Agentes de la Policía Nacional han detenido en Valencia a un hombre de 52 años como presunto autor de un delito continuado de hurto, tras sustraer numerosos libros de diferentes bibliotecas públicas de la ciudad por valor de 1.264 euros y venderlos por internet.

Según la Policía Nacional, las investigaciones comenzaron tras recibir una denuncia en la que se comunicaba la sustracción de diversas publicaciones de diferentes bibliotecas públicas valencianas.

Tras las investigaciones, los agentes averiguaron que existía un perfil en una aplicación de compraventa desde donde se anunciaban diversos libros, y el vendedor alertaba de que contenían sellos de biblioteca, pero que estos no estaban a la vista.

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Este usuario tenía más de 300 ventas calificadas en la aplicación e incluso anunciaba publicaciones de libros que podría sustraer posteriormente, es decir, recibía pedidos "a la carta".

Finalmente, los policías localizaron al sospechoso, que ha sido detenido como presunto autor de un delito continuado de hurto.

Los agentes, además, han logrado recuperar parte del material sustraído, que ha sido entregado al gerente de las Bibliotecas Municipales de Valencia, para que vuelvan a estar disponibles para los usuarios de la ciudad.

El arrestado, sin antecedentes policiales, ha sido puesto en libertad una vez oído en declaración, tras ser advertido de la obligación de comparecer ante la autoridad judicial cuando sea requerido.

Fontanero de Alicante

No ha sido el único caso curioso de robos que se ha producido en la Comunidad Valenciana esta semana. La Policía informó el pasado miércoles de que un joven de 23 años y con antecedentes policiales había sido detenido acusado de ser el presunto autor de seis hurtos cometidos en menos de un mes en varios establecimientos próximos entre sí del centro de la ciudad de Alicante.

Esta persona se hacía pasar por un fontanero que alertaba de supuestas fugas de agua en los aseos de los comercios afectados.

El sospechoso habría sustraído, en total, seis teléfonos móviles valorados en más de 3.000 euros, 110 euros en caudales y varios décimos de lotería por un importe superior a los 600 euros.

El joven irrumpía en las tiendas con el pretexto de que, a causa de unas "obras" que se llevaban a cabo en el piso de arriba, se estaba filtrando agua en los negocios.

En otras ocasiones realizaba preguntas sobre los productos que se vendían en esos comercios para, en un descuido, hurtar dinero o los teléfonos móviles de los empleados o propietarios.