Las marcas llegan a pagar hasta cinco millones de dólares por 30 segundos durante la Super Bowl.

Las marcas llegan a pagar hasta cinco millones de dólares por 30 segundos durante la Super Bowl. YouTube

La Jungla / Social

El tórrido anuncio de Don Limpio que demuestra que no hay nada más sexy que la igualdad

En la Jungla. La marca ya tiene el spot de escasos 30 segundos que emitirá durante la Super Bowl.

27 enero, 2017 11:56

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Si hay un espectáculo en Estados Unidos que bate récords de audiencia y rompe las barreras de lo imaginable, ése es la Super Bowl, que este año enfrentará a los New England Patriots con los Atlanta Falcons el próximo seis de febrero. Los (escasos) espacios publicitarios que tiene la retransmisión, que llega a congregar a 120 millones de personas ante el televisor, hace que las marcas paguen auténticas fortunas (hasta cinco millones de dólares en 2016) por emitir un anuncio de escasos 30 segundos. Eso sí, las que lo consiguen, suelen poner toda la carne en el asador para conseguir que su spot no pase precisamente desapercibido.

Don Limpio (Mr. Clean en Estados Unidos) es una de las compañías que este año ha conseguido hacerse con un trocito del pastel publicitario. Sin embargo, en el mundo del marketing y la publicidad no basta con estar, también hay que impactar. Así que ellos han decidido darle un nuevo giro a los estereotipos habituales que utilizan las compañías de productos de limpieza para anunciarse y sacar el lado más sexual de su genio.

El medio minuto que dura gira alrededor de la figura del calvo anteriormente llamado como Mister Proper. El anuncio empieza con la imagen de una chica desanimada tras observar una nueva mancha de grasa sobre la vitrocerámica. Acto seguido, arranca una sensual canción de fondo y aparece (quién si no) Don Limpio vestido de blanco impoluto, más apretado que las tuercas de un submarino y con todos sus productos de limpieza. Una pasada por aquí, un movimiento insinuante por allá, un poco de este antical por el cristal de la ducha, y un golpe de fregona sobre el parqué mientras mueve las caderas de forma insinuante.

La mujer se encuentra absolutamente rendida ante semejante despliegue de medios. La química (no sólo la de los productos) empieza a causar estragos y se encuentra al borde del éxtasis. De repente, en pleno desmelene, la cruda realidad tras el espejismo: "¿Sara?". Es su marido, cargado con un arsenal de productos, quien en realidad se estaba haciendo cargo de la limpieza. Tras ello, Sara acaba lanzándose a sus brazos y empotrándolo contra el sofá en una tórrida escena. Tras ello, el eslogan: "Tienes que amar a un hombre que limpia".

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