Oscar Reina, portavoz nacional del Sindicato Andaluz de Trabajadores, sostiene unas urnas electorales frente al monumento a Blas Infante en Sevilla.

Oscar Reina, portavoz nacional del Sindicato Andaluz de Trabajadores, sostiene unas urnas electorales frente al monumento a Blas Infante en Sevilla. Fernando Ruso

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Los asaltacortijos del SAT impulsan desde Andalucía la independencia catalana

El Sindicato Andaluz de Trabajadores, de extrema izquierda, presenta las urnas que están dispuestos a instalar en las ocho provincias el 1 de octubre para que voten los catalanes residentes en la comunidad autónoma

28 julio, 2017 03:33
Pepe Barahona Fernando Ruso

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Se habla poco en Andalucía de la cuestión catalana, pero, cuando aflora el tema, muchos echan mano de un chiste —¿qué mejor forma de quitarle hierro al asunto? — más o menos recurrente: “El día que voten en Cataluña, ¡qué pongan también urnas en Andalucía! Seguro que gana la independencia”. El chascarrillo, que dista con creces de ser de lo mejor de la cosecha local, se hará realidad gracias al reciente ofrecimiento de los jornaleros del Sindicato Andaluz de Trabajadores, que han ofrecido ocho urnas, una por provincia, para que puedan votar —y aquí se fastidia el chiste— solo los catalanes que residan en el sur y estén empadronados en Cataluña. Sólo tienen ocho urnas y no disponen del censo, algo imprescindible en cualquier consulta. Como diría el genial humorista sevillano Paco Gandía: “No es un chiste, es un caso verídico”.

Y tan verídico. Es miércoles y Óscar Reina, el secretario general del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) llega a su cita con EL ESPAÑOL con cuatro urnas y tres compañeros. “No he podido conseguir más”, explica en las inmediaciones del kilómetro cuatro de la carretera de Carmona, el sitio exacto en el que fusilaron a Blas Infante. La idea de hacer la sesión de fotos en el monumento de bronce y mármol blanco al padre de la patria andaluza es del sindicalista. “Él [Infante] fue nacionalista andaluz y mantuvo buenas relaciones con el catalanista Lluís Companys”, argumenta, tratando de justificar vínculos históricos entre andaluces y catalanes.

Acude Reina también con una camiseta negra con dos ‘esteladas’, la catalana y la andaluza, diseño suyo. Las subraya el lema ‘Internacionalismo proletario’. Quedan claras las posiciones.

Dos miembros del SAT transportando las urnas.

Dos miembros del SAT transportando las urnas. Fernando Ruso

Junto a las cuatro urnas, el secretario general del SAT explica que habrá al menos otras cuatro más, una por cada capital de las ocho provincias andaluzas, para que voten los catalanes afincados en Andalucía. “Si nos necesitan, aquí nos tienen”, asegura el líder del movimiento jornalero fundado en 1976 por ‘el cura obrero’ Diamantino García, el perpetuo alcalde de Marinaleda, José Manuel Sánchez Gordillo, y el diputado en el Congreso por Podemos, Diego Cañamero.

Juntos por la “liberación” de Cataluña

Asegura Reina que espera que su ofrecimiento no se quede en un mero gesto y que el 1 de octubre, fecha marcada en el calendario de los independentistas, se pueda votar la “liberación” —así lo define el líder jornalero— de Cataluña. “Un Estado que persigue a quien pretende ejercer la democracia es un estado corrupto, evasor de su responsabilidad ciudadana y contra el que hay que posicionarse. Y eso hacemos. Frente a su represión, nuestra fraternidad”, reivindica Reina.

—Si en Cataluña hay urnas, ¿también las habrá en Andalucía?

—Si el pueblo de Cataluña quiere, sí. Estamos dispuestos a asumir todas las consecuencias. Andalucía y Cataluña somos pueblos hermanos, más allá de los tópicos que pretenden sembrar el sistema capitalista y el Estado Español.

No precisa el secretario general del SAT el número exacto de urnas que se pondrían a disposición de los catalanes empadronados en Cataluña pero residentes en Andalucía. “El número es lo de menos”, apunta. Baraja que el número oscilará entre las ocho iniciales y la treintena. Sí confiesa que saldrán de los ayuntamientos solidarios. “Lo que sí puedo decir es que ya hay más de cien personas inscritas, con nombres y apellidos, dispuestas a colaborar en el proceso”, revela Reina. “Todas —insiste— mentalizadas en asumir las consecuencias”.

—¿Qué consecuencias esperan?

—El Estado Español quiere meter miedo a quienes quieren decidir qué grado de soberanía quieren. Sabemos que pueden utilizar sus leyes contra nosotros. Nos vengan las multas, la cárcel… lo que sea, entendemos que es nuestra responsabilidad democrática y aquí están nuestros cuerpos para luchar por la defensa de nuestros derechos.

Acostumbrados a desobedecer

Reina y muchos de los adscritos al sindicato están ya acostumbrados a las citaciones judiciales, a la desobediencia. Desvela a los reporteros que los suyos ya han vuelto a ocupar por quinta vez Somonte, la finca propiedad de la Junta de Andalucía que fue desalojada por la Guardia Civil el pasado 30 de junio. Ese día fueron citados para un juicio rápido y todos, incluido él, que además tiene varios procesos similares abiertos, resultaron absueltos del delito de usurpación.

El Sindicato Andaluz de Trabajadores se autodefine en sus estatutos como un sindicato de clase, alternativo, anticapitalista, asambleario, de acción directa, autónomo, independiente, solidario, internacionalista, pluralista, abierto, antipatriarcal, confederal, republicano, nacionalista andaluz, de izquierdas y utópico. Tiene unos 20.000 afiliados, afines a los partidos de izquierdas, desde Izquierda Unida a Podemos, también aunque en menor número al PSOE.

De izquierda a derecha, Manuel Rodríguez, Oscar Reina, Rafael Sanmartín y José Luna, sosteniendo las urnas que ponen a disposición del gobierno catalán para facilitar el desarrollo del referéndum desde Andalucía.

De izquierda a derecha, Manuel Rodríguez, Oscar Reina, Rafael Sanmartín y José Luna, sosteniendo las urnas que ponen a disposición del gobierno catalán para facilitar el desarrollo del referéndum desde Andalucía. Fernando Ruso

Sus acciones, siempre bajo el lema ‘La tierra para el que la trabaja’, destacan por ser polémicas. Desde las varias ocupaciones que mantienen en Andalucía, como Somonte, Las Turquillas, Cerro Libertad, Los humosos o Benzocano. Le han plantado cara a Cayetano Martínez de Irujo, hermano del Duque de Alba, y han ejecutado campañas de “expropiaciones forzosas” de alimentos y material escolar. 

Es su día a día. Sonríe este hombre corpulento de voz grave, barba, bigote y pelo oscuro. Y apenas puede disimular en su rostro el orgullo por sus gestas.

Urnas y observadores internacionales andaluces

El ofrecimiento de los jornaleros andaluces al “hermano pueblo de Cataluña” va más allá de la posibilidad de sacar las urnas a la calle. “Aquí nos tienen —insiste Reina—, por si también necesitan que actuemos como observadores internacionales”.

—¿Y qué os dicen los independentistas?

—Hemos hablado con compañeros de Esquerra, Junts pel Sí y la CUP, con los que compartimos lucha, sentido común y mismo concepto de democracia. Sabemos que no desde todas las partes se agradece de la misma forma, pero sí nos han llegado muchos comentarios de agradecimiento por el gesto, que saben que es complicado. Están muy congratulados con el pueblo de Andalucía.

—Dice que no todos han sido igual de efusivos, ¿cuál se ha mostrado más afectuoso?

—Ninguna ha puesto un pero, pero sí ha habido, como digo, gestos más efusivos. Y quiero ser discreto en este sentido. Nos quedamos con la respuesta positiva de las organizaciones de base.

—¿Y Rufián qué ha dicho?

—Tengo muy buena relación con Rufián, él es hijo de familia andaluza. Nadie escoge donde nace, pero todos debemos tener el derecho de elegir el grado de soberanía que queremos en el lugar en el que vivimos. Él dice las cosas claras. Va por derecho. Compartimos gran parte de las reflexiones. Hay solidaridad mutua, él nos ha agradecido el gesto. Y nosotros también le agradecemos los suyos con Andrés Bódalo.

Rafael Sanmartín, uno de los precursores de la manifestación por la autonomía de Andalucía del 4 de Diciembre de 1977, sosteniendo una urna.

Rafael Sanmartín, uno de los precursores de la manifestación por la autonomía de Andalucía del 4 de Diciembre de 1977, sosteniendo una urna. Fernando Ruso

Andrés Bódalo, concejal afín a Podemos y militante del SAT, se encuentra cumpliendo condena en el centro penitenciario Jaén II después de que la Audiencia Provincial de Jaén lo sentenciase con tres años y medio de prisión por un delito de atentado y falta de lesiones por la agresión a un exconcejal del municipio de Jódar.

Favores de ida y vuelta

El mismo día, el 30 de marzo de 2016, que la Guardia Civil detenía a Bódalo para su ingreso en prisión, el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, comparecía en la sala de prensa del Congreso con un retrato impreso del ya reo y el lema ‘Llibertat Andrés Bódalo’.

“Rufián es un buen amigo, él es de Jaén, de familia obrera y mantenemos un frecuente contacto”, explica Reina a EL ESPAÑOL. “Soy hijo y nieto de andaluces que llegaron a Cataluña hace 55 años desde Jaén y Granada, soy lo que llaman un charnego y soy independentista. He aquí su derrota y he aquí nuestra victoria”, proclamó el portavoz de ERC desde el atril del Congreso durante el segundo, y definitivo, intento de investidura de Rajoy.

Pero, como ya publicó EL ESPAÑOL, en Bobadilla, un pueblo de poco más de mil habitantes situado entre olivares, los pocos Rufián que quedan advierten: “Tu abuelo se echaría a llorar si supiera que quieres irte de España”. El sentimiento independentista no está arraigado en Andalucía.

“Andalucía —relata el líder del SAT— ha sufrido un proceso de colonización del pensamiento. Se nos ha robado gran parte de nuestra cultura, ha sido desvalijada. Pero el sentimiento nacional también se construye. El ideal andaluz siempre ha estado ahí. Lo dijo Blas Infante: ‘Tierra y libertad’. Y eso es lo que defendemos. Sabemos que ahora mismo no hay un sentimiento independentista, pero esperamos que sea sí en un futuro. ¿Por qué no? El camino del sueño nos lleva a la realidad. ¿Por qué en el futuro no vamos a vivir lo que están viviendo en Cataluña? Por eso, toda nuestra alegría con el proceso revolucionario que están llevando en Cataluña”.

—Con una Cataluña independiente, ¿la siguiente podría ser Andalucía?

—Ojalá. Entendemos que cuanto antes llegue la libertad, la independencia, de Cataluña, más cerca estará la de Andalucía. Es bueno que venga la independencia de Cataluña, del País Vasco, de cualquier pueblo que necesite de su liberación. Ojalá de Andalucía.

—De ponerse las urnas en Andalucía para votar la independencia de Cataluña, ¿qué resultado vaticina?

—Ojalá se vote, el resultado que lo decida el pueblo. Nosotros defendemos el sí y llamaremos al sí. Pero el mero hecho de votar, salga lo que salga, ya es positivo.

El SAT se muestra cauto al señalar el número de emigrantes catalanes en Andalucía. El censo, explican, será el que determinen los convocantes. Y ahí, en los que tienen derecho a voto, no están quienes dejaron Cataluña hace décadas y están instalados y empadronados en el sur.

Los catalanes en Andalucía: “Es un sinsentido”

Marta Strohecker Pallarolas se siente catalana. Habla perfectamente el catalán y conserva viva las tradiciones que importó con ella a Sevilla. Es la presidenta de la Casa de Cataluña en la capital andaluza y escucha atónita de voz de los reporteros de EL ESPAÑOL la propuesta del SAT.

Una urna envuelta en la bandera de Andalucía con una estrella roja

Una urna envuelta en la bandera de Andalucía con una estrella roja Fernando Ruso

“Es un sinsentido”, resume. “Una locura, estoy muy disgustada”, apunta quien todavía conserva a dos hermanos, tíos, sobrinos y demás parentela en Cataluña. Asegura Marta que en la distancia siguen con interés lo que ocurre en su tierra y que el debate de la independencia también es frecuente en la Casa que preside en Sevilla, que agrupa a unos 80 socios y más de un centenar de simpatizantes. “Hay dos socios que son independentistas, pero están empadronados ya en Andalucía”, puntualiza.

Strohecker Pallarolas cree que de cumplirse la promesa del SAT serían pocos los catalanes que fueran a votar en alguna de las urnas andaluzas. Primero, explica, por el escaso número de independentistas entre los que tienen su residencia en Andalucía; segundo, porque son pocos quienes viviendo en el sur todavía siguen empadronados en Cataluña.

A los del SAT, espeta Marta, “es ganas de meterse a donde no le llaman”.