una infusión en bolsa plana, como la manzanilla tradicional, como una promoción interna a la cadena de restauración", recuerda Ruano desde su local en San Vicente del Raspeig. Aquello, que pensaron que "era muy mejorable", les sirvió para crear esa alternativa que funcionara.

La respuesta llegó en forma de pirámide. Con una bolsa así los granos de especias se presentan enteras, no molidas. En ellas metieron enebro, hibisco o cardamomo y al introducirlas en la ginebra conseguían esa infusión con la que darle otro sabor al gin-tonic. "Y así elegir el pico que deseamos para modular la ginebra: afrutado, especiado o floral".

De los seis sabores con que se lanzaron en una feria gourmet, encontraron en los grandes almacenes el canal preferido para llegar hasta las casas. Especialmente, fuera de España. El mercado internacional acapara el 90 % de las ventas que hacen, indica. Ahora cuentan con 19 sabores para sorprender con toques exóticos y picantes.

"Queremos que la gente en casa dé un paso más en la coctelería y que trabaje los cócteles", concluye. Por eso su planteamiento es que "igual que cuando la gente viene a cenar a casa nos preocupamos por ir al mercado y darle una buena cena, hagamos un buen cóctel. La gastronomía no es solo entender un buen plato. También es líquida y hay que trabajarla". 

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