El Elche se está tomando con calma la planificación para la próxima temporada en Primera División. Ya ha pasado prácticamente un mes desde que el equipo lograra, tras una jornada final agónica, la permanencia. La euforia inicial de las primeras horas dio paso poco a poco a jornadas de reflexión y relax. Y es que el club ilicitano no ha realizado movimientos en su plantilla más allá de la renovación de su entrenador, Fran Escribá, y la despedida de Juan Francisco Martínez ‘Nino’, quien abandona el fútbol.

La entidad franjiverde, que vivió el pasado curso nueve meses estresantes, los que pasaron desde que logró el ascenso en Girona, a finales de agosto, a conseguir la permanencia en mayo, no ha comunicado aún de forma oficial ningún alta o baja en su plantilla. Ni siquiera se ha pronunciado sobre la continuidad de aquellos jugadores que, pese a no entrar en los planes del entrenador, finalizan contrato el 30 de junio.

Antonio Barragán, Dani Calvo, Nuke Mfulu y Víctor Rodríguez acaban su compromiso en apenas diez días. Los dos primeros se supone que interesan por el peso específico que tuvieron en el grupo el pasado curso, pero no hay noticias oficiales.

La peculiar estructura del Elche, cuyo propietario es un agente futbolístico, el argentino Christian Bragarnik, provoca que todas las decisiones y propuestas de la dirección deportiva deban ser aprobadas por el agente, intervencionista por naturaleza y conocimiento del mercado, quien regresó a Argentina hace varios días.

El cuerpo técnico no ha parado de trabajar y tiene varios jugadores en su agenda desde hace meses, como Ángel, ex jugador del Getafe, pero todo está parado. Los únicos movimientos registrados en la plantilla fueron la compra de los derechos del delantero argentino Lucas Boyé y el traspaso de su compatriota Emiliano Rigoni al Sao Paulo, si bien la primera de las operaciones se produjo antes incluso de que finalizara la Liga.

Hace dos semanas, el director deportivo, Nico Rodríguez, ya anunció que el Elche debería realizar al menos “diez fichajes” para la próxima temporada y esta misma semana, el presidente, Joaquín Buitrago, comentó que el club debía “acertar en los refuerzos” para dar un salto de calidad.

La buena noticia es que la parálisis del Elche no es una anomalía en el mercado futbolístico, sino la norma. Los clubes andan escasos de dinero y nadie parece dispuesto a pagar grandes cantidades por un traspaso, incluidos los grandes. Jugadores libres o sin excesivo cartel y cesiones de otros equipos serán las fórmulas habituales hasta que el fútbol vaya recuperando poco a poco, la normalidad y estabilidad económica.

El Elche ya demostró el pasado curso una paciencia infinita para reforzar su plantilla tras comenzar la Liga bajo mínimos y esperar al último día del mercado de verano para hacer seis fichajes. También apuró al máximo en la ventana de enero, en la que dos de los tres movimientos llegaron sobre la hora límite.

En esta ocasión, el cuerpo técnico confía en no apurar tanto, ya que la pretemporada comienza el próximo 5 de agosto, fecha en la que Escribá espera tener a sus órdenes a dos tercios de su plantilla por lo menos.

Lo que sí funciona a pleno ritmo es la planificación de la pretemporada. El club ya tiene cerrados cinco amistosos, el primero de ellos ante el conjunto griego Atromitos FC el 18 de julio en las instalaciones del Pinatar Arena (10.00 horas), escenario de la primera fase de la preparación.

Además del compromiso ante el conjunto heleno, el Elche se medirá al Real Zaragoza (21:00 horas), el 24 de julio, y al Tenerife (21:30 horas), el 28, de nuevo el Pinatar Arena.

También ha confirmado la entidad, en esta ocasión en La Manga, un partido ante el Deportivo Alavés, único rival hasta el momento de Primera División, el 31 de julio (19:00 horas) y otro encuentro, el 3 de agosto, ante el Cartagena, de nuevo en las instalaciones del Pinatar Arena (19.00 horas).

A estos encuentros se sumará, posiblemente, el que dispute con motivo del Festa d’Elx ante un rival aún por determinar, ya que el club desea recuperar el torneo tras dos años sin poder disputarlo.