El guitarrista Quimi Portet denunció en la red a un camarero por negarse a atenderlo por hablar catalán.

El guitarrista Quimi Portet denunció en la red a un camarero por negarse a atenderlo por hablar catalán. Getty Images

Reportajes

La brigada del catalán que limpia, denuncia, reprende y atemoriza

Como la policía de la moral iraní, en Cataluña hay organizaciones e individuos dedicados a denunciar a quienes no hablan catalán.

10 julio, 2016 02:26

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Multar a una tienda por no rotular en catalán, denunciar a un dependiente por no atender en esa lengua, suspender a un niño de cinco años por no comunicarse en el idioma, exigir a tus trabajadores que pidan a los clientes que les hablen en catalán... Las fórmulas son infinitas, el resultado es el mismo: el uso del idioma para diferenciarse como nación. Y hay un grupo, heterogéneo y algo desorganizado, que se encarga de promover esa lucha. Son los guardianes de la lengua, ciudadanos anónimos que defienden el catalán de manera altruista y por encima de todo.

Existe en Irán un cuerpo especial, la Policía de la Moral, dedicado a controlar que los ciudadanos respeten las normas. La Gasht-e Erhat la componen hombres y mujeres que reprenden, multan y arrestan a los transeúntes –en especial a las mujeres- que no presenten un buen comportamiento, ya sea en el vestir, en la actitud o en el lenguaje. Son 7.000 agentes y muchos trabajan de incógnito, pero todos los hacen de manera profesional y con la ley en la mano. Una tendencia, aunque espontánea y alegal en este caso, que gana fuerza y poder en Cataluña.

No son profesionales, son ciudadanos con mucha vocación -y seguramente bastante tiempo- que defienden su lengua por encima de todo. Y si ven que alguien falla, si notan alguna debilidad, denuncian sin compasión. Saben que recibirán grandes aplausos. Algunos lo hacen para hacer cumplir la ley, otros se inventan normas, las malinterpretan y hasta tergiversan la historia. Verán.

Sucedió este lunes 4 de julio en un pequeño ferry de la línea que cubre la ruta Formentera- Ibiza. El músico Quimi Portet (60) pidió un ‘café amb llet’ (café con leche) y un camarero se negó a servirle porque no entendía catalán. Un gesto desafiante, inadecuado, sobre todo para un camarero, un gesto que encendió al músico.

“Nadie es mejor que nadie pero tú creíste vencer”. Es el segundo verso de Insurrección, una de las mejores canciones de El Último de la Fila. La frase parece ahora una alusión a Quimi Portet, un tipo malhumorado que colgó en Twitter una foto del camarero para denunciar lo sucedido. El mismo Portet que prefería no viajar con su grupo, el que pedía sin éxito tocar canciones en catalán.

Lo recordaba con cariño Manolo García, la otra mitad de El Último: “A él le apetecía que hiciéramos alguna canción en catalán, y yo encantado, en algún vídeo está ya algún guiño mío como lo de ‘que sóc de Barcelona i em moro de calor’, de cara a Quimi, para ir un poco y complacerle a él”, declaró García en una entrevista en JotDown. “Yo no tengo esa sensación de patria, igual que tampoco la tengo de patria española”.

En esa línea patriota de tintes policiales, Portet colgó la foto del camarero rebelde, quien a punto estuvo de perder el puesto de trabajo. También pidió explicaciones a Balearia, que en un principio anunció medidas y después consideró que la reacción del camarero no había sido tan grave.

El tuit provocó las críticas más salvajes del bando nacionalista español. “Basta ya de dar la matraca aldeana, que eres un paleto”. “Soy catalán y la gente como tú que solo busca enfrentamiento me da asco”. Y  arrancaba los aplausos más entregados del bando nacionalista catalán: “Solo pido hablar en mi lengua en mi tierra sin que me falten al respeto. Así de sencillo. Todo el apoyo a Quimi Portet”. “Quimi Portet, todo mi apoyo contra la xenofobia. Muy bien hecho, Quimi”. Así están las cosas.

Algunos de los defensores de Portet son entidades convertidas en guardianas de la lengua desde hace décadas. “Después de conocer el incidente de discriminación lingüística que el músico Quimi Portet sufrió el pasado fin de semana, hemos mandado una carta a Balearia para ofrecerles ayuda en la gestión del multilingüismo”, declararon desde la entidad Plataforma per la Llengua. Es en estas situaciones cuando aparece la ‘policía del catalán’.

Algunos se apoyan en la norma: la ley de política lingüística dicta que si un establecimiento no rotula en catalán comete una infracción sujeta a una multa. Según datos de la Conselleria de Empresa y Conocimiento de la Generalitat de Cataluña, en 2014 se multó a 57 empresas y en 2015 a 68. La entidad sancionadora es la Agencia Catalana del Consumo y las multas pueden llegar a ser de hasta 2.000 euros.

Según la diputada del PP María José García Cuevas, la tendencia ha aumentado un 173% en un año. Porque en lugar de fijarse en el número de multas, García Cuevas ha contado el importe recaudado: de 51.350 euros en 2014 a 140.000 euros en 2015. En 10 años, las multas y las cantidades recaudadas han dado un salto mortal. En 2003 hubo dos multas y 1.200 euros de recaudación; en 2004, 22 multas y 43.600 euros; en 2005, 119 multas y 122.050 euros; y en 2006, 194 multas y 55.675 euros. A partir de 2006, con la llegada del Gobierno tripartito liderado por el socialista José Montilla (PSC, ERC e ICV), la política del castigo fue en aumento, una tendencia que se ha mantenido hasta la fecha.

Las denuncias llegan a la Administración realizadas desde diferentes entidades o por ciudadanos. Como Roger Seuba López, un bibliotecario de 36 años que ha dedicado muchos años de su vida a denunciar a compatriotas. “Últimamente estoy efectuando bastantes denuncias contra establecimientos comerciales y empresas por incumplimiento de la ley de política lingüística. Pienso que estaría bien reforzar e incrementar la plantilla de la Agencia Catalana del Consumo para continuar garantizando los derechos de los consumidores”, escribió en una carta al director de un periódico catalán. Seuba, quien llegó a presentar él solo 5.000 denuncias (tal y como publicó Crónica de El Mundo en 2012), es uno de esos guardianes.

Son muchos, aquí les presentamos a unos cuantos:

El respetado: Jordi Cuixart

Jordi Cuixart, presidente de Omnium Cultural.

Jordi Cuixart, presidente de Omnium Cultural.

“Toda estima y apoyo al gran Quimi Portet. Porque en los Països Catalans queremos vivir también, plenamente, en catalán. #somllengua #somPPCC”. Con este tuit, Jordi Cuixart (41), presidente de Omnium Cultural, mostraba su apoyo al ex de El Último de la Fila.

Cuixart, un empresario ‘hecho a sí mismo’, nacido en Santa Perpetua de Mogoda y establecido en Sabadell, tiene una fuerte relación con el tejido independentista catalán. Es miembro fundador de FemCat y miembro de Omnium desde 1996, donde ha sido tesorero todos estos años. FemCat es una fundación creada en 2004 para agrupar a los empresarios catalanistas con un objetivo, el de crear una base económica para una futura independencia. “Buscamos la adhesión de la sociedad civil catalana para hacer que Cataluña sea uno de los países más avanzados del mundo”, reza su manifiesto.

Omnium, entidad que ahora preside, va mucho más allá, puesto que es una de las impulsoras del proceso independentista. Su anterior presidenta, la fallecida Muriel Casals, dejó la entidad para entrar en las listas de Junts pel Sí. Omnium, que en teoría se financia con cuotas de socios, ha sido criticada por recibir ingentes cantidades de dinero público en forma de subvenciones a la cultura. En 2012, por ejemplo, recibió 1.434.763 euros, según se publicó en el Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya (DOGC). Se llegó a publicar que de 2005 a 2010 habían recibido 10,5 millones de euros en subvenciones, algo que ellos han negado porque, dicen, devuelven o incluso rechazan el dinero. “Más del 90% de nuestra financiación proviene de aportaciones privadas”, aseguran desde la entidad. Lo cierto es que ha pasado de ser una asociación que organizaba conciertos y actos culturales a convertirse en el potente motor del ‘procés’.

El controvertido: Santiago Espot

Santiago Espot, de Cataluya Accio, impulsor de las denuncias.

Santiago Espot, de Cataluya Accio, impulsor de las denuncias.

Es uno de los ‘guardianes’ más peculiares. Santiago Espot (52), empresario, político y escritor, es el presidente de Catalunya Acció, una entidad responsable de las más insólitas declaraciones relacionadas al catalanismo. Son sus miembros quienes dicen que Colón y Cervantes eran catalanes, y que El Quijote es la traducción de un libro catalán. “Yo soy anti español”, ha declarado Espot en alguna ocasión, “en cambio, los españoles son hipócritas, se esconden, y son anticatalanes”.

Espot ha llamado nazi a Federico Jiménez Losantos, ha gritado a pulmón lleno en platós de televisión y ha llenado los buzones de la Generalitat de denuncias contra comerciantes que rotulan en castellano. Él es también el organizador de las pitadas contra el rey en las finales de la Copa y fue candidato de Solidaritat (partido del ex presidente del Barça Joan Laporta) al Ayuntamiento de Barcelona. Su voz a traspasado fronteras, le han entrevistado hasta en Univision (en castellano, sí) y su actitud insolente y algo soberbia le ha granjeado grandes enemigos, también dentro del independentismo más tranquilo.

La organización: Plataforma per la Lengua

María del Mar Forcada es miembro de la Plataforma per la Lengua.

María del Mar Forcada es miembro de la Plataforma per la Lengua.

Se hace llamar la 'ONG del catalán' y es la gran entidad impulso esa de la lengua desde hace décadas. Ahora la dirige Neus Mestres, autora de una carta dirigida al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, quien dijo que se había tenido que partir literalmente la cara para hablar castellano. Mestres considera “una vergüenza y una gran mentira” lo dicho por Rivera.

La plataforma que dirige cuenta entre sus asesores con nombres vinculados al catalanismo y el independentismo como el sociólogo Salvador Cardús, el filósofo Jordi Porta, la escritora Isabel-Clara Simó, y la periodista argentina Patrícia Gabancho. Tienen grupos de trabajo repartidos por todo el territorio y delegaciones en Valencia y hasta en el Alghero (ciudad de la isla italiana de Cerdeña en la que se habla catalán). La plataforma cuenta con 8.000 miembros que trabajan para “promover la lengua catalana” desde “una perspectiva transversal en el ámbito socioeconómico y audiovisual, en acogida lingüística a los recién llegados, en las universidades, la educación y las administraciones entre otros”.

El poderoso: Joan Forn

Eliseu Climent.

Eliseu Climent.

Este empresario, propietario de las cadenas de supermercados Esclat y Bonpreu, ejerce su catalanismo desde el despacho. Nacido en Torelló, Joan Font (65) promueve el catalán en su empresa de forma rotunda. En 2008 repartió entre sus trabajadores unas chapas para que las lucieran en las que se leía: “Si us plau, parli’m en català” (“Por favor, hábleme en catalán, por favor”).

Además, forma parte del consejo asesor de transición nacional, un organismo consultivo que creó la Generalitat para fundar las bases de un Estado independiente. También forma parte de FemCat, la fundación empresarial secesionista. En a Bonpreu y Esclat se venden cada año camisetas especiales para las manifestaciones del 11 de septiembre e incluso ofrecían en 2013 un metro para formar la Vía Catalana.

El valenciano: Eliseu Climent

Eliseu Climent.

Eliseu Climent.

Este intelectual es uno de los históricos catalanistas de la Comunidad Valenciana. Eliseo Climent (76) es el presidente de la Associació Cultural del País Valencià, de la que cuelgan entidades como Francesc Eiximenis, Josep Renau, Ignasi Villalonga, Ausiàs March, Joan Fuster...

Todas estas asociaciones logran sustanciosas cantidades dela Generalitat catalana, subvenciones que antes les negaba la Generalitat valenciana. En 2011, por ejemplo, recibieron 868.000 euros, según el DOGC, para la promoción de la lengua y la cultura catalanas. El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz ordenó una investigación sobre un posible uso irregular de subvenciones públicas por parte del editor. En 2012 la Oficina Antifraude de Cataluña (OAC) archivó el caso que había empezado a investigar la Guardia a Civil. Climent es además editor, actividad a partir de la cual ha publicado el semanario El Temps, y a la editorial Tres i Quatre, que cuenta con unos 500 títulos a sus espaldas, todos en catalán.

El menorquín: Cris Juanico

Cris Juanico.

Cris Juanico.

Quimi Portet no fue el primero en denunciar en Twitter a los trabajadores de Balearia. El pionero fue Cris Juanico Alzina (49), un músico menorquín, amigo de Portet, que el verano pasado montó un buen lío. Según publicó en su cuenta, la compañía naviera le envió a la “policía española” por haberse negado a hablar en castellano. “(1) Cierto personal de @balearia no entiende el catalán y me ha enviado a la policía nacional para decirme que soy un maleducado por no cambiar a castellano”, escribió en la red social. “(2) le he dicho que el esfuerzo que me pedía a mí es el mismo que le pedía yo al empleado de Balearia. La PN [Policía Nacional] me ha obligado a cambiar”. Y concluyó: “(3) Según ellos les he faltado al respeto cuando he respondido en catalán y no me han entendido, les he dicho que donde estábamos los dos idiomas son oficiales”.

Y no hay ley que ampare a Portet o a Juanico. El Tribunal Constitucional suspendió, en sus sentencia 31/2010, varios artículos del Estatut y dictaminó: “El deber de disponibilidad lingüística de las entidades privadas, empresas o establecimientos abiertos al público no puede significar la imposición de éstas, a su titular o a su personal de obligaciones individuales de uso de cualquier de las dos lenguas oficiales de modo general, inmediato y directo en las relaciones privadas, toda vez que el derecho a ser atendido en cualquier de dichas lenguas sólo puede ser exigible en las relaciones entre los poderes públicos y los ciudadanos”. Es decir, el catalán sólo se puede exigir en un organismo público y no a todos los funcionarios. Si uno solo puede atender en catalán ya es suficiente.

“Os enseñé mi trocito peor, retales de mi vida, fotos a contraluz”... Suena de nuevo Insurrección, uno de los grandes éxitos de El Último de la Fila. Es inevitable recordar a aquel Quimi Portet serio, casi tímido, el músico que está semana nos ha enseñado su “trocito peor”.