“¿Por qué no podemos ser normales?”, 'Vergüenza' llega a Movistar+
Juan Cavestany y Álvaro Fernández-Armero codirigen 'Vergüenza', la nueva serie protagonizada por Javier Gutiérrez y Malena Alterio y que se estrenará en noviembre en Movistar+.
30 octubre, 2017 12:09Los seres humanos estamos hechos de carne, de huesos... Y de ese extraño pudor que nos impele a actuar conforme a unas normas sociales tácitas; esa vergüenza que somos incapaces de ocultar cuando la hemos 'liado parda' ante los demás. Y, precisamente de ese sentimiento a caballo entre lo hilarante y lo trágico, versa 'Vergüenza', la nueva serie que Movistar+ estrenará el próximo noviembre.
En Youtube, las bodas, los bautizos y las comuniones se llevan la palma. Caídas, desmayos, tartas nupciales destrozadas por algún que otro tropiezo, novias arrastradas por el oleaje al intentar inmortalizar el momento más mágico de sus vidas frente al mar... Existen innumerables situaciones en las que, bien por el contexto formal del que forman parte o bien por la gravedad del error, todos hemos metido la pata hasta el fondo. Y en las que hemos sentido ese delator enrojecimiento de mofletes que nos ha hecho desear meter la cabeza bajo tierra y esperar a que la civilización se extinga para volver a salir. Ahí van algunas de ellas.
1 – Cuando uno se queda con la mano en el aire tras un saludo no correspondido
De las más típicas: alguien se acerca para saludar a otra persona que, por lo que sea, no ha visto sus enormes dedos blandiéndose en el aire y decide obviar el contacto. Ni siquiera lo ha hecho a propósito, como cuando un futbolista se enfada con su entrenador por sustituirle en el minuto 60; simplemente, el saludo no ha sido captado el ángulo de visión de la otra persona. No es su culpa, pero de algún modo quien se queda con la mano en el aire siente que ha sido despreciada públicamente de una manera tan vil que retira la mano instintivamente y la deja flotando en el aire durante unos segundos antes de guardársela en el bolsillo (donde no hay nada más interesante que una pelusa). La alternativa digna incluye un repaso con la palma de la mano a la sien y la parte frontal del cuero cabelludo.
2 - Mancharse el impoluto atuendo con ketchup, tomate o sucedáneos
No falla. Cuando a una persona le caen encima tres gotas imperceptibles de té, no está en una presentación importantísima con el cliente estrella de la compañía, ni siquiera está a punto de besar al ligue de esa noche. No. En esos momentos, lo que ensucia su camisa o su carísimo vestido es un rotundo manchurrón de algún producto orgánico imposible de limpiar en una visita exprés al lavabo. Suelen ser inexcusables pegotes de algún tipo de salsa cocinada con altos niveles de grasas que le devuelven a uno por un instante a la infancia. En concreto, a la guardería, donde la etiqueta exigida solía incluir un 'baby' decorado con pinceladas postmodernistas de macarrones con tomate y ketchup.
3 – Bodas, bautizos, comuniones y otras incómodas situaciones
En 'Vergüenza', Jesús -interpretado por Javier Gutiérrez- es un fotógrafo de bodas, bautizos y comuniones con pretensiones de artista de galería. No es de extrañar que en ambientes tan cargados de liturgia y formalidad, se vea envuelto junto a su pareja, Nuria -Malena Alterio-, en las más rocambolescas e incómodas situaciones imaginables. Tal vez porque ella es de esas personas que atraen a la mala suerte. O porque él, terco como una mula, es incapaz de darle la razón ni siquiera a un santo. O, acaso, porque cuando hay nupcias, curas, alcohol y suegras de por medio, se crea un ambiente propicio para adelantar esas absurdas discusiones de Navidad o para ver a esa novia 'alegre' a las tres de la madrugada tropezar con una silla y destruir la mesa número 5 del convite.
4 – Esa risita nerviosa que deriva en un estruendoso chillido o ronquido
“Es una serie que tiene un humor incómodo como concepto general desde el que tirar del hilo”, comentaba Álvaro Fernández-Armero durante la lectura del guion con el equipo. Y a eso es exactamente a lo que se enfrentan en cada capítulo los protagonistas de 'Vergüenza': situaciones en las que una simple incorrección social puede derivar en tragedia. Como cuando una persona suelta esa risita nerviosa que deriva en ronquido o chillido estruendoso que pasa a centrar la atención de todos los presentes en una reunión.
5 – Cuando alguien etiqueta a otro en una foto en la que aparece horrible
Algo que también suele ser común entre la mayoría de los mortales es la preocupación por la estética en las redes sociales. Al contrario de lo que le sucedía a Dorian Grey, nadie quiere aparecer en un cuadro que envejezca y se deteriore para que su rostro siga luciendo como a los 20 años; el amor en los tiempos de Tinder exige una imagen pública impecable. Es más, la mayoría desea padecer la degradación física siempre y cuando ello le permita que su próxima foto de Instagram tenga un millar de 'likes'. Somos así. Y, por eso, cuando alguien etiqueta a otro en Facebook en un momento de escasa fotogenia, surgen los problemas.
6 – Cuando uno envía un mensaje a quien no debe
Por suerte, aplicaciones como Whatsapp ya permiten el borrado de mensajes en las conversaciones. Sin embargo, uno de los momentos más embarazosos de la actualidad suele estar asociado precisamente con este tipo de plataformas de comunicación: esa frase romántica o sexual que se le envía por error a una ex o, peor, a una madre, y de la que uno se olvida hasta que se recibe esa lapidaria e inconfundible contestación que arranca con algo como “creo que te has equivocado de conversación”.
7 – Ese chiste que sólo le hace gracia al que lo cuenta
También puede suceder que una persona, en un momento de extrema confianza en sí misma, decida animarse a contar un chiste. El problema es que los chistes son un arte 'per se' y no todo el mundo es capaz de hacer reír a los demás con este tipo de herramientas: siempre existe esa persona que, bien por falta de práctica o bien por ausencia de gracia, trate de contar un chiste y se líe. O se trabe. O directamente lo cuente sin el ritmo apropiado; simplemente lo suelta, se ríe a carcajada limpia y todos le observan como a un loco.
8 – Ese grano imperceptible que uno ve como si fuera el Monte Olimpo
Suele estar ahí, en la nariz. Para que la persona no pueda dejar de contemplar ese grasiento promontorio ni un segundo y abuse de bizquera para buscarlo compulsivamente con la mirada. “Es el Monte Olimpo”, piensa, al tiempo que trata de descifrar en los ojos del otro si lo ha visto ya o puede seguir intentado disimular haciendo muecas incomprensibles y rascándose cada dos por tres. Lo positivo es que esa persona no pasa una vergüenza real hasta que el otro le suelta algo así como: “Qué pedazo de grano tienes ahí, ¿no?”. Y, por lo general, nadie es tan ruin.
9 – Cuando uno le suelta a su jefe la primera chorrada que se le viene a la cabeza
A veces sucede. La familiaridad con la que percibimos a nuestros compañeros de trabajo -incluso a nuestros jefes- provoca que, ocasionalmente, algunas personas se tomen demasiadas confianzas o digan algo realmente inoportuno. En estos casos, los temas especialmente sensibles son la política y el fútbol. Aunque también puede pasar que simplemente alguien suelte un inoportuno “¡anda! ¿Estás embarazada?” y que la fulminante mirada de la mujer que se sienta a su lado le permita adivinar el bochornoso “no” que vendrá a continuación.
10 – Ese peinado a la virulé y esa prenda que deja ver más de lo que debería
A pesar de la popularidad que alcanzó con la película 'Algo pasa con Mary', el semen como fijador de pelo nunca llegó a instalarse como una moda a seguir. Y eso que cosas más raras se han visto, como por ejemplo esa persona que tratar de emular a su ídolo de Hollywood -a quien los aires despeinados le sientan divinamente-, pero termina pareciendo un desharrapado con ese indescifrable pelo a la virulé en la cabeza. Y eso que a veces llegan a presidente de Estados Unidos. Eso sí, nada comparable a lo que padecen quienes enseñan más de lo que deberían por culpa de la confección defectuosa de un vestido, una bragueta bajada o un roto en el pantalón. En ese momento, sienten tal vergüenza extrema que nunca saben si reír o si llorar.
Y es precisamente este tema tan complejo de abordar el que se trata de mostrar y analizar en 'Vergüenza'. "Insistí en la carga dramática y la profundidad del personaje para no quedarme en la superficie de la comedia. Por eso resulta incómoda y extraña", reflexiona Javier Gutiérrez sobre su personaje en la serie. Por su parte, Malena Alterio continuadamente se pregunta “¿por qué no podemos ser normales?”. Ambos dan vida a una pareja en crisis permanente y con un gran problema: en cualquier situación están abocados a hacer siempre el ridículo delante de sus amigos y familiares quedando en una posición muy incómoda. Y dando lugar a ese relato tragicómico que conforma Vergüenza, en exclusiva la temporada completa bajo demanda para los clientes de Movistar+ desde el 24 noviembre.