Alicante

Son muchos los miradores de Alicante que ofrecen una vistas impresionantes de algunos lugares de la Costa Blanca. Lugares que ofrecen unas vistas únicas de la provincia, y la oportunidad de pararse a descansar y a disfrutar del silencio y la paz que ofrecen las alturas.

Este es un recorrido por los miradores más populares de la provincia, donde realizar una panorámica de película o quizá disfrutar de un momento especial. Aunque, algunos de ellos no son aptos para gente con vértigo

Altea es, sin ninguna duda, uno de los pueblos más bonitos de la costa alicantina. La particularidad de las calles de su casco antiguo, repleto de casitas blancas, hacen que la localidad parezca el mismísimo Santorini en Grecia. Y justo allí, en el casco antiguo de la ciudad, es donde se encuentra el mirador de los Cronistas, la panorámica más privilegiada de la ciudad ofrece vista al mar y al puerto deportivo y pesquero.

Los visitantes que llegan hasta él aprovechan después para tomar un helado, degustar un plato de gastronomía alteana o comprar un obsequio en una tienda artesanal. Si visitas Altea, la foto en el mirador de los Cronistas es un requisito indispensable.

Una de las cosas más típicas de Altea es su casco antiguo.

A 20 minutos de distancia de Altea, se encuentra la capital de la Costa Blanca, Benidorm. Los rascacielos, las playas de Poniente y Levante y la oferta de días soleados hacen el destino turístico por excelencia. Pero en Benidorm, hay mucho más que playa y en la cima de la Sierra Helada está La Cruz, uno de los miradores más populares de la ciudad junto al Balcón de Europa.

Esta gigantesca cruz de hierro fue en la década de los 60 un símbolo utilizado por los religiosos para ahuyentar el pecado de la ciudad. Coincidiendo con el boom turístico y la permisión de los bikinis en las playas (una prenda prohibida durante gran parte de la dictadura franquista), la Iglesia pensó que Benidorm se convertiría en la ciudad del pecado, el sexo y la lujuria. Por lo que, gran parte del pueblo marchó en una gran procesión hasta lo alto de la Sierra Helada para recordar a los turistas que “Dios les estaba vigilando”.

La Cruz inicial estaba hecha con vigas de postes de la luz.



En el término del pueblo pesquero de Alicante, está el faro de Santa Pola. El mirador tiene fácil acceso, aunque el camino por el que hay que transitar tiene algunos baches y la carretera es un tanto estrecha, por lo que se recomienda ir despacio. Para llegar hasta él, hay que tomar el desvío de la carretera nacional 332 en dirección Santa Pola-Alicante. El faro de Santa Pola era la antigua Atalayola, una de las torres de vigilancia que protegían la ciudad desde 1552. Alrededor de 1860, se construyó el faro en el punto más alto del cabo de Santa Pola.

Si se tiene suerte y se visita un día con cielo despejado, desde él puede verse la isla de Tabarca y la zona de los Arenales del Sol. El lugar cuenta con una pasarela y es frecuente que la gente se eche fotos en ella. Hay también quien aprovecha la zona del faro para practicar senderismo y hacer algún deporte. Si después de ver el faro, todavía hay ganas de seguir disfrutando de panorámicas espectaculares, cerca de él hay otros miradores que nada tienen que envidiar. Se trata del mirador Torre Escaletes o los miradores de Gran Alacant.

La localidad de Guadalest forma parte de la asociación de pueblos más bonitos de España. Su castillo es uno de los más visitados y aquellas personas que van hasta él pueden llegar a imaginarse incluso en la época medieval gracias a su patrimonio histórico. Además, el segundo hotel más romántico del mundo está en Guadalest. Y para ver todo esto con perspectiva hay que visitar el mirador de la plaza San Gregorio, con vistas al embalse de Guadalest, cuya agua proviene de su río (afluente del Algar).

El castillo anteriormente mencionado también ofrece unas vistas alucinantes del embalse. La gente aprovecha los días que hace buen tiempo para organizar rutas de senderismo al embalse. Aunque es mejor elegir bien el día porque durante el recorrido no hay muchos tramos con sombra.

En Guadalest está el segundo hotel más romántico del mundo.

Y para castillos bonitos, también está Santa Bárbara en Alicante. Gran parte de la belleza que ofrece este paisaje es gracias a que la fortaleza se encuentra en lo alto del monte Benacantil. Desde la cara del moro, nombre que recibe la parte de la montaña sobre la que está el mirador, puede verse una extensa bahía sin límites, la ciudad de Alicante, el puerto, Tabarca e incluso el faro de Santa Pola.

El castillo está dividido en tres recintos, y por lo tanto tiene diferentes alturas. La torreta, el piso más alto, esconde los restos más antiguos de la fortaleza. Por otro lado, están las zonas que fueron acabadas en 1580. Algunas tan importantes como el Patio de Armas, el salón Felipe II e incluso los vestigios de la ermita de Santa Bárbara. Para subir hasta él se puede acceder de varias formas, a través del ascensor de la playa del Postiguet, atravesando las murallas, caminando por el parque de la Ereta o en coche hasta mitad del camino.

'La Cara del Moro' es la leyenda sobre el monte Benacantil.

Con vistas a la bahía de Jávea o Xàbia, como también lo conocen por allí, está el cabo de San Antonio, el mirador sucesor de algunas construcciones defensivas que se construyeron aprovechando su situación geográfica para vigilar y prevenir la zona de asaltos piratas. En el mirador de San Antonio hay dos microrreservas vegetales, una de ellas en el acantilado norte y la otra en el Illot de la Mona, a los pies del cabo.

El cabo representa la continuidad del parque natural del Montgó de Dénia, y con más de 750 metros de altitud. Desde el cabo de San Antonio se pueden observar unas vistas privilegiadas hacia el golfo de Valencia y las islas de Ibiza y Formentera.

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