Claro que las palabras importan

Claro que las palabras importan

La tribuna

Claro que las palabras importan

27 septiembre, 2016 11:09

Me encantan los debates. Para las fanáticas de la política como yo son como el fútbol: un concurso de ideas sobre nada menos que nuestra democracia. En mi país, Estados Unidos, sólo se producen cada cuatro años.

El debate que acabamos de vivir entre Hillary Clinton y Donald Trump era particularmente esperado, no sólo en América, sino en todo el mundo. Sin embargo, me temo que la idea de una batalla épica entre la primera candidata mujer y el hombre misógino; la persona más preparada para asumir las responsabilidades del Despacho Oval y el hombre de los negocios y de la televisión de los reality; la mujer que se prepara sus intervenciones con esmero y el hombre que improvisa; esa batalla, decía, acabó siendo un poco triste, porque no fue un encuentro digno de la Presidencia de los Estados Unidos.

El primer debate entre Hillary Clinton y Donald Trump dio paso a los 90 minutos más surrealistas de la historia de las campañas presidenciales norteamericanas. Clinton, en vez de permanecer en su zona de confort, que consiste en hablar de sus propuestas políticas, echó mano de estrategia con Trump, hombre de declaraciones variopintas y populistas. Casi desde el principio, quedó claro que la candidata demócrata se había preparado para poner a la defensiva y nervioso a su rival. Y funcionó.

Para Clinton, los 90 minutos fueron un baile entre dos asuntos: propuestas políticas y provocaciones a Trump

Trump insistió varias veces en su oposición a los tratados de comercio como eje de su política económica. Clinton lo caracterizó como "Trumped-up trickle down economics", o sea, la política económica clásica de los Republicanos que consiste en ayudar a los más ricos sobre la idea de que ellos crearán puestos de trabajos... pero con el "Trump" añadido. Eso no le enfadó tanto como la petición de explicaciones de sobre por qué no quiere divulgar su declaración de la renta. "En primer lugar, tal vez no es tan rico como dice que es. En segundo lugar, tal vez no es tan solidario como dice que es. En tercer lugar, desconocemos todos sus negocios, pero se nos ha contado en reportajes de investigación que debe cerca de 650 millones de dólares a Wall Street y a bancos extranjeros".

Para Clinton, los 90 minutos fueron un baile entre dos asuntos: propuestas políticas y provocaciones a Trump. Era una incógnita saber qué Trump saldría a la palestra, y por ello Clinton había preparado hasta con tres personas sus posibles reacciones. Al final apareció un Trump que intentaba bajar el tono pero al que le costaba mantener la calma.

En un momento del debate, Clinton habló del valor de las palabras. "Las palabras importan. Importan cuando las dice quien se presenta para presidente, y sobre todo importan cuando eres el presidente". Se lo decía una candidata que elige con cuidado sus palabras a un candidato que se dedica a repentizar. Trump intentó devolver el golpe: "Mira, todo eso son sólo palabras. Eslóganes". Resulta irónico que quien así responda sea el rey de la televisión de los programas de telerrealidad, el hombre de las frases chocantes e irrepetibles.

Trump utilizó continuamente las coletillas "totalmente" y "terrible", más propias de niños que de candidatos

Es verdad que hay que saber hablar de política en términos que la gente pueda entender y que no todo el mundo tiene el mismo nivel de estudios. Bill Clinton es el maestro a la hora de explicar fenómenos complejos en términos accesibles. Pero ser accesible está muy lejos de hablar como un niño.

"Yo estuve totalmente en contra de la Guerra de Irak", le soltó Trump a Clinton. El uso del "totalmente" ("totally") es un tic que a los 20 años tuve que luchar por quitarme porque quería presentarme como una adulta. Todavía se me escapa, pero normalmente a propósito y con un pelín de ironía. Trump utilizó continuamente las palabras "totalmente" y "terrible".

En otro momento, Trump dijo que China "debe entrar en Corea del Norte". Fue poco concreto y el moderador no le pidió que lo aclarase, pero ¿estaba diciendo que China debería invadir Corea del Norte? Aunque irrelevante, al hablar de un juez dijo: "A judge who was a very against police judge". No tiene sentido; quería decir que ese juez era reacio a la Policía, pero la traducción vendría a ser: "un juez que fue muy contrario a un policía juez".

Con sus frases incongruentes, Trump pretende presentarse como alguien cercano y accesible a las personas 

Este tipo de manifestaciones siguen una tendencia anti-intelectual del Partido Republicano que se ha abierto camino en los últimos años. George W. Bush se hizo famoso por sus frases incongruentes y, para muchas personas, eso resultada atractivo, pues podían imaginarse tomando una cerveza con él.

Con Trump puede ocurrir algo parecido. Para muchos, como yo, es un bufón ignorante que se burla de nuestra democracia, pero es evidente que conecta con otros americanos, que lo encuentran accesible. Hay que tener en cuenta que sus principales seguidores son hombres blancos, con muy poca formación, que viven en zonas del país que no se han recuperado de la crisis. Sin duda, con este tipo de discurso está apelando a ellos.

No es ningún secreto que Hillary Clinton dedicó mucho tiempo a preparar el debate y Donald Trump muy poco. El candidato republicano llegó a burlarse de Clinton por ello. Sin embargo, no creo que vuelva a cometer ese error en el próximo debate. La preparación y el estudio de Clinton dejaron al desnudo su falta de seriedad.

*** Alana Moceri es profesora de Comunicación política en la Universidad Europea de Madrid.

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